Pasar al contenido principal

ES / EN

Zanahorias ineficientes contra alza de precios en Guatemala
Mié, 28/08/2013 - 10:48

Martín Rodríguez Pellecer

Destruir la política en Guatemala
Martín Rodríguez Pellecer

Martín Rodríguez Pellecer (1982) es periodista y guatemalteco. Estudió Relaciones Internacionales (una licenciatura) en Guatemala y luego una maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Autónoma de Madrid (España). Aprendió periodismo como reportero en Prensa Libre entre 2001 y 2007, desde la sección de cartas de los lectores hasta cubrir política e investigar corrupción. En 2007, ganó un premio de IPYS-Transparencia Internacional por el caso Pacur. Ha trabajado en think tanks (FRIDE, Flacso e ICEFI), aprendido varios idiomas, viajado por dos docenas de países, es catedrático en la URL y columnista de elPeriódico. Es director y fundador de Plaza Pública.

La canasta básica en Guatemala, por si usted también se lo perdió, superó en junio los Q5.058 mensuales (cerca de US$62). El reporte del precario Instituto Nacional de Estadística (INE) muestra que todo está subiendo: los huevos, la carne de pollo, la carne de res, los güisquiles, los tomates, el servicio de electricidad en algunas regiones, el frijol y la gasolina. Ah, por cierto, según el conservador Banco de Guatemala, también sube el porcentaje de ganancias de las empresas y baja el de los salarios de los trabajadores. Ruta al desarrollo, dirían los conservadores y los libertarios. Por eso, y no por otra cosa, es que crecemos a un magro 3% con 55% de pobres.

El gobierno espera que rogando a los empresarios, bajarán los precios. Tendrían más chances rezándole a San Judas. Esto porque parte del alza se debe a especulación. Un ejemplo es la gasolina, que llegó a Q36 de nuevo, a pesar de que el precio internacional del barril está en US$94. Este precio récord, de Q36 durante 2008, se había alcanzado cuando el barril llegó a US$145. Y si el gobierno no cambia la ley de Hidrocarburos, los monitoreos del Ministerio de Energía y Minas sólo sirven para lamentarnos y ver cómo los importadores de petróleo nos ven la cara.

Como también nos la ve el productor de petróleo guatemalteco, Perenco, que quizás, sólo quizás, regaló algo a los diputados, ministros y presidentes de los últimos tres períodos para que le renovaran el contrato sin obligarlos a pagar impuestos o sin nacionalizar sus instalaciones, como estipulaba la primera concesión. Quizás con las ganancias del petróleo nacional podríamos invertir en un transporte público estatal, un reordenamiento territorial e inversión en energías alternativas para combatir esta inflación. O la adhesión a Petrocaribe podría ser con medidas que garanticen la transparencia para poder vender gasolina barata a los consumidores y así podamos trasladar esa gran porción de presupuesto que usamos para la gasolina para invertir en mejor educación o salud para nuestros hijos.

Quizás es que el gobierno ya tiró la toalla a la hora de imponer medidas a los poderosos para el bien común. No logró una reforma fiscal profunda; tampoco una ley de desarrollo rural. No logrará una moratoria minera y ahora no le queda más que pedir clemencia a los empresarios para que bajen los precios.

Ningún actor político, ningún ciudadano, camina sólo con base en zanahorias. Todos necesitamos zanahorias y palos. Si no, que lo diga el sistema financiero mundial que quebró cuando se le dio libertad total a los especuladores globales de Wall Street.

Yo recuerdo que había una vez un candidato presidencial que se llamaba Otto Pérez Molina y que prometía fortalecer la institucionalidad estatal. Prometía regresar el poder político al Estado. Prometía ser el gobierno de derecha más independiente de la élite. Prometía.

*Esta columna fue publicada originalmente en PlazaPública.org.

Países