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¿Puede comprarse el voto en México?
Jue, 09/02/2012 - 14:43

Leo Zuckermann

¿Puede comprarse el voto en México?
Leo Zuckermann

Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.

En México hay muchos políticos tentados a comprar el voto ciudadano. Ofrecen cemento, despensas y hasta dinero. La pregunta es si funciona esta estrategia tramposa.

Un “operador electoral” de la vieja escuela priista me confesó un día que no era fácil comprar el voto en México. Los electores agarraban todo lo que les ofrecían los distintos partidos y luego votaban como se les pegaba la gana. He ahí el reto para los supuestos “compradores” de voto: ¿cómo asegurar que la gente vota como ellos quieren que voten?

Últimamente he escuchado la historia de que a los votantes, en una casa cercana a la casilla, les dan un celular con cámara. Les piden que vayan a votar y traigan de regreso la imagen de la boleta en la que sufragaron. Al comprobarse que votaron por X, les dan el “apoyo” prometido. La historia suena creíble. Sin embargo, hasta ahora nadie ha presentado una prueba de que existe este tipo de compra de voto a cambio de la comprobación fotográfica. Quiero pensar que, si un partido opositor se enterara de la existencia de una operación de este tipo, iría a grabarla y nos darían a los medios el video. Que yo sepa, no ha ocurrido. Y, mientras no haya pruebas, la historia de los celulares parece más legendaria que real. A menos que todos los partidos estén coludidos en esta práctica ilegal, lo cual también parece irreal.

Trato este tema porque en la elección interna del PAN se habló mucho de que Ernesto Cordero ganaría la candidatura presidencial porque tenía múltiples “operadores” que se encargarían de procurar votos a su favor. En entidades gobernadas por el PAN, la operación correría a cargo de los mandatarios. En las otras, pues se habrían contratado “especialistas” en la materia.

Veamos los resultados. Los únicos dos estados en donde gobierna el PAN que ganó Cordero fueron Baja California Sur y Sonora, por una diferencia de dos a uno. También en Puebla, gobernada por una coalición. Y en otro estado “aliancista”, Chiapas, donde el presidente Calderón tiene una buena relación con el gobernador Sabines, ganó dos a uno.

En estados que no gobierna el PAN, Cordero triunfó en Nuevo León, al parecer gracias a la ayuda del alcalde de Monterrey, Fernando Larrazabal. También se alzó con la victoria en Zacatecas y Campeche, por estrecho margen. Todos los demás estados, los perdió, incluido Guanajuato, donde supuestamente lo apoyaba el gobernador Oliva.

¿Qué pasó? ¿Dónde quedó la “operación” electoral a favor de Cordero?

Él tendrá que hacer su evaluación. No dudo, sin embargo, que muchos lo hayan engañado. He visto varias veces esta historia: la del político que piensa que va a ganar, a pesar de lo que dicen las encuestas, porque “le venden” una “operación de tierra” maravillosa pero, a la hora de la verdad, pierde como predecían las encuestas. Y es que hay muchos pillos en este “mercado” ilegal de “compra” de votos. Los supuestos “operadores” se acercan al candidato: “No se preocupe, nosotros ya tenemos todo organizado; sólo es cuestión de repartir tantos millones de pesos”. Los políticos, deseosos de ganar, les entregan el dinero. Viene el día de la elección y los votos no aparecen. “Disculpe usted, pero nos falló el operativo”. Como no hay contratos formales ni manera de penalizar los malos resultados, pues el candidato tiene que tragarse el sapo.

¿De verdad hay operativos? ¿Se trata de comprar el voto? ¿Se reparte dinero? ¿Los votantes cumplen o votan como se les da la gana? ¿Acaso no es posible que “el operador” se robe la gran mayoría del dinero?

Difícil decirlo. Yo tengo la impresión de que muchos de estos “operadores” son en realidad unos truhanes que se aprovechan del deseo de ganar de los candidatos. Muchos panistas, que están convencidos de que así les ganaba el PRI, están aprendiendo esta lección amarga: la del engaño electoral de supuestos “operadores”. Se la hubieran podido ahorrar tan sólo con preguntarle a Francisco Labastida dónde quedaron los mil millones de pesos del Pemexgate, por ejemplo.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.

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