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Perú: ¿país de empresarios o de desempleados sin seguro?
Vie, 08/10/2010 - 10:50

Patricia Teullet

Pymes: entre el romanticismo y la dura realidad
Patricia Teullet

Es economista de la Universidad del Pacífico. Ha sido responsable del manejo del mayor programa de nutrición infantil en el Perú. Asimismo, ha sido viceministra de Economía, en el ministerio de Economía y Finanzas, y viceministra de Desarrollo Social en el Ministerio de la Presidencia de Perú.

Aarón hace maniquíes. Pero la gran tienda a la que se los quería vender compraba solo productos importados, asegurándose una calidad homogénea. Un día le pidieron reparar dos. Lo hizo gratis (y bien). Semanas después, le pidieron reparar 15 más. Cobró por los 17. Pero, aun teniendo un buen producto, no le compraban; la ‘política de la empresa’ era importarlos.

Para la inauguración de una nueva tienda se atrasó el embarque y los maniquíes importados no llegaron a tiempo. Le pidieron los suyos en alquiler. Los prestó, gratis, y le ‘ligó’ una invitación al cóctel. Lo presentaron con el gerente que examinó los maniquíes (que costaban varias veces menos que los importados) y le dijo: “de ahora en adelante los maniquíes se compran en el Perú”.

Una nueva política que no se consiguió porque Aarón fuera a reclamar al gobierno que interviniera a su favor, sino porque demostró que podía hacer las cosas mejor que cualquiera.

Y es que las relaciones entre gobierno y empresa se dan en distintos planos (desde la obtención de licencias hasta las compras públicas), son conflictivas, asimétricas y hasta costosas (para cualquiera de las partes). Cuando en su reciente visita a Lima le preguntaron a Jack Ma sobre la relación que la pyme debía tener con el gobierno, con el conocimiento de millones de casos, contestó yendo al grano: “coquetea, pero no te cases”.

Contradiciendo el sueño de muchos que creen que la venta al Estado es la gran oportunidad de hacer dinero, advierte sobre los riesgos de esta relación, que puede beneficiar por corto plazo, ser el punto de partida para la consolidación de una empresa o terminar con alguien en la cárcel.

Las cifras del número de pequeñas y microempresas en el Perú son impresionantes: 5,6 millones que representan el 86% del total del empleo. Son impresionantes, pero… ¿Significa que somos un país de empresarios?

Veamos un poco la ‘letra chica’ de esos grandes números: el 86% de las empresas son informales. El 47% de los empleados no son remunerados. El 44% empezó su negocio por necesidad económica (¿falta de empleo?). Trabajan en promedio 63 horas a la semana y un tercio trabaja 90 horas semanales. Y esos millones de empresas y trabajadores aportan menos de la mitad del PIB.

Como el de Aarón, hay mucho casos de empresarios peruanos que comienzan con muy poco. Algunos comienzan con un sueño (como nos dice Jack Ma); sin embargo, probablemente la mayoría comienza con algo menos poético: la necesidad de generar ingresos para mantenerse ellos y a sus familias, porque no consiguen trabajo y nos tocó nacer en un país que tiene siete maravillas, pero no seguro de desempleo. Ni siquiera un buen sistema de salud o de educación pública.

Aarón tiene dos hijos. Ambos están estudiando su ‘segunda carrera’: contabilidad, administración, ingeniería y comercio exterior, todo adaptado a las necesidades de la empresa que su padre maneja. Cuando terminen sus carreras y puedan hacerse cargo del negocio, Aarón probablemente pueda tomarse uno período de vacaciones (¡!).

Yo conozco casos en que la primera pregunta del postulante a un empleo es la política de vacaciones y he encontrado muchachos que toman ‘años sabáticos’ cuando terminan la carrera universitaria y hasta la secundaria. Cosas de un país en que las oportunidades no se han repartido por igual y mucho menos en función a los méritos. Todavía; ya vendrá.

A Aarón y a su familia, así como a Christian, Juan José, Eduardo y Martín se les nota orgullosos y felices, a pesar de la falta de vacaciones. No sé si lo que tienen en común es un sueño; pero es claro que lo que sí tienen es pasión por lo que hacen.

Para ellos ganar dinero es importante, pero el trabajo del día a día, el triunfo diario sobre los trámites burocráticos, la falta de infraestructura, la inseguridad, la dificultad para obtener financiamiento y la competencia, lo es aún más.

En resumen, tal como dicen los expertos, hacer empresa comenzando desde cero es tener un sueño y tratar de hacerlo realidad manteniendo viva la pasión. Pero, por sobre todo, significa realizar el esfuerzo todos y cada uno de los días porque, aunque vamos mejorando, para la mayoría, “la calle está dura”.

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