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La posición indígena en Ecuador
Lun, 12/11/2012 - 21:01

Alfonso Reece

‘¿Cuándo se jodió el Perú?’
Alfonso Reece

Alfonso Reece es ecuatoriano, y se ha desempeñado como escritor y periodista. Posee estudios de Derecho y Sociología en la Universidad Católica del Ecuador. Como periodista se ha desempeñado en los canales de televisión Ecuavisa y Teleamazonas, mientras que en prensa escrita ha colaborado en las principales revistas de su país, como 15 Días, Vistazo, SoHo, Mango y Mundo Diners. Actualmente es columnista en el diario El Universo (Guayaquil, Ecuador).

La semana pasada hablábamos de esas clases dirigentes incapaces de pensar y pensarse en el país. Causantes directas de la actual turbulencia les negábamos el calificativo de élites. Vale la pena compararlas con un sector de nuestra sociedad, antes discriminado y despreciado, que se ha convertido en protagonista insoslayable de la vida nacional. Hablamos de los pueblos indígenas nucleados básicamente en la Conaie, Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador.

Siempre estuve atento al desenvolvimiento de los pueblos indígenas, intuía que en ellos latía un universo, distinto, no reductible a ninguna simplificación. Entonces, para los amigos de derecha la solución al “problema indígena” estaba en que dejen de ser “indios” para ser pobres a secas. Los de izquierda proponían algo similar: transformar al “campesinado” en un proletariado agrario, que debía seguir a la cola al proletariado industrial en su lucha revolucionaria. En esos tiempos hice amistad con indígenas que ya eran dirigentes o que llegaron a serlo. Entre los mejores días de mi vida cuento los pasados con ellos. Agradables, divertidos, generosos, inteligentes. Por eso me frustró tanto cuando se me rechazó un plan de tesis sobre la persistencia cultural indígena en entornos urbanizados. Se me dijo que “los temas indígenas estuvieron bien para los años cuarenta”, que estaban superados, peor con ese enfoque “culturalista” que pretendía dar a mi trabajo.

El 4 de junio de 1990 me di el gusto de llamar a quien me despachó de esa manera. Ese día era mi trigésimo quinto cumpleaños, pero no por eso lo llamaba. Le dije: “Oye, totalmente superada ha estado la cuestión indígena...”. Se había producido un masivo “levantamiento” que tomó desprevenida al resto de la sociedad y conmovió al país. Todo cambió desde entonces y el rol de estos pueblos en todos los campos no ha dejado de potenciarse. No ha sido un vuelo sin escalas a la gloria. Hubo tropiezos, se cometieron no pocos errores, pero no ha cesado su crecimiento.

Ahora, CREO, un movimiento no alineado con la izquierda, propone como candidato a la vicepresidencia de la República a Auki Tituaña, uno de los más conspicuos dirigentes indígenas. Eso es una muestra más de la influencia y el poder de estos sectores. Pero la reacción de las organizaciones ante esta candidatura ha dejado mucho que desear. Entiendo que se expulse a Tituaña del movimiento Pachakutik, que es un movimiento político con una línea definida y puede actuar contra los que se apartan de sus directivas. Pero ahora se quiere dejar sin efecto la expulsión, en una jugarreta digna de la peor partidocracia mestiza. Lo que sí no me cabe es que se lo expulse de la Conaie, que es una institución que debería acoger a todos los indígenas con independencia de su filiación política o religiosa. La revisión de esta medida con tufo sectario demostrará que el movimiento indígena ha llegado a una madurez, en la que entiende que las aspiraciones de todas las naciones indias están más allá de las tendencias políticas y que el Ecuador del futuro solo se construirá en torno a consensos.

*Esta columna fue publicada originalmente en El Universo.com.

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