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Eric Parrado, economista jefe del BID: “La infraestructura va a ser la clave en la recuperación”
Viernes, Julio 24, 2020 - 16:51

Debido a problemas preexistentes en términos de crecimiento o distribución del ingreso, América Latina se perfila como una de las regiones del mundo más golpeadas por la pandemia del COVID-19. Para acelerar la recuperación, según el economista jefe del BID, los países deben continuar la senda de paquetes fiscales, monetarios y financieros, pero también impulsar el desarrollo de infraestructura y poner especial atención al apoyo a las personas y empresas más desfavorecidas.

“Inevitablemente vamos a tener a América Latina y El Caribe más endeudada, más pobre y también con una peor distribución del ingreso”, vaticina Eric Parrado, economista jefe y gerente general del Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo sobre el impacto de la pandemia del COVID-19 en la región. A las economías regionales, que caerán entre 8% y 10%, les esperan tiempos difíciles y desafiantes y para enfrentarlos el balance parece ser vital, según Parrado. Primero, para enfrentarse al enorme reto de salvar vidas y al mismo tiempo salvar la economía, pero también para promover la inversión en temas de infraestructura de una forma rápida y flexible, siendo cuidadosos con la revisión de contratos, y para mantener las transferencias a los sectores más desfavorecidos por la crisis, sin generar excesivos problemas fiscales futuros. AméricaEconomía charló con el economista sobre el porvenir de la región y los pasos para su recuperación.

- En el BID han asegurado que América Latina se enfrenta a un shock de proporciones históricas. ¿Por qué la región se perfila como una de las grandes perdedoras por la pandemia?

Como introducción podría decir que América Latina tiene ciertos problemas preexistentes. Esta crisis nos pilla de alguna forma tratado de salir de algunos problemas, que, finalmente, la pandemia ha empeorado. Se trata de problemas en términos de crecimiento, distribución de ingreso y endeudamiento público. Y es el desafío que tenemos hoy. Las proyecciones de crecimiento para 2020 cada vez son peores y la visión que se tenía al principio de que íbamos a tener una recuperación en V no se va a cumplir. Los brotes verdes van a salir en 2021 y tal vez más hacia su segundo semestre. Va a tomar tiempo recuperarse, sobre todo porque el shock le va a pegar muy fuertemente a las economías más grandes: Brasil, México y Argentina. Estamos planeando con dos motores dañados. El primero debido a temas sociales en algunos países, como Chile, Bolivia y Colombia, −y en otros casos, porque los países tienen baja productividad y crecimiento−, y el segundo motor lo dañó la pandemia. El desafío es, justamente, tratar de salvar a los pasajeros y al mismo tiempo al avión.

- ¿Todavía no se percibe del todo el impacto en la economía real? ¿Lo peor está por llegar?

De alguna forma sí, en el sentido de que la información financiera fluye muy rápidamente, y eso se ve en los impactos de las bolsas de valores o en los tipos de cambio, y ve una división del comportamiento del lado financiero con el sector real. En el lado financiero, por ejemplo, vemos signos de recuperación, con algunos precios de commodities recuperándose a los niveles prepandemia y también algunas bolsas. Pero, por otro lado, vamos recibiendo noticias del sector real, en términos de producción industrial, que ha caído fuertemente, comercio o servicios. La suma de eso le ha pegado muchísimo al producto interno bruto (PIB). Algunos indicadores mensuales reflejan caídas del 9% año a año, por ejemplo, en el caso de Paraguay, mientras que en Chile el PIB cae entre 12% y 14% y en el caso de Perú, más del 40%. Vemos que el efecto ha sido muy profundo en el sector real, pero esto recién comienza. Cuando tengamos los datos del segundo trimestre va a ser una caída muy profunda en crecimiento económico y empleo.

¿Se está tendiendo a confundir el rebote que puedan tener las economías con una verdadera recuperación?

