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Si los argentinos no quieren ajuste, Cambiemos no podrá cambiar nada
Mié, 09/03/2016 - 09:21

German Fermo

Argentina en default: la única opción es una solución de mercado
German Fermo

Germán Fermo es Director de MacroFinance y de la Maestría en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella (Argentina). Posee un Ph.D. en Economía en la  Universidad de California y una especialidad en estrategia de opciones en ETF's y monedas.

A todos los argentinos les digo que sin sacrificio el cambio será imposible. El gradualismo es un verso que nos estamos contando a nosotros mismos y finalizará con endeudamiento sin ajuste fiscal. No quiero terminar así otra vez más. Yo estoy, ¿Ustedes, están? ¿Cuál es el ADN que nos define como sociedad? El pancho y la Coca-Cola ¿Es eso sólo? ¿Así somos como sociedad? ¿Hay alguien en este país que sea lo suficientemente ingenuo o mentiroso para creer que un cambio contundente será socialmente gratis?

Estamos muy cerca de terminar un default que comenzó con aplausos y carcajadas en 2001. De hecho, no sólo fue el Congreso el que festejó de manera grosera sino que gran parte de la sociedad argentina sintió que no pagarle a nadie era un buen trato. A esos que festejaron les recuerdo que hoy, marzo de 2016, que todavía estamos pagando los costos de semejante barbaridad. Y también observo que los argentinos se confunden ampliamente en la raíz del problema. A la hora de no pagar la deuda le enchufamos la culpa a Wall Street y al capitalismo despiadado, sin considerar que lo único buitre verdaderamente en este país es la elite política que alimenta un permanente exceso de gasto público por sobre la capacidad razonable de generar ingresos en el fisco. La raíz de todos los problemas económicos de este país es siempre la misma: déficit fiscal, no intenten encontrar otra explicación, el buitre es el estado Nacional y provincial que no genera riqueza sino que la destruye. El default del 2001, así como la hiperinflación de Raúl Alfonsín, dos cisnes negros de la economía argentina, tuvieron la misma raíz: déficit fiscal.

Queda clarísimo que el gobierno maneja la palabra ajuste con una exageradísima prudencia, que si se torna excesiva, terminará por limitar las chances económicas y políticas de este ciclo. Escuché varias veces y en distintos foros decir que los cambios que deberían hacerse no pueden realizarse porque su costo político y social los tornaría inaplicables, relato nuevo, que parecería ser bendecido por los argentinos. Pues bien, si este es el nuevo relato, Cambiemos no podrá cambiar nada. Y si este fuese el caso, ¿quién es el verdadero responsable? ¿Nunca nos vamos a mirar el ombligo propio? ¿Siempre la culpa la tiene el otro?

Lamentablemente, somos una sociedad muy acostumbrada a vivir del Estado, una parte mínima del país se dedica a generar riqueza genuina en el sector privado y de esa mínima porción vive la república entera. Al argentino le gusta disfrutar los excesos del sobre-gasto mientras dura y se niega a pagar las consecuencias que dicho exceso seguramente ocasiona a largo plazo, llámenlo inflación o default. 

La déKada perdida fue un ejemplo grotesco, absurdo e incomprensible de monumental despilfarro fiscal que fue ampliamente avalado por la sociedad argentina, esa misma sociedad que ahora le teme al ajuste. Y en este contexto, el Gobierno actual no hace más que intentar manejar de la forma más decorosa posible los rezagos lamentables de dicho desmanejo. El gobierno de Mauricio Macri actúa con marcada timidez ante un ajuste fiscal que quizá no llegue nunca no porque sean necios, no porque desconocen el diagnóstico, sino porque saben que la sociedad argentina es una que se niega a ajustar.

Digo todo esto en un momento especial del país: Argentina está ante una inminente despedida de su default y esto augura peligrosamente el acceso a los mercados internacionales de deuda tanto para el fisco nacional como los provinciales, todos quebrados. Pero mi preocupación es que para evitar como me dicen una y otra vez el costo social del ajuste, quizá utilicemos la deuda sólo para camuflar el verdadero problema: déficit fiscal. A esta historia les recuerdo que ya la vimos y el último experimento de endeudamiento terminó en 2001 y hoy en día todavía no hemos podido dar vuelta de página.

Lamentablemente, el gobierno de Macri enfrenta a una sociedad que mayoritariamente votó por el cambio pero quiere cambio sin ajuste o sea, cambio gratis. A esa sociedad adolescente que siempre se confunde, a la que tanto le cuesta ver el árbol, les digo que en las condiciones actuales es imposible cambiar sin ajustar. Además les digo que el ajuste no es responsabilidad de quien corrige, sino de quien dilapidó en primera instancia. Es probable que los argentinos nos estemos mintiendo nuevamente, si querer cambiar implica a la vez no querer ajustar es altamente probable que este nuevo ciclo político y económico que si inició a fines del año anterior culmine como muchos otros: con déficit fiscal financiado con deuda y esto es explosivo.

Pero la carga no es del actual presidente, la carga está en nosotros, entonces: ¿estamos dispuestos a un verdadero cambio o es otro verso que nos estamos contando? cambiar para los argentinos necesariamente implicará un enorme sacrificio y no creo que estemos dispuestos a ello. 

Y los dejo con esta última reflexión: ¿qué tan perdedores queremos seguir siendo como sociedad? El problema está entre nosotros, el gobierno sólo es un reflejo de nuestra absurda debilidad. El cambio es endógeno a los argentinos, eximo al gobierno de semejante desafío. Entonces, ¿queremos cambiar? Está en nosotros la carga, dejemos de ser una república adolescente.

*Esta columna fue publicada originalmente en Sala de Inversión.

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