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La desaceleración de China y sus implicancias
Mié, 30/01/2013 - 22:29

David Tuesta

Crecimiento, pobreza  y clases medias
David Tuesta

Director de la unidad de tendencias globales, BBVA Madrid.

Los indicadores de la economía china confirman un proceso de desaceleración, no anticipado por los mercados, acostumbrados a resultados siempre superiores a los pronosticados. Si, como señalan las principales proyecciones del consenso de economía, el crecimiento llegara este año al 7,5%, estaríamos siendo testigos de la expansión económica más baja de las últimas dos décadas.

Los datos de producción industrial se han desmoronado, reflejando las debilidades de la demanda interna y externa. La prensa china recoge cada vez con mayor frecuencia los graves problemas que enfrentan determinadas ramas líderes de la actividad. Por ejemplo, ya es inocultable la crisis del sector del acero, antes soporte del dinamismo productivo chino, apoyando el desarrollo de infraestructuras. De hecho, durante el plan de estímulo diseñado por el gobierno chino en 2008, que alcanzó los US$ 600.000 millones, una proporción importante fue entregado a esta industria, sin controles adecuados. Ahora esta se encuentra no solo sobreendeudada ante el desplome de los pedidos y los precios, sino también debido al fracaso de decisiones de negocio muy riesgosas financiadas por el dinero fácil. Así, el sector financiero del gigante asiático también está sintiendo el golpe, y a partir de ello solo se puede anticipar mayores presiones sobre el sector productivo.

En línea con lo anterior, otra de las ramas que también refleja esta situación es el sector de fabricación de juguetes, que concentra a una masa importante de la fuerza laboral china. Esta se ha visto impactada por una fuerte reducción de la demanda externa de Europa y Estados Unidos, que se anticipa experimente una contracción de 30% este 2012. Pero no todo el efecto de esta caída responde únicamente a la crisis que viven los países desarrollados, sino también a la dinámica de los costos internos, sobre todo el salarial, que han venido siendo percibidos por sus principales demandantes mundiales. Con ello las órdenes de compra se están trasladando a otros países en el sudeste asiático, y la industria china sufre.

Más allá de estos aspectos puntuales de la coyuntura, era absurdo pensar que la economía china pudiera crecer a dos dígitos por siempre, más aún sabiéndose que este país está desde hace algún tiempo experimentando un proceso de recomposición estructural en su modelo de desarrollo. Eventos puntuales, como la crisis financiera de 2008 y el consecuente plan de estímulo, alteraron esta tendencia, pero la senda es clara. El cambio de fondo responde a rebalances en el ámbito demográfico, con un proceso de envejecimiento que se va acelerando de la mano de la política de un solo hijo; el surgimiento de la clase media con mayores exigencias; el rebalanceo económico y geográfico tanto del interior hacia la costa como del mundo rural al mundo urbano; y, por supuesto, el cambio desde un modelo exportador hacia uno que tiene más en cuenta la demanda doméstica. 

No hay duda de que la economía china tiene espacios tanto en el ámbito fiscal como monetario para relanzar un nuevo plan de estímulo. De hecho ya lo hemos venido observando, con acciones sobre los requerimientos de reservas bancarios y tasas de interés, reformas fiscales como alivios tributarios a los negocios y las pequeñas empresas, reformas pensionarias, así como el apoyo financiero a la compra de las primeras casas. Seguro que se verá más al respecto, pero todo señala que el tamaño de cualquier nuevo plan de estímulo no se equiparará al que se vio en 2008. Han trascendido las preocupaciones dentro del Partido Comunista sobre las graves distorsiones que podría generar un plan ambicioso de ayuda económica, después de lo visto hace cuatro años. La nueva generación de líderes chinos que asumirán el gobierno en pocos meses parecen tener un mayor compromiso con acelerar las reformas necesarias.

Dicho todo esto, es posible que las tasas de crecimiento en China ya no retornen a dos dígitos en el mediano plazo. Sin duda, este escenario plantea nuevos retos para el mundo, y en particular para los países emergentes, que han gozado de la ‘ola china’ en las últimas décadas. Este empuje se va acabando poco a poco, y será el momento de pensar cómo avanzaremos sin esa ayuda.

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