Un punto es tratar de recuperar lo perdido durante la crisis y otra cosa es tratar de buscar tasas de crecimiento mucho más altas. El hecho es que hoy, por ejemplo, nuestra propia proyección para toda la región sea que la caída del crecimiento económico oscile entre el 8% y 10% significa que recién volvamos a la tendencia prepandemia en tres años. Estamos cayendo fuertemente y hay que preguntarse si podemos recuperar nuestras economías más rápidamente. Y eso está relacionado íntimamente con lo que podamos enfrentar respecto al tema sanitario. Es decir, cuando inventemos una vacuna, se produzca y distribuya. Y eso va a tomar bastante tiempo.

- Justamente esta semana se han dado noticias esperanzadoras respecto a los resultados de las vacunas en curso, pero la distribución masiva no se percibe en el corto plazo.

Es algo que va a tomar bastantes meses y el desafío es qué hacemos mientras tanto, cómo logramos este balance entre confinamiento y salvar vidas y al mismo tiempo salvar la economía.

- Da la impresión de que los gobiernos se han dado cuenta de que las economías tienen que seguir en marcha. Ha habido un cambio respecto a los primeros meses de pandemia.

Ahí, obviamente, hay que tratar de ser inteligente en la apertura de la economía, porque el tema sanitario es muy importante y si no se cuida puede tener un impacto sobre la economía en el mediano plazo.

- La pregunta del millón es ¿cómo lograr que los países de la región se recuperen lo antes posible y de la mejor forma, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un golpe inédito?

Es un shock sin comparación en la región. Hemos tratado de hacer comparaciones respecto a otras crisis y cuando vemos qué pasó en 2008 y 2009 vemos que es muy distinto en términos de profundidad y duración. Para tratar de comparar con alguna crisis más profunda hay que llegar a la crisis de los años 30, en la que hubo caídas en el PIB por tres años consecutivos de casi 15%. Hoy, estamos en una posible caída del 10% y la apuesta es tratar de enfrentar este shock con paquetes fiscales, monetarios y financieros como los que están implementando todos los países de América Latina de alguna forma u otra. Obviamente hay países que tienen una posibilidad de expansión mucho mayor, como ha sido el caso de Perú y Chile, donde hay más espacio para hacer estos paquetes, producto de los ahorros y la flexibilidad que tienen. Pero hay otros países que van a tener problemas. Una de las cosas que hemos planteado para tener una recuperación más rápida es apostarle a los temas de infraestructura. Creemos que la infraestructura va a ser la clave de la recuperación, pero eso va a requerir de ciertos compromisos más de mediano y largo plazo, en términos de generar los consensos políticos rápidamente para poder enfrentar la pandemia.

- En América Latina siempre se habla del potencial del sector infraestructura, pero ha estado fuertemente golpeado por los escándalos de corrupción en diversos países.

Por un lado necesitamos mandar el mensaje de que la inversión tiene que estar enfocada en temas de infraestructura, sobre todo sustentable, pero al mismo tiempo tenemos que ser cuidadosos respecto a los temas de transparencia, información y corrupción. Hay que tener un equilibrio bastante fuerte y ser flexibles y rápidos, pero al mismo tiempo ser cuidadosos porque los temas de revisión de contratos y transferencias son ítems enormes en el gasto público.

- ¿Con qué otras medidas pueden los países impulsar su recuperación?

En términos de la propia pandemia, hemos tratado de enviar como mensaje es que hay que intentar apoyar a los trabajadores a través de mantenciones de ingreso. A las medianas y pequeñas empresas, por otro lado, a través de la provisión de liquidez y créditos. Es un equilibrio que algunos países han logrado hacer, aunque a veces han tenido problemas en la implementación, y eso va a ser una de las lecciones para la próxima crisis: cómo llegar a las personas que trabajan en los mercados formales, pero también a quienes viven en un mundo más informal y sobre quienes no hay información para hacer transferencias no condicionadas con subsidios. Vamos a tener que aprender a tener registros e información de todas las personas, y al mismo tiempo tratar de tener instrumentos mucho más rápidos para poder apoyar con ingresos a familias y empresas.

- ¿El esquema de subsidios que se ha visto en algunos países latinoamericanos se va a tener que mantener en el tiempo?

