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Venezuela, llegó la hora
Mar, 05/01/2016 - 09:19

Hernán Pérez Loose

Fujimorato judicial
Hernán Pérez Loose

Hernán Pérez Loose es analista político ecuatoriano.

Acorralada hasta más no poder por un gobierno dictatorial y mafioso, e ignorada por casi todos los gobiernos de la región que vendieron sus principios y obligaciones bajo la Carta Democrática a cambio de las migajas petroleras que Chávez les arrojaba aquí y allá, la oposición venezolana marcará hoy un hito histórico. Hoy se instalan las sesiones ordinarias de la Asamblea Nacional en Venezuela, y gracias a los 122 diputados recién elegidos, la oposición goza de una mayoría más que suficiente para tomar su control y abrirle a ese país una esperanza.

Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que el más grande logro obtenido por la oposición venhezolana no fue realmente su triunfo electoral; un triunfo arrollador, sin duda. No. El mayor éxito de la oposición venezolana fue vencerse a sí misma; vencer casa adentro los egoísmos, la miopía, el divisionismo, los cálculos mezquinos y la vanidad de sus líderes. Ese fue su gran mérito. Entendieron que el chavismo no era realmente un gobierno ordinario, sino un régimen dictatorial. Su autoridad nunca la ejerció desde la Constitución, y dentro de la Constitución, sino desde fuera y por encima de ella. Era y es un régimen dictatorial, con orígenes electoralmente democráticos tal como lo fue el fascismo italiano en su momento. Y a semejantes engendros solo los puede derrotar una sociedad unida y una oposición unida.

Gran lección deja la oposición venezolana para América Latina. Una lección de madurez, tolerancia y patriotismo que son cualidades muy escasas entre los políticos latinoamericanos tan dados al narcisismo y al oportunismo. En el momento en que la oposición venezolana se venció a sí misma fue el momento en que quedó sellada la derrota del chavismo.

Es un triunfo que abre las compuertas de una democracia reprimida por años. Para comenzar, será la hora de la libertad de los presos políticos, como ha pedido Amnistía Internacional. Una lacerante realidad que la hipocresía de muchos líderes de la región ha preferido callar. Se podrán también confirmar las sospechas que se tienen sobre los sobreprecios de las gigantescas obras públicas, tales como carreteras, refinerías o hidroeléctricas; las comisiones de los contratos petroleros, seguros y reaseguros; los despilfarros en gastos innecesarios; los entendimientos reservados en materia de deuda externa, bonos y “ayuda financiera” con los regímenes amigos; y confirmar, en definitiva, los indicios que se tienen sobre los llamados “nuevos ricos”. Y así iniciar las acciones pertinentes, sin otro fin que el de la justicia. Porque resulta impresentable pensar que con tantos recursos económicos provenientes del petróleo el país esté quebrado.

Todo esto, y más, ha sido virtualmente imposible de conocer mientras había un régimen que controlaba todos los poderes del Estado y tenía amordazados a los periodistas con amenazas, juicios y chantajes. Con el triunfo de la oposición venezolana se abre así la posibilidad de encender finalmente las luces de ese cuarto oscuro donde el chavismo y sus amigos hacían lo que les venía en gana con los fondos públicos.

Una tarea de titánicas dimensiones, ciertamente.

*Esta columna fue publicada originalmente en El Universo.com.

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