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Líderes a prueba de crisis
Mar, 27/11/2012 - 21:17

Ron Ashkenas

Creando valor en una economía cortoplacista
Ron Ashkenas

Ron Ashkenas es socio director de Schaffer Consulting.

El huracán Sandy -la supertormenta que devastó áreas de la costa este de los EE.UU.- fue un fenómeno natural de proporciones épicas que causó más de 100 muertes, dejó millones sin energía eléctrica, destruyó miles de casas y desequilibró a toda esta región. En los días siguientes vimos como los políticos, incluido el presidente Obama, gobernadores e integrantes de su gabinete, demostraron cualidades de liderazgo excepcionales e incluso inspiradoras.

Pero, ¿por qué hay que esperar a una crisis para que los líderes demuestren lo mejor de sí mismos? ¿Por qué los líderes no usan esa misma energía, espíritu e imaginación para resolver otros problemas igual de importantes?

No hay duda que los líderes cambian su comportamiento durante las crisis. El gobernador de Nueva Jersey Chris Christie, uno de los principales críticos del presidente Obama, puso a un lado sus diferencias políticas para colaborar con el presidente en las tareas de ayuda. El gobernador de Connecticut Malloy rompió con sus políticas laborales y permitió que trabajadores de otro estado ayudaran a restablecer la red eléctrica. Cuomo, el gobernador de Nueva York, relajó el procedimiento de votación al permitir que los ciudadanos de los barrios destruidos pudieran votar en otro barrio.

En esencia todos estos líderes, y otros más, aceleraron las acciones de recuperación, colaboraron con gente de otros partidos políticos, se cuestionaron el status quo, eliminaron la censura y la burocracia, e hicieron lo que fuera necesario para atender a la gente afectada. También salieron de sus oficinas y con la camisa remangada se pusieron en comunicación con la gente y pusieron en marcha soluciones muy creativas ante un problema sin precedentes. Fue un despliegue impresionante de liderazgo.

Desafortunadamente este tipo de comportamiento no han sido evidente antes del huracán y es difícil que persistan cuando las cosas regresen a la “normalidad”, a pesar de que existen múltiples desafíos como el desempleo, la educación, el déficit o el calentamiento global. Para decirlo de otra manera, las crisis nos indican el tipo de liderazgo que es posible pero no lo vemos en circunstancias normales.

Hay dos posibles explicaciones a este fenómeno y que sucede igual en el ambiente empresarial como en el político.

Primero, una crisis fuerza a un líder a moverse a mayor velocidad -como cuando uno salva a otra persona que cayó al agua. No hay tiempo para analizar o consultar, ni para preparar un informe o pedir recursos. No significa que uno no planee, pero el ciclo para responder ante la emergencia se comprime sustancialmente. 

Segundo, una crisis requiere nuevas e innovadoras maneras de lograr las cosas. En muchos casos los canales normales no existen o no funcionan o toman mucho tiempo y hacer nada pudiera agravar la situación. Por esto los procedimientos burocráticos, conservadores y adversos al riesgo se deben tirar por la ventana para dar lugar a experimentos audaces y creativos. Claro está, cuando la emergencia termina estas condiciones desaparecen y los líderes se comportan como es usual: con menos velocidad, acción y creatividad.

La idea no es que necesitamos más crisis. ¡Un huracán fue suficiente!Pero lo que sí necesitamos es que los líderes usen los comportamientos exhibidos durante las crisis para resolver los importantes desafíos que todos enfrentamos actualmente como el abismo fiscal o la crisis de deuda en Europa.

*Esta columna fue publicada originalmente en el Harvard Business Review.

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