En forma creciente, las pequeñas y medianas empresas acompañan a las grandes organizaciones en sus planes de internacionalización, lo que implica tener operativas soluciones que permitan consolidar la información de los distintos mercados. Esta posibilidad sólo la entregan herramientas del tipo World Class, precisamente por su presencia a nivel mundial.

En ese sentido, es visible que las necesidades de información sean cada vez mayores en todo tipo de empresas y los tiempos para contar con ella, más cortos. Una solución del tipo ERP, por ejemplo, entrega la posibilidad de contar con la información en tiempo y forma de todas las áreas de la organización. Los avances tecnológicos y la cada vez mayor experiencia de empresas de consultoría que implementan estas soluciones, han permitido que compañías de cualquier tamaño accedan a estas herramientas, hasta no hace mucho reservadas sólo para las grandes corporaciones.

No obstante, al momento de buscar una solución, la mayoría de las empresas suele caer en un error muy característico: pensar que su negocio es tan particular que lo que se requiere es un “traje a la medida”, cuando en la mayoría de los casos una aplicación de clase mundial es capaz de responder al 80% o incluso 85% de los requerimientos de cualquier organización con su versión estándar. El creer que se es único exige hacer mucho desarrollo, generando más riesgo, mayor plazo y por ende mayor costo.

Por lo anterior, es recomendable considerar tres factores a la hora de elegir un software de gestión. Partiendo por el producto, siguiendo con la organización y terminando con el implementador. 

En lo primero, dependiendo de las necesidades, tamaño y presupuesto, se debe buscar la solución que calce mejor con las necesidades de la organización. 

En lo segundo, es imprescindible evaluar si la empresa está, desde un punto de vista interno, en condiciones de enfrentar un proyecto de implementación de un ERP. En este punto es clave el compromiso de la alta gerencia para el éxito del proyecto y también entender que no es un proyecto del área informática, sino transversal a toda la organización. 

En lo tercero, es importante buscar empresas consultoras con experiencia, no sólo en negocios similares, sino en proyectos de implementación en general. La clave está en la metodología de implementación que permita cumplir con los hitos del proyecto. 

Es ventajoso, además, incorporar la dimensión que definimos como Gestión del Cambio. Se trata de la administración de las expectativas, ya sea con un equipo interno, un tercero o la misma empresa implementadora. Por último, resulta clave mantenerse lo más apegado posible al estándar, incorporando las mejores prácticas en los distintos procesos del negocio, acortando así los plazos de implementación y disminuyendo los riesgos que cualquier proceso de cambio trae aparejado. En términos simples, adoptar la solución estándar y no adaptar la solución a la organización.