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"Prospera", y los programas sociales en México
Jue, 11/09/2014 - 09:03

Yuriria Sierra

Latinoamérica contra el narco
Yuriria Sierra

Yuriria Sierra es conductora de Cadena Tres Noticias y de Imagen Informativa (México), así como columnista habitual de Excélsior.

Los procesos de derrumbe —de los individuos y las sociedades— se precipitan ante la incapacidad de cambiar aquello que no funciona. Y eso como una necesidad urgente, porque de lo contrario estamos destinados a repetir patrones, a vivir en círculos. Lo vemos en nuestro país todos los días. México, tan lleno de talentos y de ganas, como de 53 millones de pobres. Generaciones enteras que no han logrado cambiar su estatus económico. Familias enteras en las que fueron pobres los abuelos, después los hijos y ahora los nietos.

¿Qué ha pasado que los programas de desarrollo social no han alcanzado para que la cifra de pobreza en nuestro país se reduzca de forma significativa? Y no es que no se tengan programas de asistencia, tal vez es sólo que no se han hecho lo cambios necesarios para que éstos logren mejor su cometido. O no se habían hecho, al menos no con la mirada con la que ahora se espera. El programa Prospera que se presentó la semana pasada, es el nieto de aquel llamado Progresa, que después se llamó Oportunidades. Y la necesidad del cambio se deberá a que, en efecto, es momento de integrar el tema de la pobreza como un asunto integral.

Este apartado ya no será operado en su totalidad por la Secretaría de Desarrollo Social que hoy encabeza Rosario Robles, será también completado con las acciones que se realicen de la mano de otras secretarías: Hacienda y Crédito Público, Economía, Educación Pública, Salud, Trabajo y Previsión Social y Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación. Así como equipo, porque necesariamente lo que ocurra en asuntos de índole laboral —como los alcances de la reforma— tendrá repercusiones en los impuestos, en los ingresos. Y eso, indudablemente mejorará la calidad de vida de los ciudadanos: más alimentación, mejor rendimiento escolar y un largo etcétera. O al menos así se entiende a grandes rasgos.

“Se vincula con la Reforma Educativa de manera importante. Porque en la evaluación de los expertos, se decía que los niños ya estaban en un aula, pero no tienen calidad en su educación. Los niños de Oaxaca, Guerrero o Chiapas, que a veces no tienen clases. Si no hay calidad educativa, siguen estando en una condición de desigualdad (...) la educación es el igualador por excelencia. Entra la Reforma Financiera. Una parte importante será la inclusión financiera. Crédito, fomento al ahorro y seguros para seis millones de familias mexicanas que están fuera de los servicios financieros...”, me decía ayer en entrevista la titular de Sedesol.

Lo cierto es que este tipo de programas —de desarrollo social— dejan de ser enteramente asistenciales, como lo habían sido en otras ocasiones. Un cambio necesario, justo como estrategia para incluir nuevas formas de ayuda: “Tenemos que subir un escalón, retomando lo positivo del programa —Oportunidades—, pero planteando una puerta de salida, que era lo que se planteaba: entre peor estés, mejor, porque te vamos a dar una transferencia monetaria. Esto, las mujeres no lo reclamaban muchísimo (porque la mayoría de las beneficiarias son mujeres), nos decían que ellas sabían trabajar, que querían los instrumentos para salir adelante por nuestro propio pie...”. Es decir, lo que ahora se propone es crear una asistencia de corresponsabilidad: “Te vamos dar apoyo mientras tienes sustentabilidad y te puedes sostener por ti solo...”.

Y este es un cambio importante del que, según me dijo Robles, tendremos un primer corte de caja para inicios del próximo año. Una parte que, en lo personal, me parece atinadísima, es el nuevo apartado sobre la planificación familiar. Es siglo XXI y aún así hay quienes consideran que esto es cosa exclusivamente de mujeres. Pareciera que algunos hombres aún no saben que una vasectomía es mucho más sencilla (y hasta reversible) que un procedimiento equivalente en la mujer. Y es momento de que se le ponga empeño al cambio de ese chip, porque una sociedad machista está condenada a producir sólo la mitad...

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx

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