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Las dos razones históricas y económicas del triunfo de Rafael Correa
Dom, 17/02/2013 - 21:29

Hernán Ramos

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Hernán Ramos

Hernán Ramos es economista, editor, escritor, docente universitario, consultor internacional en economía y medios latinoamericanos. Fue editor general del Diario El Comercio de Quito, Editor-Fundador del Semanario Económico Líderes. Colabora habitualmente con medios de Colombia, Argentina, México. Escribe sobre temas económicos, sociales, políticos que interesan a la región.

Mucha tinta, pixeles y megapixeles corren desde ya para tratar de descifrar el nuevo y contundente triunfo político de Rafael Correa, quien, gracias al voto mayoritario del pueblo ecuatoriano, prolongará su mandato como presidente del Ecuador hasta el 10 de agosto de 2017. Me sumo a la nutrida tropa, en mi caso, con sombrero propio, para hacer mi modesto aporte, mi aporte agrario digamos, para entender por qué Rafael Correa gobernará directamente durante una década.

Para empezar, dos hechos de la realidad:

a).-Ecuador seguirá bajo el mando del mismo presidente, quien, hasta este momento, ejerce la primera magistratura desde hace 73 meses ininterrumpidos.

b).-En ese mismo lapso, la economía nacional ha visto crecer y madurar un esquema monetario -la dolarización- que surgió de los escombros que le heredó al país la banca privada de finales del siglo pasado, durante la peor mezcla histórica de corrupción económica y complicidad política que desembocó en el crac financiero de 1998-2000.

Desde estas dos grandes coordenadas, muchas cosas se entienden, se decodifican, se explican, entre ellas, la nueva (segunda) prolongación de la era correísta -refrendada este domingo 17 con más poder que nunca- que le permitirá completar su primera década en el poder (2007-2017). ¿Cómo entender este fenómeno económico-político y político-económico?

1.-Correa llegó en la edad madura de la dolarización: cuando Rafael Correa asumió por primera vez la presidencia (enero 15, 2007), la dolarización, que había cumplido siete años de vida, estaba madura. Durante ese período -84 meses-, sobre todo en los gateos iniciales, el radical esquema monetario implantado en el país atravesó por varios momentos críticos e inéditos, destacándose dos:

a).-el Ecuador pagó un caro precio social (desempleo, emigración, desarticulación familiar, etc.),

b).-la ciudadanía asumió los enormes costos económicos y financieros (altas tasa de interés e inflación en dólares; salarios represados, alto endeudamiento, etc.). Sin embargo, el correlato político de la deriva dolarizadora tomó formas caricaturescas y conductas indolentes cuando el establecimiento político (ningún partido escapa al escrutinio de la historia), co-responsable del desastre, adoptó tardíamente la tarea de moldear legalmente la dolarización para encuadrarla en la estructura real de la economía, de la sociedad y del Estado. Aquel desfase histórico fue determinante en el curso de los hechos electorales posteriores. Solo les recuerdo un suceso: recién en marzo de 2000 (es decir, tres meses después de decretada la dolarización) se aprobó la primera ley marco -la tristemente célebre Trole I; luego siguieron las demás-, bajo los mismos códigos políticos de entonces: forcejeo mediocre, amarrete, componenda, amenaza, pacto político por debajo de la mesa, cabildeo feroz de los grandes grupos financieros y económicos, etc. Parafraseando al célebre cómico mexicano Eugenio Derbez: "fue horrible".

Al otro lado del tablado, por supuesto, yacía la sociedad ecuatoriana, profundamente herida y aún sangrante por las secuelas del crac bancario de los 90; miraba los hechos con enorme recelo y bronca; auscultaba a los políticos -a todos- con creciente enojo e ira; se hacía muchas preguntas y no hallaba respuestas.

