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Perú: ¿la competitividad? Ja, ja...
Vie, 21/06/2013 - 12:17

Emilio Humberto García

Perú, marca país: ¿estamos preparados para que nadie nos pare?
Emilio Humberto García

Emilio Humberto Garcia Vega es profesor, consultor, asesor de empresas, e investigador de Estrategia Empresarial y Marketing. Licenciado en Administración y MBA de la Universidad del Pacífico (Lima, Perú). Ha desarrollado libros y publicaciones diversas en los temas mencionados, además de realizar asesorías, dictado de cursos y seminarios en el Perú, Argentina, Uruguay, Guatemala y Costa Rica. Es docente de la citada universidad desde 2003 e investigador asociado de la misma. Es especialista en Planeamiento, Implementación y Control de Estrategias Empresariales y de Marketing. Autor de los libros “¿Con quién compite nuestra empresa?” (2013), “¿Cómo generar Valor en las empresas” (2012), “¿Qué hace especiales a las empresas?: La Ventaja Competitiva a inicios del Siglo XXI” (2011) y “Una Aproximación al Retail Moderno” (2011).

El Perú crece, y al parecer, nadie lo para. Hay mucho optimismo, consumo a raudales y el retail tendiendo a la omnipresencia. Oportunidades de negocio han aparecido por doquier. Inversionistas nacionales e internacionales buscan alternativas para multiplicar sus capitales y utilidades. Las cifras macroeconómicas son muy positivas. Al Perú parece que nadie lo para.

El Perú es una tierra de oportunidades para los grandes grupos económicos, ya que los modelos de negocio que han resultado en economías de mayor desarrollo son replicados -con ciertos ajustes- en el mercado peruano, y la mayoría acierta. Además, la escasez de infraestructura y de vivienda ha abierto una serie de ventanas para inversionistas de todo calibre así, muchos grupos económicos grandes, medianos y pequeños invierten en construcción, el negocio de moda: Lima se ha llenado de edificios de departamentos y complejos habitacionales.

Minería, construcción, el boom del consumo interno, entre otros, fundamentan el crecimiento del Perú, una economía en su mayor parte informal. Ése es el país de las maravillas que crece y crece.

Ante esto, ¿qué tan sostenible es el boom económico peruano? Más allá de los rubros tradicionales que están manteniendo a la economía peruana, habría que preguntarse qué tan competitivo es el Perú (en todo sentido) para poder afirmar si el horizonte que tenemos es de corto, mediano o largo plazo, y sobre todo, sostenible.

Se pueden revisar las mediciones internacionales para entender mejor la situación del país en términos de competitividad. Así, para 2013, el Perú se encuentra en el puesto 43 del ránking Mundial de Competitividad del IMD (Chile está en el puesto 30 y México en el 32). En dicha medición, según el Diario Gestión, nuestro país presentó descensos en casi todos los factores analizados. Así, en infraestructura básica cayó del puesto 53 al 57; en infraestructura tecnológica, del 59 al 60; en infraestructura científica, del 59 al 60; y en salud y medio ambiente, del 46 al 47. Sólo en educación mantuvo el mismo nivel que el 2012 (ubicación 55). También cayó en desempeño económico, en eficiencia del Gobierno y en eficiencia de las empresas. Entonces, el panorama no es positivo y hasta puede ser engañoso si asumimos que somos el tercer país mejor ubicado en el ránking.

Todos sabemos que la clave del desarrollo es la educación, ejemplos al respecto abundan en el orbe. En este aspecto, el Perú está en la “cola” de la región. Su formación escolar es de las peores, ninguna universidad peruana está en puestos de vanguardia a nivel regional y hay muy poca investigación de nivel en este tipo de instituciones. La universidad como institución está de espaldas al desarrollo empresarial; no hay puentes que generen valor entre la empresa y la academia; hablo de proyectos en conjunto y provisión de recursos humanos verdaderamente capacitados para lo que las empresas necesitan (por ello muchas de ellas “importan” talento). Educativamente, ni el Estado, ni las universidades particulares, ni las empresas están alineadas. A dónde vamos entonces si no tenemos una educación de mediano nivel, y por ende, no tenemos profesionales que innoven, que planteen variaciones a los modelos de negocio tradicionales o soluciones reales y pragmáticas, y que respondan a las verdaderas necesidades de las empresas.

Hay que ir mucho más de las cifras y los índices. El camino de la competitividad es muy complicado, largo y empinado. Estado, universidad y empresa deben empujar la solución de este problema, ya que el éxito depende de ambos en el mediano y largo plazo. Claro está, siempre y cuando el país esté entre las principales preocupaciones de los actores mencionados.

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