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¿Una guerra sin fin en Colombia?
Mar, 27/05/2014 - 21:12

Hernán Pérez Loose

Fujimorato judicial
Hernán Pérez Loose

Hernán Pérez Loose es analista político ecuatoriano.

En su cuartel de campaña, el presidente candidato Juan Manuel Santos, conociendo que se enfrentaba a una segunda vuelta, advirtió que en las próximas semanas los colombianos podrán escoger entre el fin de una guerra o una guerra sin fin. Más sonaba a una maldición, pues, a menos que suceda un milagro –cosa rara en tiempos electorales–, el próximo presidente de Colombia sería su contendor Óscar Zuluaga.

Las próximas elecciones presidenciales serán decisivas no solo para Colombia, sino para la región, y muy especialmente para sus vecinos como Venezuela y Ecuador. Lo primero que llama la atención es el indiscutible y enorme peso político que ejerce el ex presidente Álvaro Uribe en el escenario político colombiano. Desde su primera elección como presidente allá en el 2002 hasta la elección de ayer su capital político permanece relativamente intacto y sólido. El actual presidente Juan Manuel Santos –que fue ministro de Defensa durante el gobierno de Uribe– llegó a la Presidencia hace cuatro años gracias en buena parte al apoyo de lo que ya entonces se conocía como el “uribismo”. Un respaldo que volvió a expresarse en la votación que logra Zuluaga el día domingo, quien no dudó en agradecerle a Uribe por su apoyo y prometerle que hará suyas sus banderas.

No le hicieron mella a Zuluaga tres factores que militaban en su contra. Uno es su falta de carisma personal. El otro, las graves denuncias que en su contra saltaron en la última semana dentro de la llamada “guerra sucia”, denuncias que son muy graves. Y tercero, el hecho de que tenía como contendor nada menos que a un presidente en funciones. Y podríamos añadir incluso que, al menos en parte del electorado, Zuluaga debió remontar la percepción de su dependencia de Uribe. El que a pesar de todo ello haya logrado llegar primero dice no solo mucho del uribismo, sino también de Santos y de los errores que cometió en los últimos meses que le costaron una caída acelerada en su popularidad. El abuso que cometió con respecto al alcalde de Bogotá es solo uno de ellos.

Bien podría decirse que la segunda vuelta electoral estará en manos de los electores cuyos candidatos no lograron los dos primeros puestos. Y en ese sentido las probabilidades se inclinarían hacia Santos. Pero en realidad, como se ha advertido, la llave la tienen los electores que optaron por no salir a votar –Colombia no tiene voto obligatorio– y especialmente los líderes regionales donde esos votantes residen. Ante una elección que auguraba resultados muy estrechos, estos llamados “caciques” habrían preferido esperar la segunda vuelta para convertirse en piezas indispensables para la elección definitiva. Allí podría decirse que está la clave de la segunda vuelta electoral.

Y si es así, para Santos va a ser muy difícil pasar esta prueba. No solo que entrará a negociar como segundo candidato, no como un triunfador, sino que además lo hará como un presidente en funciones derrotado. Todo lo cual pone en duda el futuro de las negociaciones con las FARC.

*Esta columna fue publicada originalmente en El Universo.com.

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