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Primeros efectos de los nuevos impuestos en México
Dom, 26/01/2014 - 17:27

Iván Franco

México: mercados de consumo antes y después de la crisis
Iván Franco

Economista del ITAM (México), con estudios de Econometría en la misma institución. Es consultor de negocios para diversas organizaciones en America Latina. @IvanFranco555

En general, se puede decir que los primeros efectos de los nuevos impuestos en México han sido como se esperaban. No obstante, para conocer el impacto total sobre los precios al consumidor, se debe realizar un monitoreo durante todo el año para identificar tendencias y generar información que lleve a las empresas a maximizar su potencial, a defender el consumo y a limitar las pérdidas en bienestar para una economía que se asocian con los impuestos.

En términos generales, cualquier impuesto distorsiona la dinámica y el equilibrio de la oferta y de la demanda, porque impacta las decisiones de los productores y de los consumidores por la vía de los precios y de los volúmenes comerciados en el mercado. Adicional al impacto negativo en el consumo, existen otros efectos para la cadena de comercialización que modifican la forma en la que se subastan los precios de venta entre los intermediarios. Esto incide en la rentabilidad de todos los jugadores y por ende, en el desempeño de la industria.

En el caso de los impuestos establecidos en México, tanto a la producción (conocido como IEPS), como al valor agregado o IVA, los precios al mayoreo se tienen que renegociar a lo largo de la cadena de comercialización, es decir, desde el precio que cobra el productor al primer mayorista, hasta el precio final que paga el consumidor por el bien. Esta negociación ocurre porque el costo de producción o el precio al consumidor son diferentes con el nuevo impuesto. Aunque en el papel sean el productor y el consumidor quienes pagan el monto del impuesto, los mayoristas también absorben una parte o se benefician de las negociaciones de precios, de las cuales el mercado no siempre se percata.

En este sentido, cuando el gobierno grava un impuesto tipo IEPS, se espera que el productor sea quien tenga un mayor poder de negociación para establecer precios en los mercados al mayoreo. Ya que conoce cuanto le cuesta producir el bien, cuánto paga al gobierno de impuesto y cuanto les cobra a los intermediarios y detallistas por venderles. Mientras que con un impuesto tipo IVA que se aplica al consumidor en el punto de venta, se espera que sean los mayoristas quienes tengan mayor margen de negociación y posibles ganancias, ya que ellos pueden modificar los precios de tal manera que se repartan los montos del impuesto entre productores, consumidores y entre ellos mismos. 

Ahora bien, ¿cómo inciden estos argumentos en la realidad?

Los primeros efectos. Un impuesto a la producción o al consumo, tiene que reflejarse inmediatamente en los precios finales en los puntos de venta. Por ejemplo, el IVA de 16% a los alimentos para mascotas debió integrarse desde el primer día enero de 2014. Cualquier incremento de precios distinto al 16%, superior o inferior, tendría que ser explicado por la dinámica inflacionaria de los costos de producción. Para confirmar lo dicho, utilizamos el subíndice correspondiente de inflación de la primera quincena de enero de 2014. El precio de alimentos para mascotas se incrementó 12% en comparación con la segunda quincena de diciembre de 2013. Es otras palabras, en promedio, los precios de alimentos para mascotas aumentaron 12% en un periodo de 15 días. Nada sorprendente considerando que el impuesto de 16% entraría en vigor y de forma generalizada en enero de 2014.

Por otro lado, cuando se compara la primera quincena de enero de 2014, contra la primera de enero de 2013, la inflación de alimentos para mascotas fue 15.1%. Esta es una medición de tendencia –porque aísla el efecto inercial y estacional de la subida de precios del mes inmediato anterior– y sirve para entender mejor la trayectoria de la inflación a lo largo del año y su tendencia. Ambas mediciones se acercan al 16% aunque se ubican por debajo, lo que puede ser tomado al menos por ahora, como una buena noticia. Evidentemente, una escalada de precios en 2014 no dependerá únicamente del impuesto, pero es un hecho que habrá un componente de 16% que debe aplicarse por este concepto. Es posible que durante la segunda quincena de enero, los precios de alimentos para mascotas suban un poco más hasta coincidir con el 16% y en meses posteriores, los precios suban únicamente para reflejar mayores costos de producción. Sin embargo, con la cantidad de intermediación que existe en la industria no es posible pronosticar un comportamiento tan ordenado de los precios y, menos aún, predecir quienes están absorbiendo los montos del impuesto y con qué estrategias, a menos que se haga un monitoreo de precios durante todo el año. 

