Pasar al contenido principal

ES / EN

Un fin de año paradójico
Vie, 18/01/2019 - 08:38

Hernán Büchi

Chile: el debate sobre la educación
Hernán Büchi

Hernan Büchi fue Ministro de Hacienda de Chile.

La positiva evolución de la economía a nivel global, y en particular en EE.UU., parece incompatible con las volatilidades y fuertes caídas sufridas en diciembre por los principales índices de acciones. Es necesario mirar con más detalle lo que existe tras esta aparente paradoja. Después de todo, Chile podría esperar, en lo inmediato, un escenario externo amable, si lo que observamos en la economía hoy es el mejor indicador de lo que veremos a futuro. Por el contrario, si las tribulaciones bursátiles pronostican mejor lo que viene, el país debería prepararse para un ambiente externo más negativo.

Después de la crisis del 2008, el mundo y en particular EE.UU. no recuperaron su dinamismo previo. De hecho, se acuñó el concepto de "estancamiento secular". Se planteaba que, dado el envejecimiento de la población, la consiguiente disminución del crecimiento de la fuerza de trabajo y la productividad semiestancada, el progreso económico sería más débil a futuro. Algunos señalaron que no se podían esperar cifras mejores que el 1,5% anual para la economía norteamericana. 

Sin embargo, a partir del 2017, el dinamismo mundial se acentuó. EE.UU. ha visto tasas de progreso notables el 2018. El segundo trimestre creció un 4,2% y se estima un 3,5% para el tercero y 2,5% para el cuarto. Este ritmo debiera moderarse al avanzar el 2019, pero manteniéndose por encima del 2% en promedio. Europa tuvo peores registros en los trimestres recientes, pero es razonable esperar que también converja hacia el 2,0% el próximo año. China, en el intertanto, parece estabilizarse en una cifra levemente superior al 6,0%. Con ello, la economía mundial mostró un sólido crecimiento de 3,9% el segundo trimestre, y aunque el progreso se ha moderado durante los meses recientes, es posible suponer que estará, en promedio, sobre el 3,5% el próximo año. 

Los últimos datos de ventas del comercio en EE.UU., en la temporada navideña, muestran un panorama optimista y las utilidades de las empresas se han incrementado fuertemente. El desempleo está en uno de sus niveles más bajos y por primera vez existe un menor número de desempleados que puestos de trabajo disponibles en el país del norte. El precio del petróleo ha caído cerca del 40% en los últimos meses, a pesar de la recuperación de los últimos días. La razón de ello no es una menor demanda de crudo, que indicaría una debilidad en la economía, sino que se debe, en parte, a una oferta más abundante. La oferta de petróleo ha cambiado en forma notable en los últimos años. En la actualidad, EE.UU. es el principal productor, algo impensable hace poco tiempo. 

En esta perspectiva, la caída del precio del barril, si bien perjudica a países productores, es una buena noticia para la economía en general. La presión inflacionaria será menor y los consumidores seguirán disponiendo de mayores ingresos para gastar.

Este breve recorrido sobre la evolución de la economía en 2018 de ningún modo augura una crisis inminente. Por el contrario, permite visualizar un período de razonable estabilidad al enfrentar el 2019 que se inicia. Sin embargo, si miramos la evolución de los mercados de activos, la volatilidad de diciembre nos da una señal de incertidumbre y riesgo sobre el futuro. 

Luego que el índice Dow Jones subiera un 25% durante el año 2017, llegó a caer casi un 15% hasta la víspera de Navidad durante el 2018. Más aún, lo que descendió el mercado la víspera de Navidad es un récord histórico, al igual que la recuperación del día posterior a dicha festividad, que es el mayor avance diario en una década.

La caída del mercado se produce a pesar de que las utilidades por acción han aumentado un 25% en los últimos doce meses. La menor riqueza que este descenso genera tiene, por sí, un posible efecto negativo en el desempeño económico futuro. Sin embargo, es quizás más interesante desentrañar qué razones justifican estas volatilidades y caídas abruptas. Si las logramos conocer, podríamos coincidir o discrepar y con ello tener una mayor seguridad sobre la dirección de la evolución económica futura.

