Hace unos días tuve oportunidad de asistir a una presentación sobre perspectivas de la economía organizada por Apoyo Consultoría, reunión a la que ellos denominan SAE. Tras escuchar las diferentes opiniones de sus especialistas, y luego de conversar con otros asistentes a la reunión, me quedé con dos grandes conclusiones: la primera es que la supuesta crisis de la que habla el gobierno no es tal. Es cierto que la economía crecerá menos que lo esperado, pero tampoco se trata de una caída dramática. No creceremos 7%, pero el poco más de 5% que tendremos este año no es para pensar en una crisis.

No hay que olvidar que en 2009 el PIB peruano cayó a 0,9%, luego de haber estado entre 7% y 10% durante los cuatro años previos, y nadie habló de una crisis. Ayudó a sobrellevar la crisis el que en 2010 PIB volviese a crecer a casi 9%, aun cuando la economía mundial seguía luchando por salir adelante. ¿Por qué entonces, tres años después, un crecimiento de 5% debería ser considerado una crisis? Es evidente que la crisis está en la cabeza del gobierno y que los empresarios, inesperadamente en estos tiempos de crisis internacional, son más optimistas.

La segunda gran conclusión que me llevé de la reunión fue que esta caída en el crecimiento de la economía, o crisis como torpemente la llamó el gobierno, podría durar un par de años a lo sumo. ¿Serán muy optimistas los empresarios peruanos o realmente será corta esta desaceleración? Sobre esto cada uno puede tener su propia opinión, pero dados los recientes anuncios del ministro de Economía, Luis Castilla, sobre el crecimiento de la economía para 2014 y 2015, es claro que el período de desaceleración será corto.

Es verdad que los estimados son menores a los que se tenían un año atrás, pero el crecimiento será mayor que el de este año. Es más, no escuché en ninguno de los empresarios asistentes algún temor sobre un futuro recesivo. Para todos 2015 y 2016 serán años buenos. ¿Será acaso 2015 el año de inicio del próximo ciclo de crecimiento económico? Las apuestas, al menos, se concentran en ese año.

Si bien ambas conclusiones me parecieron importantes y positivas, yo mismo tenía esa opinión antes de ir a la reunión. Fueron las acciones que me contaron que los empresarios están tomando en esta época de menor crecimiento lo que realmente me sorprendió. En épocas de crisis de antaño –yo he pasado varias y puedo dar fe de ello–, era común escucharlos hablar de ajustes de costos para evitar que sus utilidades se vean afectadas.

Ajustes que normalmente empezaban con grandes recortes de personal, que al menos en la práctica parece lo más fácil de implementar. Sin embargo, su estrategia esta vez era diferente: querían invertir en mejorar su recurso humano durante esta época. Por vez primera los escuchaba decir que querían gastar más en una época de desaceleración, pues su estrategia sería mejorar sus ingresos y reducir sus costos. Su argumentación era simple: es fácil despedir gente, pero volverla a conseguir después es muy complicado, y el tiempo que toma que esta nueva gente se asiente en la empresa significaría perder la mitad de la siguiente ola de crecimiento.

En términos sencillos: preferían contar con mejor personal para enfrentar la crisis –para no desentonar con el Gobierno– y llegar muy bien preparados a la nueva ola de crecimiento.

Una apuesta que en el pasado hubiera parecido una locura, pero que hoy guarda mucha coherencia. Si se estima que la crisis será corta y se tiene en cuenta que las empresas peruanas tienen hoy una mejor espalda financiera que en el pasado, producto de casi veinte años de crecimiento ininterrumpido, no parece una apuesta insensata. El buen ánimo de los empresarios por invertir es una señal positiva en esta época de incertidumbre que desató el gobierno.

Si los empresarios se alistan hoy con la gente adecuada, no nos sorprendamos en la próxima ola de crecimiento mundial que las compañías peruanas resalten entre las de la región como las que más crecen y se expanden internacionalmente.