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Se acabó el tiempo de Evo Morales
Lun, 11/11/2019 - 09:59

Johan Ramírez

Se acabó el tiempo de Evo Morales
Johan Ramírez

Johan Ramírez es periodista de Deutsche Welle.

El presidente Evo Morales no supo entender la crisis política que atraviesa Bolivia. Algo sorprendente para un hombre que estuvo en el poder desde 2006. Pero no solo no entendió que su imagen a lo largo de estos casi catorce años de gobierno se desgastó, sino que no supo leer los tiempos, que en política, no perdonan.

Morales ignoró el resultado del referendo del 21 de febrero, en el cual los bolivianos dijeron "no" a su aspiración de hacerse reelegir a un cuarto mandato consecutivo. Aquel fue un primer mensaje que el mandatario no comprendió: más de la mitad del país quería una transición, y eso, en democracia, es sagrado. El líder boliviano no supo leer que su tiempo como autoridad máxima del país reclamaba un cambio, y en lugar de impulsar una nueva candidatura dentro de su propio partido, con lo cual el MAS habría seguramente permanecido en el Palacio Quemado, le buscó a este escollo una vuelta legal para poder presentarse a las elecciones.

Durante la campaña, no cesaron las manifestaciones en su contra, y así llegó al 20 de octubre. Morales no solo estaba empeñado en ganar, sino en ganar en primera vuelta. El informe preliminar de la OEA dejó al descubierto una serie de irregularidades graves, "manipulaciones al sistema informático" que habrían traicionado la confianza del voto popular. Algo que en un país profundamente conservador y con tradiciones indígenas que contemplan incluso la transición de poder, difícilmente le podrán perdonar sus propias bases.

Tras la primera vuelta que declaró "vencedor" a Morales, la oposición salió a las calles a exigir la realización del balotaje. El mandatario no supo escuchar ese mensaje. Unos días después, la solicitud evolucionó, y la oposición comenzó a exigir la anulación de esos comicios y la realización de una nueva elección. El mandatario no supo escuchar ese mensaje.

La exigencia continuó creciendo, y desde hacía una semana la oposición exigía su renuncia cada vez con mayor contundencia. El sábado, Evo Morales dirigió un mensaje a la nación en el que mostró una vez más que no estaba entendiendo nada: denunció un golpe de Estado, llamó a sus bases a movilizarse para defender su gobierno, habló de racismo, no se refirió a las reivindicaciones que pedían los policías amotinados en casi todo el país, y aunque convocó a un diálogo, no incluyó en este a los comités cívicos, que son los verdaderos líderes de la oposición en esta coyuntura.

No reconocer a estos comités y su enorme poder de convocatoria, su autoridad legitimada por el respaldo popular y la robustez que ahora exhiben como movimiento social, fue su último error político. Su discurso radicalizó aún más las protestas opositoras, a lo que se sumó el pronunciamiento de la OEA.

Este domingo, Evo Morales despertó al país con su llamado a nuevas elecciones. Pero señor presidente, su anuncio llegó con por lo menos diez días de retraso. Ahora las calles celebran su salida del poder.

La crisis alcanzó un punto de no retorno: la Policía y las Fuerzas Armadas le dieron la espalda, y difícilmente saldrán a reprimir a la población, de modo que estamos presenciando un momento histórico en el que un presidente arrinconado ya no tuvo tiempo para resistir. 

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