Hemos dado como recomendación que las transferencias tienen que ser significativas, en términos de reemplazar los ingresos perdidos. Tienen que ser oportunas y temporales. Pero todos estos aspectos tienen mucha incertidumbre relacionada, porque o sabemos cuánto puede durar la pandemia. Entonces, ahí tenemos que ser cuidadosos respecto a los recursos que tenemos para que no tengamos después un problema fiscal, por el aumento de la deuda y que esta se vuelva insostenible en el tiempo. Es el balance fino que hoy en día algunos gobiernos están tratando de buscar, hasta qué límite pueden aumentar el gasto público sin dañar la economía posterior. Algunos países tienen espacio, pero hay otros más limitados. Inevitablemente vamos a tener a América Latina y El Caribe más endeudada, más pobre y también con una peor distribución del ingreso. Eso ya lo sabemos y, por lo tanto, tenemos que ser muy cuidadosos respecto al día siguiente, de cómo podemos recuperarnos en esos tres aspectos.

- ¿Cómo encontrar la fórmula para cerrar la brecha de la desigualdad cuando anteriormente no se había dado con ella? Los países tendrán que ser más creativos que nunca.

Creo que esta crisis es un llamado de atención a nuestros políticos y gobiernos para plantearse la idea de que hay que hacer reformas y que deben tener un carácter más de urgencia que de gradualidad. Tenemos que encontrar consensos nacionales para avanzar rápidamente en los problemas preexistentes de informalidad, pobreza y mala distribución del ingreso. Generalmente los gobiernos saben lo que tienen que hacer: mayores inversiones en infraestructura, educación y salud y tener las reglas claras y ser transparente. Pero finalmente posponemos estas decisiones y tratamos de maximizar el corto plazo y no pensar en el largo plazo. Debemos tener una visión mucho más de largo plazo sobre todo en los temas estructurales.

- Las revueltas del año pasado ya fueron una llamada de atención respecto a que las reformas no se pueden alargar en el tiempo.

Exacto. Muchos países de América del Sur tuvieron estas protestas sociales, que fueron un llamado de atención de “oiga, hemos hecho esfuerzos por la reducción de pobreza, pero tenemos que hacer esfuerzos adicionales para reducir más rápidamente los temas de desigualdad, de ingresos y oportunidades”. Muchos países se dieron cuenta de que tenían que hacer reformas más urgentes para mejorar estos temas, pero justamente nos tocó la pandemia, que lo que hizo fue, finalmente, empeorar estas condiciones.

- ¿En este contexto, no está primando mucho más aún el cortoplacismo? En los congresos de diversos países de América Latina se están forzando medidas pensando en la supervivencia, pero no se está mirando el largo plazo.

Es natural que nos concentremos en el corto plazo, porque el shock ha sido tan brutal en términos sanitarios y de salud que está bien. Por otro lado, no hay que olvidarse del mediano y largo plazo. Esa es la combinación. Obviamente, es complicada. Los desafíos, además, son bien heterogéneos a nivel de región.

- En una reciente columna destacaba la resiliencia latinoamericana ante la crisis. ¿Qué fortalezas ve en la región?

Tenemos un continente bastante joven, que tiene un montón de oportunidades en términos como proyectos de infraestructura y recursos naturales. Y lo que debemos hacer es atraer mayor inversión extranjera, otro tipo de inversionistas, capital… América Latina es una tierra de oportunidades y tenemos que sacarle provecho. Hay que hacer ese esfuerzo de ir a buscar inversionistas, poner las reglas claras y transparentes y ser esa tierra de oportunidades que siempre hemos estado ofreciendo al mundo.

- Pero ahora, precisamente, se está hablando de cómo algunos países de la región están cambiando las reglas de juego y cómo eso puede desincentivar inversiones.

Así es. Y por eso creo que los países tienen que mandar la señal de que están haciendo reformas. Hay reformas, obviamente, que son más costosas en tiempo, discusión política etc., pero creo que sabemos más o menos por dónde tienen que ir estas de cara al futuro. Eso le va a dar tranquilidad al inversionista extranjero y local. Deben lanzar el mensaje de que están haciendo compromisos mucho más fuertes para que la inversión permanezca en el tiempo y nuestros países se vuelvan mucho más atractivos.

 

 

 

 

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Autores

Laura Villahermosa