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Vientos de crisis: tres lecciones para las empresas
Dom, 23/10/2011 - 17:09

Cristián Duarte

¿Atrae su empresa a los mejores?
Cristián Duarte

Cristián Duarte Barriga es gerente general de Transearch Chile.

En un mundo globalizado, las turbulencias que viven actualmente los mercados internacionales, producto de la crisis griega que arrastra a Europa, la desaceleración estadounidense y la incertidumbre de lo que pueda suceder en China, no dejan de impactar a la región y menos a Chile.

Algunos economistas y autoridades han advertido que no estamos blindados; pero que somos un país con sus arcas sanas y un entorno empresarial responsable. Aquí me quiero detener, porque tanto a las empresas como a sus ejecutivos los escenarios de crisis les traen aparejadas responsabilidades importantes.

Cuando soplan vientos difíciles, comienza el control de gastos; los proyectos más riesgosos se detienen y es probable que algunas personas queden sin trabajo. Estas situaciones generan pánico, angustia y miedo en la cadena de valor de la empresa.

Si en el equipo de trabajo cunde el temor, éste repercute en forma directa en el desempeño y ese ejecutivo que tenía miedo, muchas veces se transforma en el principal candidato a ser desvinculado.

La primera lección que hay que sacar es que nunca se deben tomar decisiones basadas en el miedo y en la angustia. Es la peor consejera. Lo importante hoy es actuar con prudencia, informándose adecuadamente de lo que ocurre en los mercados y no entrar en pánico cada vez que veamos la imagen de un broker tomándose la cabeza frente al terminal de una mesa de dinero. Puede ser que una acción haya bajado, y que al día siguiente retome el tranco, sin embargo, usted ya tomó una decisión acelerada por esa imagen.

Se suele escuchar la máxima de que las crisis son fuentes de oportunidades y aunque suene cliché, es efectivamente así; esta es la segunda lección que debemos sacar de las turbulencias. Los por qué a esta afirmación están a la mano de cualquier empresario y/o ejecutivo, y son las respuestas propias de una crisis: eficiencia, optimismo y conocimiento.

En los tiempos que corren, más que ahorrar desesperadamente, reducir personal o detener proyectos, lo primero que hay que hacer es revisar los procesos e identificar aquello en lo que no está siendo eficiente y si es posible, cámbielo, porque lo que lo trajo hasta aquí no es lo mismo que lo llevará hacia allá.

Asimismo, la mirada optimista es esencial o al menos tener una visión abierta, que le permita cuestionarse la cosas: ¿qué estoy aprendiendo de esto?, ¿qué desafíos me trae esta crisis?, ¿cómo está actuando la competencia?, ¿qué podría hacer diferente?, entre otras.

No olvide nunca que es imprescindible conocer a su equipo. Si no lo conoce en profundidad, ahora es cuando. Detecte el talento y reténgalo. Investigue cómo están sus proveedores, ellos también forman parte de su equipo. Cuide a su gente, ellos son el corazón de su empresa y la clave de su futuro. No importa cuán inteligente sea usted, su empresa está en manos de la gente con que cuenta.

Tampoco se descuide en su vida personal; muchas veces lo urgente no nos deja ver lo importante. Esta es la tercera lección: porque cuando hay crisis o una obsesión por crecer, la familia también se resiente, ya sea por el estrés que traemos del trabajo, la incertidumbre o el mismo miedo, y esa familia que es el cable a tierra del empresario o ejecutivo puede dejar de serlo y pasar a formar parte de este escenario turbulento.

Finalmente, acostúmbrese, las crisis en estos tiempos son más frecuentes, aunque más cortas. Están aquí para quedarse.

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