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Analicemos ahora los impuestos IEPS. Por un lado, tenemos un impuesto fijo para los refrescos de 1 peso por litro producido y por otro lado, un impuesto fijo de 8% para alimentos con alto contenido calórico. Como mencionamos, cuando se grava un IEPS, el productor es quien tiene más información y por ello más capacidad de negociar sus precios en mercados al mayoreo o directamente en el punto de venta. El productor decide qué tanto del impuesto desea absorber a fin de mitigar el impacto negativo en la demanda, o bien, tiene información de cuanto se traslada y de qué forma hacia la cadena de comercialización. 

Comencemos con el caso de los refrescos. De acuerdo con las cifras de inflación, durante la primera quincena de enero de 2014, los precios de los refrescos envasados aumentaron 11,4% comparado con los precios de la segunda quincena de diciembre de 2013. El precio final de un refresco de cola oscila alrededor de 13 pesos en presentación de botella de plástico de un litro, mientras que el impuesto representa un 8% de ese precio. Esto significa que un solo peso de impuesto a la producción está lastimando a las empresas refresqueras de manera significativa. Más aún, si consideramos presentaciones muy populares y poco rentables, que son las botellas de plástico de 600 ml. y de 1000 ml. Producir un litro de refresco cuesta lo mismo independientemente de la presentación, pero el precio al consumidor es completamente distinto cuando cambian el empaque y la cantidad. Las empresas productoras de refrescos cuyo portafolio está enfocado en las presentaciones menos rentables se están viendo forzadas a trasladar al consumidor una parte más que proporcional del impuesto de 8%. De entrada, podemos decir que el planteamiento de este impuesto por parte del gobierno tiene fallas de apreciación y quizá no consideró los impactos totales, por lo que habría que revisarlo. 

Por otra parte, si consideramos la tasa de inflación que compara la primera quincena de enero de 2014 contra la misma quincena del año anterior, la inflación de refrescos fue de 15,1%. Históricamente, la inflación quincenal promedio para refrescos es de aproximadamente 3,5%, por lo que el diferencial de 11,4% es precisamente, atribuible al impuesto IEPS. 

En el caso de la industria refresquera existe poca intermediación. El productor negocia precios directamente con el minorista. Por ello, a fin de no afectar el consumo durante 2014, es muy importante que los productores comiencen a internalizar una mayor proporción de los costos, ya que el efecto inicial del IEPS en una de las 24 quincenas del año, fue muy significativo. De otra forma, el año será aún más difícil de lo que se avizora.  Posiblemente, los productores tendrán que trabajar con su portafolio y migrar a presentaciones que sean más rentables para ellos, pero más caras para el consumidor. También, si disminuye la demanda de refrescos por los mayores precios, se esperaría que el consumidor cambie a presentaciones menos rentables para el productor, cuyo precio promedio por litro sea menor para no afectar su consumo, por ejemplo, las presentaciones de 2 litros o más.

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Finalmente, analicemos los alimentos con alto contenido calórico sujetos a una tasa fija IEPS de 8%. En general, estos productos presentaron inflaciones menores al 8% en términos quincenales (comparando enero de 2014 contra diciembre de 2013). Por otro lado, presentaron tasas de inflación superior al 8% a tasa quincenal interanual, como el caso de las papas fritas y los dulces, cajeta y miel. Mientras que el chocolate aumentó solamente 5,6% también a tasa quincenal interanual. Estos precios contrastan con lo sucedido en la industria refresquera donde la variable que incidió en los precios fue la rentabilidad. En el caso de los alimentos altamente calóricos, debemos seguir de cerca la evolución de sus precios para poder pronosticar los efectos en el consumo en meses posteriores. Es posible que por la mayor rentabilidad relativa de estos bienes, los productores estén mejor posicionados para absorber el impacto del IEPS. O bien, puede ser que la estabilidad de costos que está experimentando la industria y que se refleja en las cifras de inflación de 2013, esté ayudando a los productores a mitigar el impacto del impuesto en los precios finales.

Conclusión. Los impuestos IEPS e IVA son una realidad y están impactando a la economía y al consumo, no obstante, están cumpliendo su fin recaudatorio. Una vez concluido el año, ambos impuestos tienen que ser revisados en función de sus efectos netos y de ser necesario, deben reformularse. Para lo que resta de 2014 sólo nos queda realizar un monitoreo y análisis continuo, así como documentar el desarrollo de los mercados afectados. Más importante aún, las empresas tienen que informarse y entender cómo funcionan estos impuestos en la realidad, quiénes ganan y quiénes pierden. El gobierno no va a realizar una evaluación completa de los efectos de los impuestos porque su incentivo es únicamente recaudar. En este sentido, la parte política y el cabildeo tendrán que esperar hasta el final del año. Claro que esta vez, con una mejor preparación y con mayor información de soporte.

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