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¿Qué esperar de China en crisis global?
Mar, 15/11/2011 - 09:41

David Tuesta

Crecimiento, pobreza  y clases medias
David Tuesta

Director de la unidad de tendencias globales, BBVA Madrid.

En el actual escenario de incertidumbre financiera, y estando la economía del Viejo Continente jugando al límite de lo posible, es usual escuchar la mención de varios entendidos respecto a que las consecuencias de una caída desordenada de Grecia y su impacto en la Eurozona podría ser evitada o balanceada (dependiendo del momento) por una intervención de China, sea involucrándose directamente en el problema, o a través de un fuerte impulso en su propia economía, lo que se reflejaría en una mayor demanda mundial. De hecho, durante la primera quincena de setiembre, surgieron comentarios respecto a la compra del gobierno chino de bonos italianos, lo que se interpretó como una pequeña muestra de su compromiso con Europa. Asimismo, en fechas similares, el primer ministro Wen Jia Bao declaró que “China está lista a brindar su apoyo y continuará invirtiendo en Europa”.

Es cierto que China tiene gran interés en que Europa no se desplome. Más allá de las implicancias del impacto global que podría traer una caída de Grecia y sus efectos colaterales, hay que considerar también que China se vería afectada directamente, dada la importante tenencia de bonos europeos en su poder. En el ámbito del comercio internacional, Europa se constituye en el segundo socio comercial más importante.

Adicionalmente, dentro de su interés de internacionalización del renminbi y de balancear el peso específico de sus reservas internacionales denominadas en dólares (que representa dos tercios del total), poco favor le haría una caída del euro al gigante asiático.

Lo anterior podría llevar a pensar también en una intervención del gobierno chino en su propia economía, de manera parecida a la actuación que tuvo en la crisis post-Lehman, en que lanzó un fuerte programa de inversión pública (infraestructuras, fundamentalmente) que en gran medida ayudó al mundo a paliar el fuerte desinfle de ese entonces.

Cabe señalar que la formación bruta de capital pasó de poco más del 40% del PIB en 2007 a 50% del PIB al cierre de 2010. ¿Podremos esperar de China una respuesta con la misma contundencia si se produce un descalabro en Grecia con consecuencias en el resto de Europa, Estados Unidos y el mundo? Hay que pensarlo un poquito ahora.

Creo que pocos dudan del potencial que tiene China de convertirse en el largo plazo en la primera economía del mundo. Actualmente ocupa el segundo lugar después de Estados Unidos y por encima de Japón. Ello, sin embargo, no quita el hecho de que su modelo de expansión pueda enfrentar en determinados momentos desequilibrios que requieran corrección desde adentro, o que los mercados se encarguen de corregirlo.

Todo parece indicar que los chinos saben que el momento de hacer correcciones ya llegó, y de hecho ya lo han estado haciendo, al menos desde el lado monetario -ante el temor inflacionario- y de algún modo con medidas que limiten el crédito a viviendas.

El modelo chino, basado en el crecimiento exportador y fuerte inversión en infraestructura, tiene sus límites, y más aún en las circunstancias actuales, en que cada vez más se incrementan las sospechas de problemas en su financiamiento, asociado a la calidad de los proyectos de construcción, y al grado de involucramiento del gobierno chino en la problemática, sea a nivel provincial o central. Si el nivel de endeudamiento de los gobiernos puede convertirse más pronto que tarde en un tema con el que lidiar, se ve complicado esperar de China una reacción similar a la que vimos luego del colapso del mercado subprime.

¿Se podría esperar un apoyo por el lado de un mayor consumo como muchos sugerimos? Sí, pero no tan rápido, y, además, se tendría que jugar contra el viento, pues China ha venido disminuyendo su nivel de consumo de manera consistente desde los 80, desde casi el 50% hasta cerca del 30% del PIB. Esto, que tiene su correlato con el elevado nivel de ahorro, responde a problemas estructurales, como el bajo desarrollo del mercado financiero, ausencia de seguridad social, el rápido envejecimiento de la sociedad china, las grandes implicancias de la política de un solo hijo, entre otros.

Dadas estas circunstancias complejas en la economía china, es difícil pensar en un interés de estos en abrirse un frente adicional, con una intervención más directa sobre el problema europeo, comprando bonos soberanos en las circunstancias actuales. Mucha historia se viene tejiendo también en el ámbito de la política internacional. Se dice, por ejemplo, que una ayuda directa de China a Europa podría darse a cambio de ser reconocida como “economía de mercado” y de tener respaldo de sus “amigos” europeos en denuncias de dumping. Creo que al final las razones económicas primarán más que las políticas en estos tiempos convulsos.

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