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Trump transforma la Corte Suprema a su gusto
Mar, 10/07/2018 - 10:13

Michael Knigge

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Michael Knigge

Michael Knigge es periodista de Deutsche Welle.

Brett Kavanaugh no es Anthony Kennedy. La frase suena banal, pero resume el problema y el alcance de la nominación por Trump para la Corte Suprema. Kennedy fue indudablemente un conservador. Pero era un conservador interesado en el consenso y el compromiso. Algo que ya se reflejó en su nominación y confirmación: fue nominado por el republicano Ronald Reagan y confirmado por un senado controlado por los demócratas con una abrumadora mayoría de 97-0. Durante sus tres décadas como juez en la Corte Suprema, Kennedy se convirtió en un puente y un equilibrio a menudo impredecible en una corte cada vez más polarizada entre demócratas y republicanos.

Probablemente la prueba más importante de la independencia de Kennedy fue que este juez conservador se convirtió en un defensor de los derechos de los homosexuales y, entre otras cosas, consagró el matrimonio entre homosexuales en la Constitución. En otra decisión histórica, Kennedy votó a favor del permiso de quemar la bandera estadounidense porque lo veía como parte de la libertad de expresión. Lo hizo aunque, como él mismo dijo, no aprobaba esta decisión, pero le parecía obligatoria de acuerdo con su entendimiento de la ley y la Constitución.

El constructor de puentes se va

Ahora, todo eso es historia. Con Kennedy se va el último constructor de puentes en la Corte Suprema estadounidense. Es reemplazado por Brett Kavanaughs, un abogado extremamente conservador a quien Trump ha escogido exactamente por una razón: para que no actúe en forma tan volátil e imprevisible como Kennedy, sino para que sea por lo menos por décadas una voz confiable para la mayoría conservadora de 5-4 en la Corte Suprema.

Trump ya había prometido establecer una mayoría conservadora permanente durante su campaña electoral. Fue una jugada inteligente porque con ello convenció a numerosos republicanos que tenían sus problemas con Donald Trump. Como presidente cumplió con su promesa: el año pasado ya nombró al juez conservador Neil Gorsuch. Pero debido a que Gorsuch fue el sucesor del también juez conservador Antonin Scalia, la nominación para el puesto de Kennedy tiene otra dimensión. A diferencia del difunto Scalia, Kennedy no fue una voz permanentemente confiable para los conservadores.

Conservador confiable

Ese es exactamente el papel que recae ahora sobre Kavanaugh, según las esperanzas de Trump y de los republicanos. Y las esperanzas se podrían cumplir: al igual que todos los demás candidatos de Trump, Kavanaugh fue preseleccionado por la conservadora asociación de abogados Federalist Society y aprobado por su interpretación conservadora de la ley. Pero Kavanaugh no es solo en términos jurídicos confiable para los conservadores sino también políticamente. Trabajó durante cinco años en la Casa Blanca durante la presidencia de George W. Bush. Anteriormente había trabajado par el investigador especial Kenneth Starr. El informe Starr condujo a los procedimientos de destitución contra el presidente Bill Clinton.

Pero aunque Trump prometió nombrar a jueces conservadores para revocar la ley de aporto, la probable confirmación de Kavanaugh no significa que esto vaya a suceder pronto. Tampoco es probable que se anulen juicios de la Corte Suprema sobre el matrimonio entre homosexuales  u otras leyes antidiscriminatorias.

Rumbo retrasado hacia la derecha

Por lo contrario, cabe esperar una erosión duradera y gradual de los logros liberales en la sociedad a gran escala que podrían cambiar el país en los decenios que vienen. Con respecto a la ley de aborto, por ejemplo, en lugar de derogar directamente el fallo Roe contra Wade de 1974, podría haber un endurecimiento gradual de las condiciones, un acceso más difícil y un desplazamiento de la interpretación e implementación legal a los estados federales. Una estrategia de este tipo podría tener las mismas o incluso peores consecuencias a largo plazo que una posible prohibición, ya que se podría implementar de manera relativamente fácil.

Pero precisamente porque los efectos del reemplazo de la Corte Suprema no serían visibles inmediatamente, es importante aclarar: con la nominación y la probable confirmación por el senado de Kavanaugh, la Corte Suprema se dirige hacia la derecha. Al mismo tiempo, la división entre los jueces liberales y conservadores se profundiza. Con ello, el tribunal sigue con retraso los pasos de la política y sociedad estadounidense. Porque lo que pocos se pudieron imaginar antes de la candidatura de Donald Trump, se convierte ahora en amarga realidad. Con el presidente Donald Trump, Estados Unidos se ha polarizado aún más y es aún menos capaz de alcanzar un consenso que antes. Con la nominación de Kavanaugh, la Corte Suprema amenaza con convertirse en una pieza más en el sistema Trump, con consecuencias que podrían tener un impacto negativo más allá de su propio mandato.

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