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Mujeres: no sólo cuestión de género
Vie, 20/08/2010 - 08:56

Jorge Medina Méndez

Innovación: una oportunidad para la nueva Latinoamérica
Jorge Medina Méndez

Es Managing Partner de EY en Perú y miembro de su directorio sudamericano. Asesora a importantes empresas peruanas e internacionales. Cuenta con un MBA de la Adolfo Ibáñez School of Management de Miami. Analista y conferencista en temas de su especialidad, es también presidente y miembro del directorio de diversas instituciones universitarias, profesionales y empresariales.

Aunque hombres y mujeres conformamos el mundo en partes casi iguales, ellas sólo lideran menos de un tercio de las em­presas privadas; sin embargo, según un estudio del Banco Mundial, estas empresas muestran un mayor índice de crecimiento que aquellas lideradas por hombres.

Otro estudio, efectuado por las Universidades de Maryland y Columbia en 1.500 empresas top de Estados Unidos, para determinar la relación entre la calidad empresarial y el nivel gerencial de las mujeres, señala que cuando éstas tienen un mayor rol en la alta gerencia, las compañías logran un mejor desempeño. ¿La razón? Un liderazgo diferente basado en la comunicación oportuna y el trabajo en equipo.

Por otro lado, un estudio llevado a cabo en más de 100 países por el Banco Mundial (BM) y la Universidad de Columbia, respecto a la relación existente entre la conformación de género en los Congresos Legislativos y la percepción de niveles de corrupción, mostró que a mayor porcentaje de legisladores mujeres, menor el índice de percepción de corrupción.

Si bien en algunas naciones ha habido un progreso significativo para acortar la brecha entre géneros, el rol que la mujer puede -y debe- jugar en el mundo sigue desaprovechado. Consideremos un hecho que muestra una ventaja de la mujer sobre el hombre: una investigación realizada por el BM sobre el comportamiento de compra de hombres y mujeres, indica que aquellos gastan un mayor porcentaje de sus ingresos en consumo personal -como alcohol y tabaco-, mientras que éstas lo hacen en mayor medida en artículos para el hogar, sus hijos, y en general, invierten más en el bienestar de sus familias. ¿Poco importante?

De acuerdo a un estudio de Babson College en países de bajos ingresos, la probabilidad de que una mujer con trabajo dependiente emprenda su propio negocio, es tres veces mayor a una que no trabaja. El empleo es la plataforma clave para que mujeres pobres y menos educadas formen un negocio, al ayudarles a mejorar sus habilidades de emprendimiento y amplíar sus redes sociales. Según el estudio, ellas se benefician de redes de contactos para acceder a información, financiamiento, apoyo profesional y oportunidades de mercado. Estos programas de emprendimiento requieren ser complementados con otros más avanzados, que las ayuden a dar los siguientes pasos y que les permita expandir sus emprendimientos.

Reducir la brecha entre géneros y lograr mayor equidad requiere focalizar en aspectos educativos, niveles de sueldo, avance de carrera, y mayor participación política y económica de la mujer. La desigualdad no le hace ningún bien al desarrollo de un país. En términos de sueldos, por ejemplo, la disparidad varía entre 3% y 51%, con un promedio de 17%; y aún en mercados desarrollados la diferencia es significativa: en Europa las mujeres ganan 15% menos que los hombres, y en Estados Unidos 22%.

Klaus Schwab, fundador y presidente del Foro Económico Mundial, ha señalado que para superar la más grande recesión que ha sufrido el mundo en el último siglo, es necesario contar con todos los talentos posibles que aporten ideas e innovación. Para ello, es muy importante que los países y empresas presten especial atención a uno de los recursos más valiosos que tienen disponible para el desarrollo: las habilidades y el talento femenino. Sean como votantes, empleadoras, empleadas o consumidoras, las mujeres serán fundamentales para la recuperación económica.

Pero hay otros retos de igual importancia: el cambio climático, la seguridad mundial, la exclusión, la educación, la salud. Para hacerles frente se requiere del enorme poder de contribución de las mujeres. Los líderes con mayor influencia: gobernantes, políticos, empresarios, profesionales, académicos, medios y sociedad civil, tienen la responsabilidad de poner en sus agendas la equidad de género, a fin de producir el espacio suficiente que permita aprovechar el enorme talento femenino.

La importancia de la mujer va más allá de la mera cuestión de diferencia de género. Muchas investigaciones muestran que aquellas sociedades donde la mujer tiene una mayor participación económica y política, tienden a ser más estables; y, aunque quizá nunca sepamos la respuesta con certeza, es válido preguntarnos si la crisis financiera global no hubiese sido diferente con una mayor presencia femenina en los altos cargos directivos mundiales.

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