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¿La nueva independencia del Banco Central de la República Argentina alcanza para recuperar la confianza?
Mar, 08/05/2018 - 09:44

Diego Martínez Burzaco

¿Fin del amor con la Argentina en Wall Street?
Diego Martínez Burzaco

Diego Martínez Burzaco es Jefe de Estrategia / MB Inversiones.

El gobierno argentino de Cambiemos atravesó la semana financiera más difícil de su mandato, y menos mal que ha sido una semana corta, con sólo tres días hábiles en el país. 

No se trató de un golpe de mercado contra la Argentina ni mucho menos. Por el contrario, creo que fue la política la que ejecutó un golpe contra el mercado a partir del pasado 28 de diciembre. En ese momento se decidió recalibrar la meta de inflación, alimentar las expectativas de devaluación del peso y atar de manos al Banco Central de la República Argentina (BCRA) para utilizar la tasa de interés como herramienta de control de expectativas inflacionarias.

La independencia del BCRA se puso en discusión, y esta subordinación de la autoridad monetaria a la política recordaba los peores momentos del kirchnerismo.

En síntesis, este fue un golpe duro para la confianza de los inversores hacia el país, sumado a la extravagante decisión de impulsar un impuesto a la renta financiera en una nación que necesitaba imperiosamente de los ahorristas para desarrollar su mercado de capitales.

La primera alarma sonó con la baja de los bonos soberanos en dólares, con su consecuente impacto alcista en el riesgo país durante el mes de enero, cuando todo el mercado accionario había sido una fiesta en cualquier rincón del mundo.

Luego, fue historia conocida. La suba de la tasa de interés de corto y mediano plazo en los Estados Unidos, sumada a los conflictos geopolíticos y a un principio de guerra comercial global, llevó a una salida de fondos de los mercados emergentes, siendo la Argentina uno de los países más damnificados por la alta sensibilidad del país respecto el crédito externo.

Recordemos que las necesidades de financiamiento sumaban US$30.000 millones para 2018 y otros US$25.000 millones para 2019. Allí hubo una nueva recalibración de la estrategia del Gobierno, buscando enteramente financiamiento en el mercado local.

Vaya paradoja, ahora el ministro de Finanzas, Luis Caputo, necesitaba la ayuda de los inversores locales cuando apenas meses atrás éstos habían sido castigados en su buena fe y confianza con un ridículo impuesto a la renta, con escasos resultados positivos en los ingresos tributarios y un costo enorme en términos de credibilidad.

Mientras tanto, el flujo de capitales desde el exterior hacia los activos argentinos comenzó a mermar notablemente, con una reducción significativa en los montos transados en la renta variable local.

Si hacía falta una dificultad adicional, nuestra dirigencia política se encargó de ello con el tema tarifas de luz y gas. Primero dentro de la coalición del Gobierno, y después, a través del oportunismo político del arco de la oposición. 

En un tema que estaba resuelto de antemano, pero varios meses atrás, comenzó un circo mediático que terminó de colmar la paciencia de los inversores sobre los activos financieros domésticos y puso sobre la mesa los fantasmas de la constante inseguridad jurídica, especialmente en el único de los sectores, que mediante la adecuada señal de precios recibida, había activado un pujante proceso de inversiones tan necesario para el país.

El sumun de estas malas noticias se consagró durante la semana que dejamos atrás, cuando la inacción política condujo a la devaluación diaria más grande de la moneda local en los últimos 15 años, y forjó a mostrar la artillería más pesada del BCRA: un aumento de la tasa de interés de referencia (pases) de 1,275 puntos básicos (12,75%) en menos de 10 días.

Éste fue el renacer de la entidad para retomar el control de la política monetaria y cambiaria, recibiendo la bendición definitiva por parte de la política en la conferencia de prensa brindada por el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, y el de Finanzas, Luis Caputo, el último viernes por la mañana. Allí se anunció una meta más agresiva de reducción del déficit fiscal primario (del 3,2% al 2,7%) para este año, y se culpó al contexto externo por lo ocurrido.

A pesar de la ausencia de una autocrítica explícita por aquella decisión del 28 de diciembre, la casi nula mención de ambos funcionarios respecto a la tasa de interés y el nivel de reservas internacionales dejaron en claro que NO volverán a meterse en el terreno de Federico Sturzenegger, el presidente del BCRA, al menos, en el corto plazo.

¿Será el 4 de mayo la fecha de la nueva independencia del Banco Central argentino? 

No lo sabemos, pero sí es una condición necesaria para comenzar a recuperar la credibilidad. 

*Esta columna fue publicada con anterioridad en Sala de Inversión.

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