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¿Por qué salí de Twitter?
Mié, 06/04/2011 - 16:37

Ibsen Martínez

¿Por qué salí de Twitter?
Ibsen Martínez

Ibsen Martínez es escritor y ensayista venezolano. Su trabajo puede leerse regularmente en publicaciones locales tales como los diarios “El Nacional”, “Tal Cual” , “El Mundo, economía y negocios”, y el semanario “Zeta”, todos de Caracas (Venezuela). Ha sido colaborador de medios extranjeros como “El País”, “ABC/abcd” (suplemento cultura del diario “ABC”) y “El  Mundo”, de Madrid (España). También de “El Espectador” de Bogotá (Colombia), así como de las revistas literarias y de ideas “Letras Libres” de España, y El Malpensante, de Bogotá (Colombia). Desde 2005 he escrito  ocasionalmente en inglés para “Foreign Policy”, “The Washington Post” y durante cinco años para la página estadounidense “Econlib.org”, especializada en temas económicos.

Hace pocos días "me salí" de la red social Twitter. Recurrí para ello a una página de servicio, una website de acceso libre cuyo lema es "¡Vuelva a tener amigos reales!". Se llama Web-0.2 Suicide Machine.

Permítame detenerme durante un párrafo o dos en las motivaciones de los chicos holandeses que mantienen este portal web.

Para empezar, tienen mucho sentido del humor (negro). La idea de ofrecerse como una máquina para suicidas responde a la concepción pesimista que tienen de las llamadas "redes sociales": para ellos, las redes son un limbo de soledades narcisistas, un hiperespacio de inconducente banalidad. Lo más grave, y de ello no cabe duda, es que nada hay más aniquilador de la productividad personal, en especial la de aquellos que, como este escribidor, vivimos de exprimirnos la mollera tecleando a toda máquina contra una fecha fija, que la compulsión de "entrar un momentito a ver qué hay en Facebook".

Sostienen los "webmasters" de esta máquina para suicidas que la adicción internética que producen las redes sociales en el humano común, con su perenne invitación a pronunciarse instantáneamente sobre esto o aquello en menos de 140 palabras, es una amenaza letal a la capacidad de relacionarnos con el mundo desde los valores seculares del humanismo.

Sostienen que la sensación de estar "comunicados" es ilusoria; que el frenesí "twitérico" o la compulsión de compartir "links" de prensa, fotos y videos personales, poemas, refranes, canciones, felicitaciones y, sobre todo, opiniones instantáneas sobre asuntos complejos, tal como ocurre en Facebook, es, en lo esencial, inconducente, como todo frenesí.

Facebook es para ellos, en el mejor de los casos, una vitrina de narcisistas, campo catártico para señoras solas, sala de espera de los desconocidos de siempre. 

Me apresuro a decir que de Facebook me hago una opinión distinta, entre crítica y benévola. No así de Twitter.

Los chicos de la máquina virtual para suicidas no niegan, por cierto, el potencial de las nuevas tecnologías; tan solo se ofrecen a ayudar a protegernos de sus efectos más disolventes: convertir a los internautas en triviales mamadores de gallo parados en una esquina del hiperespacio. Parlanchino té-canasta de "marujas" de la red.

¿Por qué llaman a la suya "máquina para suicidas"? Porque nos proponen "suicidarnos para la red social". ¿Por qué esta eutanasia virtual? Ah, porque están atentos a borrar todo vestigio de tus datos -códigos, fecha de cumpleaños, teléfonos celulares, cuentas de correo electrónico, etcétera- de los cuales, según muchas denuncias, hacen uso indebido las redes, incluso mucho después de tú haberlas abandonado. La muerte asistida que ofrece "Suicide machine" te saca para siempre de la esfera virtual.

Con todo, y valgan lo que puedan valer las de estos muchachos, hay razones menos "humanísticas" para poner en duda el valor que comúnmente se le otorga a Twitter, por ejemplo, cuando se habla de movimientos sociales y políticos.

En efecto, una de las supersticiones comúnmente asociadas a Twitter -del mismo tipo de las que, en su momento, alentó Facebook- es la de que constituye una herramienta invalorable para enfrentar gobiernos tiránicos. Moldavia, el Día Mundial contra las FARC, las movilizaciones de la oposición iraní, son algunas de las experiencias en las que Twitter, por ejemplo, ocupa un lugar destacado en los reportajes.

Mirándose en el espejo de Moldavia e Irán, el buen twittero opositor venezolano quizá siente que tiene un motivo de autocomplacencia moral al pensarse émulo de aquellos denodados luchadores democráticos.

Sin embargo, hay una masa de evidencia, acopiada últimamente por estudiosos especialistas en el tema de las redes sociales que debería ser, por decir lo menos, descorazonadora para quienes pasan el día enviando sarcasmos de 140 palabras contra Chávez y "retwitteando" las triviales bagatelas de Alberto Federico Ravell o las babiecadas de Simón Alberto Consalvi. No menos inconducente es la "lumpentwittería" chavista, dedicada a la aspersión de léxico cloacal, fanáticas soflamas, amenazas, descalificaciones e insultos.

Para empezar, echemos un vistazo a las cifras duras de las redes sociales.

Mientras usted lee esto -si es que ha llegado usted hasta aquí- el número de twitteros en el mundo rebasa ya los 27 millones, de los cuales se calcula que los venezolanos hacen 10%. No en balde Gaby Castellanos, reputadamente la mayor twittera de Europa en número de seguidores y "tweets" enviados, es venezolana.

La mayoría de esos twitteros ignora algo que la revista especializada Wired publicó: 71% de los tweets enviados en todo el mundo son ignorados por completo. ¡Qué manera de desperdiciar el tiempo!

2.- Una compañía canadiense -Sysomos- dedicada al análisis del impacto de las nuevas tecnologías y en especial de las redes sociales, condujo un estudio cuya metodología es sumamente escrupulosa: más de 1.200 millones de mensajes, enviados en el mundo entre agosto y septiembre de 2009, fueron seguidos atendiendo no al contenido de los tweets, sino meramente a su trayectoria.

Descubrieron que siete de cada diez tweets se pierde en el astral hueco negro del olvido, sin ningún tipo de reacción detectable. Del resto, solo 6% obtiene un "retweet". El 92% de esos retweets ocurre durante la primera hora. Al someter estas cifras a un estudio probabilístico, se arriba a un resultado sorprendente: ¡menos de uno de cada 200 tweets es "retuiteado" una vez ha transcurrido esa primera hora!

Dicho de otro modo: una hora después de que has enviado ese tweet, cuya composición en solo 140 palabras te ha hecho sentir muy ingenioso, tu mensajito -como dice la nota de Wired-, ya es historia antigua, menos que periódico de ayer.

Yendo más a lo profundo, los investigadores de Sysomos encontraron que 85% de los mensajes que tienen respuesta obtienen una y solamente una. 

Solo 10,7% obtiene dos respuestas y apenas 1,53% llega a suscitar tres comentarios sin llegar al "retweet". 

De modo similar a los retweets, 99,6% de las "@replys" ocurren en la primera hora.

(La revista Wired incluye una muy instructiva animación sobre el inquietante fenómeno de los tweets que no llegan a ninguna parte que puede leerse en http://www.wired.com/epicenter/2010/10/its-not-just-you-71-percent-of-tw...).

Mucho más podría decirse, al parecer, sobre el papel atribuido a Facebook en muchas iniciativas sociales globales, pero ello no solo no cabe en un tweet de 140 palabras y tampoco en las mil de un artículo.

*Esta columna fue publicada originalmente en ElMundo.com.ve.

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