Si nos remontamos al año 2017, tras el optimismo y el notable desempeño de los valores accionarios en EE.UU., estaban la reforma tributaria procrecimiento y los cambios regulatorios promovidos en dicho país para facilitar la inversión. Dicha visión fue validada por los hechos: las empresas han mejorado sus márgenes y la economía ha tenido un notable desempeño este 2018. 

Para dilucidar lo que hoy se esconde detrás de la volatilidad y el negativo desempeño, es necesario indicar que, en opinión de algunos, el cambio en la estructura del mercado es lo que está en el corazón de las turbulencias. Hoy cerca del 85% de las transacciones se realizan en piloto automático, controladas por computadores en base a modelos o fórmulas de inversiones pasivas. Sería esta nueva estructura la que exacerbaría los vaivenes en momentos de riesgo e incertidumbre. Sin embargo, esta argumentación no explica cuáles son los cambios que generan la incertidumbre inicial, que resulta amplificada, finalmente, por las reacciones mecánicas y de gran velocidad que permite esta nueva estructura. 

Existen al menos tres candidatos que podrían estar cumpliendo ese rol: las disputas comerciales, las dificultades para acordar el normal funcionamiento presupuestario y la normalización de las políticas monetarias. Las disputas comerciales han estado en primera plana por meses. Pero, a pesar de su dramatismo, la amenaza de elevar ciertos aranceles por parte del Presidente Trump no tiene la capacidad, por sí misma, de sumir la economía mundial en una crisis. Tiene efectos en el largo plazo, disminuyendo el potencial de crecimiento mundial y en el corto plazo induciendo una paralización de algunas inversiones ante la incertidumbre de cómo estructurar las cadenas de producción. Por lo demás, al pasar los meses, hemos visto que se ha llegado a un nuevo acuerdo en el caso del Nafta, se ha optado por congelar la polémica con Europa y se están acelerando las discusiones con China. Este último país incluso ha decidido dar en el último tiempo señales positivas con algunas concesiones unilaterales.

La paralización parcial del gobierno americano, por falta de acuerdos en materias presupuestarias, no tiene la magnitud necesaria, por el momento, para generar un vuelco negativo en la economía. Es sí una señal que alerta sobre el fin de los avances legales procrecimiento debido a la nueva configuración del Congreso de ese país.

Pero el aspecto que más merece atención es la normalización de las estrategias monetarias de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo. Se trata de dejar atrás una década de tasas cero o negativas. Es un terreno nuevo sobre el cual no hay experiencia y no solo consiste en alzas de tasas, lo que la Fed volvió a realizar en diciembre, sino también en la venta de los títulos que había comprado en el pasado.

De hecho, tiene el compromiso de vender US$ 50 mil millones mensuales y no es casualidad que la última turbulencia se precipite cuando el presidente de la Fed dice, al pasar en su conferencia de prensa, que ese no era un tema relevante. Obviamente, todo lo relacionado con esta normalización monetaria sí lo es, y es de esperar que las autoridades responsables actúen con prudencia y sepan corregir en base a las reacciones de la economía. 

Desgraciadamente, el Presidente Trump no está siendo de ayuda al politizar el tema con sucesivos Twitter, su medio favorito de comunicación. Pero es tanto lo que hay en juego, que es razonable confiar que las decisiones finalmente adoptadas no serán el disparador de un vuelco económico negativo.

De ser cierto lo anterior, son los buenos indicadores económicos y no la turbulencia financiera los que estarían marcando los próximos meses. 

Para Chile sería una buena noticia; petróleo bajo y exportaciones con mercados razonables son un buen sustento para facilitar el progreso. Ojalá el país lo aproveche para sentar las bases de un avance acelerado y no sea un bálsamo que lleve a la inacción.

*Esta columna fue publicada con anterioridad en el centro de estudios públicos ElCato.org.

Autores