Pasar al contenido principal

ES / EN

Los datos del IMCO, comprobación de un Guerrero altamente marginado
Jue, 04/12/2014 - 08:50

Fernando Chávez

Los saldos económicos de la guerra mexicana contra el poder narco
Fernando Chávez

Fernando Chávez es economista y docente de la Universidad Autónoma Metropolitana de México (UAM). Actualmente es coordinador del sitio de divulgación económica El Observatorio Económico de México. Su línea de investigación abarca remesas y migración, política monetaria, banca central, federalismo fiscal y macroeconomía. Desde 1984 se desempeña en el ámbito editorial como autor y coordinador de publicaciones, boletines, revistas y secciones de periódicos.

El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) acaba de presentar al público el documento “Índices de Competitividad Estatal 2014”, siguiendo la práctica iniciada hace unos años de medir la competitividad de las 32 entidades federativas de México. El ejercicio es útil y sugerente para reconocer y entender brechas y convergencias en la muy desigual geografía económica de México, donde explícitamente se trata de estimar con tal índice “la capacidad de las entidades federativas para atraer y retener inversiones y talento”. Hay la posibilidad de hacer varias lecturas de este material, variables obviamente, según objetivos o intereses de los que lo revisen y exploren con curiosidad científica o interés político.

Con la idea-tesis de que la tragedia de Ayotzinapa es explicable en alto grado por su entorno socioeconómico, jurídico y político, revisé tal documento para darle un sentido a los efectos de la posición relativa y visible de Guerrero en el contexto mexicano de hoy. Y para contribuir a ello, recurro a un soporte estadístico para tratar de entender esos hechos siniestros y condenables y así remitiré al lector a ver y ubicar la posición relativa de este estado sureño en los datos de este documento del IMCO (que tiene como año de referencia el 2012).

Me queda claro que hay otros factores, sobre todo políticos y de orden coyuntural, que pesan mucho más en la compleja situación actual de este estado,  permeado por una tradicional cultura política de autoritarismo, represión e  impunidad, con la previsible secuela de inestabilidad institucional de muchos años. Sin embargo, los datos que veremos a continuación sí revelan grandes y graves problemas enraizados en estos caminos del sur.

Vamos al grano, señalando el lugar de Guerrero en cada uno de los diez subíndices del IMCO, además del que ocupa en el índice general, que resume y expresa tales subíndices.

Primer dato desconsolador: ocupa el último sitio (¡el último sitio!) en el índice general, igual que en 2010, alcanzando ahora su calificación un valor de 29,7, cuando el DF alcanzó la máxima calificación de 62.6. La calificación promedio fue de 44,6.

En el subíndice de “Sistema de derecho confiable y objetivo” (que evalúa “el entorno de seguridad pública y jurídica”), esta entidad sureña obtuvo una calificación de 36,9 ubicándose en el último lugar de la tabla. Yucatán en esto quedó en primer lugar con 78,5, subiendo tres lugares desde 2010. La calificación promedio fue de 60,2.

En “Manejo sustentable del medio ambiente” (que mide “la capacidad de las entidades federativas para aprovechar el potencial de los recursos naturales, sin poner en riesgo la sustentabilidad en el mediano y largo plazo”), Guerrero quedó en la posición 27 (muy abajo del promedio de 42,7 puntos). Campeche alcanzó el primer lugar con 56.7 puntos y el Estado de México (donde Peña Nieto fue gobernador hasta hace tres años) quedó en el último sitio con calificación de 29,6. El valor promedio fue de 42,4 puntos.

En el subíndice “Sociedad incluyente, preparada y sana” (que mide la “calidad de vida de los habitantes través de tres áreas principales: salud, educación e inclusión”), se quedó esta sufrida entidad sureña en un triste penúltimo lugar con 27,7 puntos (arriba de Chiapas), mientras que el DF está en el primero con 77,8 de calificación. El promedio aquí fue de 53.5 puntos.

En “Sistema político estable y funcional” (que mide “la profundización de la democracia, así como la confianza que tienen los ciudadanos en las instituciones públicas”), su posición fue la 22 (¡la mejor de Guerrero en todo el índice de competitividad, vaya paradoja!). Colima estuvo en la cima y Morelos en el sótano, siendo el promedio de 47,4 puntos. Por lo visto en estas últimas semanas, salta a la vista que este subíndice del IMCO deja mucho que desear.

En “Gobiernos eficientes y eficaces” (que evalúa “la forma en que los gobiernos de las entidades federativas son capaces de influir positivamente en la competitividad, mediante políticas públicas orientadas a fomentar el desarrollo económico local”), subíndice clave en esta reflexión, esta sufrida tierra del sur quedó otra vez en un penoso último lugar con 23,8 puntos, Colima en la cúspide con 71,6 y una calificación promedio de 44,9. Este dato dice mucho de lo que han sido sus gobernadores de inspiración caciquil, premodernos.

En “Mercado laboral”, un subíndice que mide la productividad de los trabajadores, Guerrero queda otra vez en mala posición: la 30, en tanto Baja California Sur fue la primera con 67.1 de calificación y Oaxaca en el rincón con 24.7 puntos. El promedio aquí fue de 47.4 puntos. Guerrero refleja aquí que sus trabajadores están poco capacitados y  padecen bajos salarios (en un país de salarios mínimos miserables).

En la tabla de “Economía estable” (que evalúa “los principales determinantes del crecimiento, la deuda pública y el perfil de la población económicamente activa”), la entidad quedó en un colero sitio 28 y empeoró, pues antes estaba en el 27. El DF se llevó las palmas (73.7 puntos) y Tlaxcala en el último peldaño con 31 puntos. El promedio quedé en 55.4 puntos.

“Sectores precursores”, un subíndice que enfatiza el peso de lo financiero, de telecomunicaciones y transporte, coloca a los guerrerenses también en otro lugar 28, muy bajo. El DF es el mejor posicionado, con 88.6 puntos y Tlaxcala en el subterráneo con 24.1 puntos. El promedio fue de 44,6 puntos.

En “Aprovechamiento de relaciones internacionales”, con todo y la fama mundial de Acapulco, quedó el estado abajo del valor medio (16,9), en la posición 24. Chihuahua, estado fronterizo del norte, en un primer lugar con 47,2 puntos e Hidalgo, en el fondo, con raquíticos 2,2 puntos, cuando el promedio fue de 16,9 puntos.

Por último, el subíndice “Innovación de los sectores económicos” (que mide “la capacidad que tienen las empresas mexicanas para competir con éxito en la economía mundial y estimular la economía de las entidades donde se ubican”). La posición alcanzada aquí por esta estado fue la 30, el DF quedó en primer lugar con 73,9 puntos y Oaxaca, en el abismo, con 10.9 puntos. El promedio fue de 28,4 puntos.

Si se trata de sacar conclusiones al vuelo, aquí voy. Estos datos del IMCO proyectan a Guerrero como un estado altamente marginado, excluido en un país muy desigual y empobrecido, lleno de vacíos sociales y abismos institucionales sin cuenta. No hay sorpresas en ello. El atraso en estas tierras tiene muchos rostros y huellas, con una historia social accidentada, dolorosa. Los hechos y consecuencias de Ayotzinapa obligan a replantearnos muchas cosas como nación. Es imperativo buscar salidas sólidas, de fondo, de largo aliento, sin simulaciones cosméticas. La elocuencia de los datos referidos pinta una realidad guerrerense insoportable, muy cuesta arriba.

Países