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Temer logró unir a Brasil
Lun, 29/05/2017 - 10:05

Jan D. Walter

Maduro no tiene cura
Jan D. Walter

Jan D. Walter es Redactor de Deutsche Welle.

Cuando a principios de mayo de 2016 se hizo cargo –inicialmente de manera temporal– de la oficina de la suspendida presidenta Dilma Rousseff, prometió unir al país. Seguramente él mismo no estaba seguro de si realmente podría cumplir esa misión. Más probable es que nunca se imaginó una investigación por corrupción contra sí mismo.

Pero eso exactamente fue lo que unió a un 95 por ciento de los brasileños en contra de él. Y el otro cinco por ciento restante probablemente tiene algún deseo de continuidad política, o tal vez piensa en razones de Estado o cualquier otro motivo no ideológico.

Impopular, turbio, poco fiable

Veamos: el presidente de Brasil ya era sumamente impopular cuando a mediados de mayo apareció un artículo de prensa revelando que supuestamente había pedido –o por lo menos animado– a los dos directores generales del mayor productor de carne del mundo, Joesley y Wesley Batista, pagarle a su compañero de partido Eduardo Cunha, ya encarcelado por corrupción, una suma de más de seis cifras por su silencio.

La acusación proviene de los propios empresarios, que presentaron como prueba una grabación de la conversación en cuestión. El hecho de que el presidente tardó varios días para finalmente decidir que -según él- se trataba de una falsificación, no hizo de su defensa algo precisamente muy creíble. Y así lo ven también los brasileños: el presidente debe irse, preferiblemente directo a la cárcel.

La gran limpieza

Eso sería una gran suerte para Brasil. Demostraría una vez más lo que últimamente queda más claro: nadie con las manos sucias está libre de la justicia. También los ricos y poderosos parecen ya aprender esa lección. Actualmente parece que todos están tratando de salvar su pellejo. ¿Por qué, si no, los barones de la carne entregaron al presidente a la justicia?

Temer reclama que los hermanos Batista se ganaron unos millones por las turbulencias monetarias tras la revelación, algo obviamente previsible para ellos. Pero aunque las ganancias en la bolsa por el uso de información privilegiada sea castigable, esto seguro no fue el motivo de los hermanos Batista para actuar como lo hicieron. Lo más probable es, que en vista de la gran limpieza, se convencieron de que es preferible presentarse ante el tribunal con un trato antes que presentarse sin un trato. Traición recompensada se llama eso en Brasil.

Confianza en el Estado de Derecho

El requisito previo para que Temer se convierta en el primer expresidente que tenga que ir a la cárcel es un proceso absolutamente limpio. Su culpa tiene que ser plenamente demostrada, aun arriesgando que salga sin que le toquen un pelo. 

Porque actuar otra vez violando la Constitución, como se hizo con Rousseff, para deshacerse de un presidente impopular, sólo mejoraría la imagen del Estado entre la población por corto plazo. El que quiere que los brasileños ganen confianza en las instituciones, tiene que asegurar un proceso limpio y –probablemente más importante aún– transparente.

Igual como sea que resulte el juicio, no debe haber espacio para que al final los ideólogos puedan explotar este caso para sí mismos. Si la justicia brasileña logra esto, realmente podría unir a todo el país. 

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