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Peña Nieto, Osorio y Videgaray en el momento más crítico del sexenio
Lun, 13/10/2014 - 07:37

Leo Zuckermann

¿Puede comprarse el voto en México?
Leo Zuckermann

Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.

Estamos viviendo el momento más difícil del sexenio. Por un lado, se han acumulado problemas políticos y, por el otro, de nuevo aparece el fantasma de la desaceleración económica. El presidente tiene que reconocerlo y, junto con sus dos hombres más cercanos, entregar resultados. Osorio tiene que resolver las múltiples crisis de seguridad así como la desmovilización de los estudiantes del Poli. Videgaray tiene que buscar nuevas políticas económicas para generar crecimiento. En el actual panorama tan complicado, vamos a ver de qué están hechos el Presidente y sus dos secretarios más importantes.

En lo político, hay tres casos muy difíciles de resolver. Iguala es el primero. Un asunto espantoso por donde se vea. Seis muertos y 43 estudiantes desaparecidos por parte de la policía municipal, al parecer controlada por el crimen organizado. El alcalde y el jefe policiaco fugados. El descubrimiento de múltiples fosas clandestinas donde hay decenas de cuerpos calcinados que, se sospecha, podrían ser de los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos. Múltiples protestas en el país exigiendo justicia. Ángel Aguirre proponiendo una absurda consulta para preguntarles a los guerrerenses si quieren que se quede como gobernador. El PRD haciendo circo, maroma y teatro para defender lo indefendible.

Luego está Tlatlaya. La presunta ejecución por parte de una patrulla del Ejército de un supuesto grupo de 22 delincuentes. Los gobiernos federal y del Estado de México mintiendo para encubrir lo sucedido. La prensa y organismos de derechos humanos, todos ellos internacionales, descubriendo la farsa y presionando para que se castigue a los responsables militares de los asesinatos. El gobierno de Peña, ante la presión, reculando y arrestando a los soldados. La protesta de familiares de los militares detenidos demandando que también se procesen a los oficiales que habrían dado las órdenes.

Tercer caso: el paro y manifestaciones de los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN). El viernes volvieron a marchar a Gobernación con un nuevo pliego petitorio. Quedaron insatisfechos con la respuesta favorable a todas sus demandas que les había dado el gobierno de Peña. Envalentonados, percibiendo el miedo de la administración a su movimiento, van por más: un congreso para “refundar” el IPN y la elección comunitaria del director. Ante el fracaso de desmovilizar rápidamente a los politécnicos, Gobernación informó que el asunto ahora será atendido por la Secretaría de Educación Pública. El paro continúa.

En lo económico, el panorama también se está nublando. La semana pasada, el Fondo Monetario Internacional ajustó sus cifras de crecimiento económico mundial a la baja. Los riesgos geopolíticos y el legado de la crisis de 2008-2009 están frenando la economía. Preocupa que Europa vuelva a caer en una recesión. Eso tendría un impacto negativo en las exportaciones estadounidenses que, a la vez, frenarían a las mexicanas.

Si la economía de Estados Unidos se desacelera, es una pésima noticia para México que también se desaceleraría. Pero también habría un problema para nuestro país si el vecino del norte continúa con el buen dinamismo económico demostrado hasta ahora. La Reserva Federal subiría las tasas de interés en 2015 y este incremento, según la encuesta de Bank of America-Merril Lynch a inversionistas, es el principal riesgo que enfrentan las economías emergentes como México. Mal, entonces, por ambos lados.

A eso hay que agregar la caída en la producción petrolera, la baja en los precios del petróleo que ya están por debajo de lo presupuestado para 2014, el incremento de la deuda pública, el crecimiento del gasto público que no acaba de tener un efecto positivo sobre el crecimiento, la falta de confianza del consumidor que genera un consumo bajo y el enigma de tener un crecimiento de dos dígitos del gasto en inversión física del sector público, pero una disminución en la construcción de obras de infraestructura.

Los climas político y económico del país están pasando por un mal momento: hay muchos nubarrones que podrían acabar en tormenta. A todo esto hay que sumar que vienen las elecciones de 2015 con el natural aumento de la tensión política. En este sentido, estamos pasando por una situación muy delicada. La más complicada hasta ahora de este sexenio. Es en este tipo de ambientes donde se prueba la verdadera capacidad de los gobernantes. Ahora sí vamos a ver de qué están hechos Peña, Osorio y Videgaray.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.

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