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Otra escuela es posible
Mar, 07/01/2014 - 18:35

Miguel Huezo Mixco

Boca Poza: una isla salvadoreña entre el mar y el cañaveral
Miguel Huezo Mixco

Miguel Huezo Mixco es gerente de productos de conocimiento y comunicaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo El Salvador.

En Perquín, Morazán, uno de los principales escenarios de la guerra civil salvadoreña, se ha puesto en marcha un innovador proyecto educativo. El colegio Amún Shéa tiene como fin crear un nuevo tipo de liderazgo comunitario utilizando como palanca la educación. Después de seis años de silencioso trabajo sus resultados son prometedores.

El poblado, de unos 4 mil habitantes, está en el corazón del antiguo mundo lenca. Amún Shéa significa “tierra de semilla”. El centro escolar es una iniciativa de la Fundación Perquín para el Fomento de Oportunidades Educativas (PEOF, por sus siglas en inglés), una entidad sin fines de lucro presidida por Ron Brenneman, un norteamericano que llegó al país en 1987 para trabajar por el retorno de millares de familias salvadoreñas que abandonaron sus lugares por causa del conflicto.

En su libro “Perquín musings. A gringo´s journey in  El Salvador” (2013) Brenneman relata que después de muchos años presenciando cómo los proyectos de desarrollo derramaban dinero sin conseguir mejoras sostenibles en la vida de las personas, llegó a la convicción de que la única manera de esquivar la trampa de la pobreza es invirtiendo en la educación de los niños y niñas. Se puso manos a la obra. El centro educativo, ubicado al pie en un paraje montañoso, imparte clases hasta el octavo grado en inglés y español. Una de las cosas que saltan a la vista es que allí se está creando una generación de niños con una iniciativa y empoderamiento asombrosos.

“Educar es importante pero no se trata de cualquier tipo de educación”, asegura Brenneman. Su filosofía se sustenta en tres ejes: provocar un cambio cultural que transforme las actitudes de los niños frente a sus limitaciones y les prepare para asumir responsabilidades en su comunidad; poner en marcha un proceso de enseñanza-aprendizaje relacionado con los problemas de desarrollo socioeconómico de la zona; y crear oportunidades de trabajo digno para reducir la fuga del capital humano calificado y superar el estancamiento socioeconómico.

El recientemente publicado Informe sobre Desarrollo Humano 2013, del PNUD, sostiene que los rezagos económicos y sociales del país tienen a la base un sistema educativo que viene arrastrando deficiencias desde hace 200 años, y hace un llamado urgente a convertir la educación en un pilar del bienestar de la sociedad. El documento sugiere que El Salvador obtendrá mejores frutos en materia de desarrollo cuando caiga en la cuenta de que las principales inversiones deben realizarse durante la infancia y la adolescencia, una etapa crucial para la potenciación de las capacidades y libertades de las personas. Amún Shéa está probando que otra escuela es posible, implementando en las montañas de Morazán un “modelo” construido a partir de las necesidades de su contexto, y que pone énfasis en dotarles de competencias en la expresión oral y escrita, la resolución de problemas, liderazgo y capacidad de negociación.

Según el Informe sobre Desarrollo Humano 2013, uno de los mayores desafíos que enfrenta la escuela salvadoreña es la desvinculación que existe entre lo que se enseña en el aula y las necesidades del mercado laboral. De acuerdo con los datos de Amún Shéa, en Perquín las instituciones escolares oficiales gradúan anualmente unos 200 estudiantes con destrezas para desempeñarse como secretarias o contadores, que difícilmente encontrarán un empleo.

¿Cuáles son las opciones actuales que tienen un chico o una chica de Morazán para cuando “sean grandes”?, pregunta Brenneman. Responde: “Emigrar al norte buscando oportunidad, ir a la ciudad para conseguir trabajos mal pagados o trabajos de temporada. O sumarse a la fila a esperar que le regalen unos centavos. La falta de opciones sostenibles produce apatía, altos índices de embarazos precoces y delincuencia. Eso lo vamos a cambiar. Queremos que nuestros hijos e hijas crezcan y prosperan en un ambiente sano, que gozan del mundo como debería ser y que tengan la oportunidad de desarrollar su potencial plenamente en Morazán o a donde la vida les lleva”, sostiene.

La zona, sin embargo, en las temporadas de vacaciones atrae miles de personas que llegan a disfrutar del clima y los paisajes, y a recorrer los “lugares de memoria” que existen en los alrededores. Los fines de semana los comedores de Perquín lucen abarrotados de personas que buscan alojamiento e información útil para conocer los diferentes destinos turísticos.

La escuela no puede estar desvinculada de esos procesos, asegura Brenneman. Amún Shéa implementa un proceso de aprendizaje “pertinente con el entorno”, basado en los problemas de desarrollo socioeconómico de la zona. El pasado mes de octubre, en el marco de la preparación de la presentación de los logros educativos del año, asistimos a una serie de presentaciones realizadas por alumnos, de entre 6 y 14 años de edad, sobre sus propias investigaciones sobre el uso de remesas en el norte del departamento, la medición de la precipitación pluvial de este año y la crianza de tilapias para autoabastecimiento, entre otras.

El Informe sobre Desarrollo Humano 2013 documenta cómo la escuela no ha sido capaz de revertir los patrones de desigualdad marcados por el origen socioeconómico de las personas. “El 10% más pobre de la población apenas ha completado 3 años de escolaridad en contraste con 10 años promedio del 10% más rico, siendo el promedio nacional de 6,4 años”, indica. Para El Salvador es decisivo invertir en educación de calidad en zonas tradicionalmente rezagadas de las políticas públicas.

De acuerdo con el PNUD, la inversión del Estado en este rubro debiera alcanzar el 6% del PIB. ¿Es mucho? Derek Bok, quien fue presidente de la Universidad de Harvard, dejó dicho: “Si crees que la educación es cara, prueba con la ignorancia”.

*Esta columna fue publicada originalmente en la revista Humanum del PNUD.