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¡Tiembla en Caracas!
Lun, 15/04/2013 - 17:02

Carlos Antonio Romero Mendez

Elecciones presidenciales en Venezuela: ¿final fotográfico?
Carlos Antonio Romero Mendez

Carlos Antonio Romero Méndez es venezolano y politólogo y doctor en Ciencias Políticas. Obtuvo la Licenciatura en Estudios Políticos y Administrativos en la Universidad Central de Venezuela en 1978, la Maestría en Ciencias Políticas en la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.), en 1979, y el Doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela en 1989. Es autor de cinco libros, más once en colaboración, ha publicado más de 100 artículos académicos y ha participado en más de 300 eventos académicos nacionales e internacionales como conferencista y panelista. El profesor Romero ha sido subdirector (1996-1998) y director, en dos ocasiones, (1998-1999 y 2005-2006) del Centro de Estudios de Postgrado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela; coordinador del Doctorado en Ciencias Políticas de esa Facultad (1992-1999); asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela (1991-1992 y 1999) y coordinador de varios proyectos internacionales de carácter académico, entre otros, con el Social Science Research Council (1989), la Fundación Tinker (1992 y 1993) y la Fundación Friedrich Ebert (2006 y 2011).

Venezuela entra en un periodo conflictivo a partir del resultado de la elección presidencial de ayer, considerado como un empate.

Estas elecciones sin Chávez perfilaron con una mayor nitidez el asombroso y complejo fraude sistemático realizado por el gobierno y el oficialismo.

En verdad, cuando se habla de la ventaja de la maquinaria, se está hablando no sólo de la posibilidad de movilización de los electores que tuvo el PSUV, con la ayuda de Pdvsa el 14 de abril, sino también del manejo sectario y ventajista de los recursos del Estado.

Cabe destacar en esta línea argumental cómo la red de comunicación del Estado, radio, prensa, televisión y medios alternativos y virtuales estuvieron a favor del gobierno y del oficialismo, en donde la manipulación de las imágenes y la narrativa empleada fue abiertamente montada a favor del candidato Maduro y en contra del candidato Capriles.

Pero a pesar de todo esto, a pesar del legado de Chávez que todavía pesa en la mente de muchos venezolanos y que se ha manipulado la imagen del fallecido líder a niveles pseudo-religiosos, no se pudieron ocultar los problemas heredados y de broma se pierde la apuesta.

Si Maduro logra posicionarse como nuevo presidente de Venezuela encontrará a sus puertas tres dilemas. El primero de ellos, ¿qué rumbo tomará su gobierno si es que puede mantenerse en el poder? 

¿Volverá atrás y renovará una línea reformista, conciliándose con la empresa privada mejorando el nivel de vida de los venezolanos, reduciendo el nivel de compromisos no petroleros de Pdvsa e invitará al capital foráneo privado a invertir en Venezuela, a la par de tener una política cambiaria más holgada? O por el contrario, ¿acelerará la línea radical que ha venido reiterando durante su presidencia interina?

Un segundo dilema que tendrá que resolver Maduro está relacionado con el tema militar. ¿Seguirá dándole privilegios materiales y simbólicos a la Fuerza Armada o reducirá sus niveles de poder? ¿Será la Fuerza Armada capaz de aceptar el liderazgo de Maduro?

Un tercer dilema tiene que ver con la población. ¿Podrá Maduro sostener el nivel de popularidad del gobierno y del oficialismo ahora que no está Chávez vivo?; ¿Qué hará Maduro para desarrollar una nueva línea de apoyo que carece de la fuerza carismática de Chávez?

Desde luego que esto es importante colocarlo dentro del contexto general en donde se dieron estas elecciones.

Recordemos que ellas se efectuaron dentro de un tiempo muy corto, con la asimetría de la cual ya dimos referencia, con el legado de Chávez aún presente y con la carga emocional que significa el chavismo sin Chávez.

Vale la pena destacar que la campaña electoral de Capriles fue muy superior en técnica y en mensaje a la de octubre de 2012 y que su discurso mejoró situándose en un perfil más combativo.

Y es precisamente este ventajismo el tema que ya había preparado Capriles para denunciarlo, de perder las elecciones y con un escaso margen.

Aparentemente, Nicolás Maduro es el nuevo presidente de la República con el 51% de los votos y pierde Henrique Capriles con el 49% de los votos, una diferencia de 235 mil votos, en el marco de una abstención de 21%.

Observadores imparciales alertaron que las diversas manifestaciones a favor de Maduro tuvieron poca concurrencia y que no hubo una sintonía con la gente. Desde la óptica de Capriles se dice que las manifestaciones opositoras fueron mayores.

Dos son las líneas gruesas que sobresalen en este momento a la hora del análisis.

No se consolidó el proyecto bolivariano y sus partidarios entran en la discusión sobre cuál camino va a dirigirse, hacia el reformismo, el modelo brasileño o hacia el radicalismo, el modelo histórico cubano.

La llamada “transición” se encontró con una serie de obstáculos para su realización: un pueblo chavista molesto porque no se le habló claro sobre la enfermedad del presidente; unas divisiones internas en el seno del PSUV, el típico desorden político que origina la sucesión de un líder carismático; la tentación de grupos opositores de buscar el poder por la vía no democrática y la tentación del propio gobierno y del oficialismo de radicalizar la revolución y echarle la culpa al “Imperio” de todos sus males.

Así las cosas, no cabe la menor duda que a pesar de lo que le pasó al presidente Chávez era una “crónica de una muerte anunciada”, se ha generado un profunda angustia en todo los venezolanos sobre qué pasará en el país. La incertidumbre marca cualquier proyección que se quiera hacer.

¡Mientras tanto, tiembla en Caracas!

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