Pasar al contenido principal

ES / EN

Una lección de Seinfield desde Irlanda
Jue, 12/07/2018 - 13:51

Juan Carlos Hidalgo

La Marina estadounidense en aguas costarricenses
Juan Carlos Hidalgo

Juan Carlos Hidalgo es analista de políticas públicas sobre América Latina en el Cato Institute. Escribe frecuentemente sobre temas de actualidad y sus artículos han sido publicados en los principales periódicos latinoamericanos como La Nación (Argentina), El Tiempo (Colombia), El Universal (México) y El Comercio (Perú). También ha sido entrevistado en medios internacionales como BBC News, Al Jazeera, CNN en Español, Univisión, Telemundo, Voice of America, Bloomberg TV, entre otros. Se graduó en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Costa Rica y sacó su maestría en Comercio y Política Pública Internacional en George Mason University.

En un episodio de Seinfeld, George Constanza llega a la conclusión de que su vida es un fracaso. En sus cuarenta, desempleado, sin pareja y todavía viviendo con sus padres, todo parece salirle mal. Pero Jerry identifica el problema y le plantea una solución: “Si cada instinto que tenés está equivocado, entonces lo opuesto tiene que ser lo correcto”. Dicho y hecho. George empieza a hacer lo contrario de lo que le dictan sus instintos y pronto está saliendo con una rubia espectacular, consigue un trabajo con los Yankees y se muda solo a un buen apartamento.

A mediados de los ochenta, Irlanda estaba igual que George: era uno de los países más pobres de Europa occidental, padecía de bajo crecimiento económico y lo que más exportaba era su población. Irlanda llevaba más de una década apostando por el gasto público como motor del desarrollo. Los salarios de los burócratas crecían generosamente, las agencias gubernamentales contrataban gente para reducir el desempleo y las transferencias estatales aumentaban a buen ritmo. Pero para 1980 el país estaba sumido en una aguda crisis fiscal.

Como era de esperar, el instinto de la clase política irlandesa fue resolver el entuerto mediante fuertes y constantes aumentos de impuestos: el IVA llegó al 35%, el impuesto de renta corporativo alcanzó el 50% y la tasa más alta de renta personal subió al 65%. Sin embargo, la deuda públicacontinuó creciendo –hasta tocar el 109% del PIB en 1987– y la economía se estancó.

En ese momento, los políticos irlandeses decidieron aplicar la regla Constanza y hacer lo contrario. No solo recortaron el gasto público en 10 puntos del PIB en cuestión de unos años, sino que también empezaron a bajar los impuestos para reactivar la economía. Un elemento neurálgico de esa estrategia fue la reducción paulatina de la renta corporativa hasta un 12,5% con el fin de incentivar la inversión.

La regla Constanza funcionó. Las finanzas estatales mejoraron significativamente, la deuda comenzó a disminuir –20 años después estaba en un 25 % del PIB– y la economía se disparó con un crecimiento anual promedio del 7 % entre 1989 y el 2000 –potenciada, además, por otras reformas estructurales–. Para inicios de siglo, Irlanda era el segundo país más rico de Europa.

Dado su magro récord fiscal, nuestra clase política también debería aprender esta lección de Seinfeld.

*Esta columna fue publicada originalmente en el centro de estudios públicos ElCato.org.

Países