La ruptura, por lo tanto, era cosa de tiempo, no de voluntad, pues en ese momento ya era muy claro que mientras la economía ecuatoriana se había dolarizado a marchas forzadas, la política criolla seguía anquilosada, "sucretizada" (lo digo con el máximo respeto a la ex moneda nacional). La clase política -miope, egoísta, depredadora- ni catalogó ni leyó las tremendas lecciones que brotaron del desastre financiero. Al contrario, siguió como si nada, indolente y desafiante; pensando quizá que el pueblo perdonaría la traición, imaginando que podía vulnerar el drama social con pan y circo. La clase política ecuatoriana cometió un gran error histórico: ignoró una vez más al país, con un agravante, le dio la espalda en un momento de quiebre profundo, de gran dolor, de orfandad y penuria económica. Nunca se percató que la sociedad había madurado mucho más que sus elites y que el manejo viciado de la política, del cual los partidos eran sus representantes y actores dominantes, había sucumbido ante el dramático cambio de piel económica... ocurrido ¡siete años atrás!

2.-Un Correa "dolarizado" pulverizó a la clase política "sucretizada": Rafael Correa emergió en el escenario descrito líneas arriba. Y si hemos de ser rigurosos con la lectura histórica, cabe decir también que no tardó -ni le costó mucho- treparse a la cresta de la ola, por una simple razón: la tendencia histórica estaba muy marcada en favor de un cambio político urgente en Ecuador, tras el prolongado descalabro y la pérdida de brújula del establecimiento. De modo que si no era Correa, la sociedad habría encontrado otro cuadro para que asuma la tarea de liderazgo. Lo cierto es que fue su turno y ese es otro hecho histórico, otro dato de la realidad. El presidente capitalizó rápidamente la crisis de los partidos tradicionales ("partidocracia", en el argot oficial); crisis que dejó ver sus hilachas y miserias cuando no pudo -o no quiso- resolver adecuadamente la crisis financiera-bancaria en favor de la sociedad, optando por una vía perversa: privatizar las ganancias y socializar las pérdidas.

Ese fue el principio del fin de los partidos tradicionales, tanto como el punto de arranque del correísmo. Recuérdese nada más el discurso político de Correa cuando estuvo en la curva de ascenso al poder: "los banqueros corruptos fueron los causantes de la crisis", "la partidocracia fue el brazo político del neoliberalismo", "la gran prensa privada ecuatoriana fue la cómplice de todo"... Y así ganó en tiempo récord, careciendo de partido y de una sólida estructura organizacional. El ascenso inicial de Rafael Correa a la presidencia del Ecuador fue un ejemplo concreto del encaje político nacional en una tendencia económica definida.

En los gráficos adjuntos (hechos a mano alzada, disculpen las limitaciones técnicas) remarco dos aspectos que me parecen pertinentes:

a).-Primer escenario: aquí se muestra el valor estratégico que tuvo para Correa haber llegado al poder cuando la dolarización ya había cruzado el desierto, cabe decir, cuando había madurado y los costos mayores habían sido asumidos por la sociedad y por el Estado ecuatoriano. Pero Correa también llegó después del mediocre (en unos casos) y corrupto (en otros) manejo político durante los tres gobiernos que le precedieron (Noboa, Gutiérrez, Palacio). No solo eso, el desbarajuste político e institucional que vivió el Ecuador durante toda la primera etapa de la dolarización (enero 2000-diciembre 2006) tuvo un corte en seco con la llegada de Correa al poder, y desde entonces el paisaje correísta domina el horizonte. En resumen: durante los siete primeros años de dolarización hubo tres gobiernos; en los seis años siguientes (enero 2007-enero 2013), solo uno: el de Rafael Correa (46,1% de todo el período).

b).-Segundo escenario: acá se conectan nuevamente las referidas variables estratégicas (poder político y dolarización), donde se aprecia el camino andado (enero 2000-enero 2013) y el que queda por recorrer, desde este domingo hasta la terminación del tercer mandato de Rafael Correa (febrero 2013-agosto 2017). Ahí puede verse que, al considerar todo el período de la dolarización ecuatoriana, desde su origen hasta el fin del proyectado nuevo gobierno (enero 2000-agosto 2017), Correa gobernará el 60% de todo ese tiempo, mientras que los que gobiernos previos (3), en conjunto, apenas acumularán el 40% de dicho período. De modo que: el fenómeno político Correa es al fenómeno económico de la dolarización, lo mismo que la manzana de Newton a la Ley de la Gravedad: inseparables.

Muchas otras lecturas se pueden inferir de estas cifras, pero prefiero dejar que ustedes hagan sus propios apuntes:

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*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Rienda suelta, apuntes de Hernán Ramos.

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