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La fuerza unificadora del fútbol
Lun, 30/06/2014 - 14:58

Elías Selman Lutz

La fuerza unificadora del fútbol
Elías Selman Lutz

Elías Selman Lutz es estudiante de Ingeniera Comercial en la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Llevo toda la tarde boca abajo echado en mi cama. Tengo un nudo gigante en la garganta, una amargura  que no puedo describir y mis pensamientos no salen de ese palo en el minuto 119, durante la disputa por el paso a cuartos de final en la Copa del Mundo. Lo único que me entrega algo de consuelo es el orgullo que tengo de ese puñado de jugadores chilenos que nos representó en Belo Horizonte.

Tal vez estoy escribiendo esto para distraerme un poco, no sé. ¿Por qué me siento así si esto solo es fútbol? ¿Cómo puede mi estado de ánimo depender tanto del resultado de un partido? ¿En qué habría cambiado realmente mi vida si Chile ganaba? ¿Qué mierda hay en el fútbol que tiene a todo un país de luto? ¿Qué mierda tiene este deporte que hace que jugadores como Medel o Vidal arriesguen toda su carrera profesional para defender a su país? ¿Qué carajo hace que personas que no tienen entradas se endeuden hasta quién sabe cuándo para viajar en auto 4.000 kilómetros y poder estar más cerca del equipo?

Muchos responderán que es irracional. O que el fútbol es el opio del pueblo. Pero no me hacen sentido esas simples racionalizaciones. Y aunque no hallo respuesta a mis interrogantes, creo que hay algo mucho más profundo y poderoso en este juego.

Muchas veces no sé cómo responder a los argumentos anti fútbol que atacan la simpleza y superficialidad de este tipo de tristezas futboleras, mientras en paralelo en el mundo hay pobreza, guerra, muerte y discriminación. Evidentemente comparto que estos problemas son mucho más importantes que cualquier deporte.

Ahora, finalmente, más sereno, creo tener una respuesta. La importancia que le doy al fútbol radica, irónicamente, en la misma simpleza que tanto se le critica. El valor del fútbol está en esa capacidad de abstracción que tiene, que permite a todo tipo de personas escaparse de sus problemas durante 90 minutos. Pero lo más importante es la capacidad unificadora que posee. El mismo apego que tuvieron los 23 jugadores seleccionados lo sintieron gran parte de los chilenos con las victorias iniciales e incluso con la derrota frente a Brasil. Como pocas veces, millones de chilenos compartieron momentos de alegría y tristeza en conjunto, cosa que rara vez se ve en nuestra sociedad cada vez más fragmentada. El fútbol trasciende a las distinciones políticas y sociales que generan tanto odio en nuestro país.

Es por esto que creo que se puede aprender mucho del fútbol: la capacidad de trabajar juntos, la construcción de equipos, el esfuerzo incondicional, defender a quien tienes a tu lado y bancarte a muerte a quienquiera sea tu compañero; que no importe su clase social, orientación sexual o raza, solo el hecho de que es tu compañero, tu colega, tu compatriota.

Quizá estoy cayendo en un cliché para hallarle sentido a la amargura de este día. Pero hoy, más que nunca, creo que las penas del fútbol se pasan con fútbol.