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La renuncia del Papa se coló en las elecciones de Italia
Dom, 17/02/2013 - 20:59

Pedro Brieger

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Pedro Brieger

Pedro Brieger es argentino, periodista y analista de política internacional. Trabaja en televisión y radio. Colaboró con los principales medios gráficos de Argentina. En mayo 2010 recibió por segundo año consecutivo el premio Martín Fierro a la mejor labor periodística de TV por su labor en el noticiero de Canal 7. En 2009, también el programa "Visión 7 Internacional" obtuvo el premio como mejor noticiero de la TV argentina. Es titular de la cátedra de Medio Oriente en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y autor de varios libros de temas internacionales.

Los italianos son muy afectos a las teorías conspirativas y la política es uno de los mejores terrenos para desarrollarlas a pleno. No es casual, 500 años después de que Nicolás Maquiavelo publicara Il Principe -su gran tratado de teoría política-, que algunas de sus ideas mantengan una extraordinaria vigencia. Por ello no extraña que al conocer la noticia de la renuncia del Papa Benedicto XVI, casi todos se preguntaran ¿por qué hizo el anuncio ahora a tan sólo dos semanas de las elecciones? ¿No podía esperar?

Una pregunta lógica, sin dudas, pero que en plena campaña electoral tiene un profundo sentido político, ya que nadie sabe si dicha decisión buscó influir sobre el voto, o simplemente fue una mera casualidad.

Si bien es cierto que no existe un partido que represente específicamente a los cristianos como supo serlo la Democracia Cristiana años atrás, cualquier movida del Papa -o del Vaticano como institución- tiene un gran impacto, más cuando es sorpresiva.

Tampoco hay que olvidar los vínculos existentes con los políticos, ya que son públicos. A nadie se le escapa la relación privilegiada del Vaticano con el primer ministro Mario Monti, los cortocircuitos con Silvio Berlusconi, o la desconfianza hacia muchos líderes del Partido Democrático (PD) que provienen de las filas del Partido Comunista.

A tan pocos días de las elecciones es inevitable que cada uno analice al detalle la reacción de los otros candidatos frente a un hecho que trasciende el mundo católico. Es así que en las filas de Berlusconi cundieron las teorías conspirativas, según las cuales la dimisión lo favorecería a Monti, dadas las buenas relaciones de éste con el Vaticano.

También es verdad que la mayoría de los dirigentes políticos prefirieron ahora olvidar todo aquello que se decía del cardenal Ratzinger cuando fue electo Papa y era considerado un candidato conservador que había tenido vínculos con el nazismo en su juventud. En aras de no perder votos seguramente es mejor no recordarlo.

Pier Luigi Bersani -candidato del PD y ex militante del Partido Comunista- se sumó al coro de los que elogiaron al Papa por su decisión histórica y porque “es un gran teólogo que puso la teología al servicio de la iglesia”. De todas maneras, alertó que no había que “mezclar la campaña electoral con la dimisión del Papa Benedicto XVI”.

¿Es inevitable la influencia de la renuncia del Papa sobre el voto? Nadie lo sabe y ni siquiera las encuestadoras que salieron a medirlo inmediatamente se animan a asegurarlo con certeza. Pero todos saben que cada voto cuenta y la iglesia Católica todavía tiene una considerable influencia como para que salgan a criticar a un Papa que se va unos días antes de las elecciones.

*Esta columna fue publicada originalmente en agencia Télam.

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