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La acuicultura: el alimento del futuro
Vie, 04/03/2011 - 14:49

Luis Pichot

La acuicultura: el alimento del futuro
Luis Pichot

Luis Pichott es gerente de Recursos Marinos de Fundación Chile. Es Ingeniero Pesquero y Técnico Marino. En su desempeño profesional ha sido docente de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Secretario Ministerial de Economía de la Región de los Lagos (Chile). También actualmente es presidente del Consejo del Instituto de Fomento Pesquero, miembro del Centro de Estudios de la Federación de Industrias Pesqueras de la zona Sur Austral, director honorario de la Asociación Gremial de Industriales Pesqueros y miembro de la Mesa de Salmón, creada por el gobierno para abordar la crisis sanitaria reciente del sector salmonero chileno.

La acuicultura aparece como una oportunidad  indiscutible desde el punto de vista del potencial de la producción de alimentos en el mundo. En el escenario de demanda que se plantea al año 2050 -con más de 9.000 millones de habitantes-, el único sector productivo con espacio de expansión, lo suficientemente interesante para ocupar un rol relevante en la producción alimentaria, es la acuicultura.

Diversos expertos coinciden en que desde la tierra es imposible conseguir las proteínas que la humanidad va a necesitar, razón por la cual hay que buscar alternativas.

Por esto, la acuicultura puede ser el modo de producir más alimentos para el mundo que viene, y nosotros como país debemos estar atentos a aprovechar esta oportunidad, incluyendo trasferir nuestro conocimiento en esta materia al área geográfica que nos rodea.

En general, los países de la región son países que vienen, y principalmente viven, de la agricultura como modo de producción de alimentos, por lo tanto, concentran sus esfuerzos en el desarrollo agrícola. Sin embargo, el proceso evolutivo social ha mostrado que el paso siguiente ha sido pescar, que los recursos pesqueros tampoco son ya suficientes, y esto da origen al desarrollo de la acuicultura, instancia donde como país tenemos mucho que aportar.

El rol de Chile en este tema podría ser ofrecer y transferir al resto de los países de la región nuestra experiencia en tecnología, modelo jurídico y conocimiento de la acuicultura como actividad económica. Más allá incluso del cultivo mismo, pues las realidades geográficas y ambientales requerirán las especies adecuadas, poniendo los énfasis en el modo de hacerlo, precisamente en la forma de seleccionar especies con potencial de transformarse en buenos negocios, en la capacidad de ver quiénes son los actores a los que hay que involucrar, cómo se financian las diferentes etapas del desarrollo, cuál es la tecnología que falta y cómo se crea el círculo virtuoso que permite que esta actividad económica emerja desde su primer desafío tecnológico. 

Además, no hay que olvidar de que Chile es una especie de plataforma, está en el lado del Pacífico y claramente es un puerto de embarque muy valioso para que mucha de esta producción alimentaria pueda salir para el resto de los países del mundo que miran al Océano Pacífico.

Es fácil constatar que hay  otros países de la región que tienen oportunidades geográficas para instalar esta actividad y, cada uno con sus distinciones, permite suponer que se puede hacer ahí desarrollos similares al chileno en materia de una nueva industria. 

Por ejemplo, el tema de la producción en el Perú de especies que requieren agua un poco más cálida, considerando además la ventaja particular de que es un país que tiene muy desarrollado el consumo de productos del mar, a través de una gastronomía hoy reconocida mundialmente. Sin embargo, la acuicultura tiene aún un gran espacio para el desarrollo. La  de peces existe sólo en los ríos en sectores altos del Amazonas, por ejemplo. Ahí hay un caso donde Chile puede aportar con su experiencia y tecnología para aprovechar los cultivos más costeros de especies marinas.

Por su parte, Fundación Chile tiene mucho que ofrecer  en esta transferencia de conocimiento y tecnología, y tiene la voluntad de aportar conocimiento aplicado y de integrar el conocimiento de otros donde sea necesario, a través de sus redes. Es decir, puede colaborar en cómo se articula el embrión del proceso de instalación de la actividad, si se quiere desarrollar un emprendimiento acuícola que después de origen a una industria.

En esto Fundación Chile tiene sus apuestas más importantes, ya que ha sido una de los responsables de que hoy se cultiven en Chile salmones, abalones y ostras japonesas, entre otros. Hoy los esfuerzos están dedicados a lograr cultivar especies nativas del norte y del sur del país. Por lo tanto, contribuye a esta actividad productiva desde el punto de vista de la diversidad y también desde el  de  aprovechar las diferentes realidades geográficas.

Sin embargo, para que la acuicultura en la región logre desarrollarse de manera exitosa, hay algunas trabas que resolver. Primero que todo hay que terminar con la idea de que los países latinoamericanos no pueden trabajar juntos; la UE es un buen ejemplo de que diferentes culturas e historias pueden tener un objetivo común, barrera que impide que exitosos proyectos puedan concretarse.

Otra de las limitantes que hay que solucionar son las asimetrías en materias tecnológicas, ya que no todos los países tienen la misma institucionalidad para apoyar este tipo de iniciativas. La tercera limitante es atreverse a hacerlo. 

Para que esta oportunidad que se ofrece -que la acuicultura desde nuestros países tenga un rol importante en la alimentación mundial- se materialice, uno debe tomar las tecnologías existentes, adaptarlas a las condiciones donde se va a aplicar el modelo productivo y hacerlo con especies cuyo potencial de rendimiento acuícola sea lo mejor posible, siempre resguardando con especial celo los efectos ambientales y sanitarios adversos. Esto hoy, desde el punto de vista de la región, es sin duda una oferta abierta en espera de alguien que la sepa aprovechar.

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