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Compitiendo por el talento
Jue, 05/05/2011 - 08:22

John C. Edmunds

Milagro brasileño de doble filo
John C. Edmunds

John C. Edmunds es doctor en Administración de Empresas de la Universidad de Harvard, profesor de Finanzas de Babson College en Boston y coautor de Wealth by Association.

Lo que antes era goteo ahora es un torrente. Datos internacionales muestran que, a pesar de la crisis mundial (o quizá debido a ella), los flujos migratorios de trabajadores altamente calificados siguen creciendo. ¿Malas noticias para América Latina? No necesariamente. En el pasado los países de América Latina perdieron a sus trabajadores más productivos, pero hoy muchos son capaces de atraer talento.

La situación es mixta, y los patrones varían marcadamente de país en país, pero la emigración y la inmigración son hoy fenómenos lo suficientemente importantes como para que los hombres de negocios los sigan con atención. Son patrones que afectan la oferta y el costo de la mano de obra calificada, capaces de frenar o acelerar el crecimiento económico.

La pregunta, planteada en términos fríos y objetivos, es si un país puede atraer, en términos ajustados, un número de inmigrantes calificados mayor de los que pierde. Para expresarlo en términos de años de formación, si una persona con 20 años de educación emigra, y llega otra con 12 años de educación, el país ha sufrido una pérdida neta de 8 años en los que invirtió. Se trata de una métrica significativa, dado que la educación es cara tanto en términos de desembolsos como de trabajadores que retrasan su ingreso a la fuerza laboral. Cada año que este trabajador dedica a formación, los bienes y servicios que él o ella hubiesen producido deben ser contabilizados. Este costo de oportunidad se expresa con frecuencia en términos del salario que el futuro trabajador que permanece en la escuela hubiera obtenido de trabajar. Pero ésta no es la manera más completa de computar el costo de oportunidad, pues los salarios no reflejan totalmente el valor de los bienes y servicios producidos por el trabajador. Es algo que ocurre indistintamente del rótulo que se le aplique al sistema económico del país. El capital y la gestión deben ser compensados, y su monto agregado de compensación puede ser más bajo si los trabajadores altamente productivos emigran.

Ahora podemos ver los datos que llegan desde Perú para apreciar las dimensiones del fenómeno. Perú ha sido una fuente abundante de trabajo calificado y no calificado para Estados Unidos, España y otros países de Sudamérica. Es un proveedor de servicio doméstico y guardias nocturnos en Chile. Esta salida de mano de obra no calificada no generó preocupación en Perú, pues el desempleo era crónico y la emigración implicaba una válvula de escape. Mientras Chile se enriquecía, la oferta local por estos trabajos de menor complejidad se encarecía. Los inmigrantes peruanos los tomaban con gratitud, y más encima enviaban dinero a sus familias.

Sin embargo, esta visión paternalista, inocua y complaciente ha pasado de moda. La tasa de desempleo en Perú ha bajado tanto que los peruanos ya no piensan automáticamente en irse.

La emigración llegó a su peak en 2008 y ha bajado desde entonces. Las oportunidades en el extranjero se secaron, y al mismo tiempo Perú se ha transformado en una de las estrellas de América Latina, de modo que, ahora, los peruanos permanecen en su país.

Una mirada más exhaustiva a los datos muestra que la complacencia nunca fue la respuesta adecuada al fenómeno de emigración. Un estudio oficial hecho en Perú sostiene que un 15,2% de los que emigraron entre 1990 y 2009, aproximadamente 300.000 trabajadores calificados, incluía 174.548 trabajadores con baja calificación, 9,174 médicos y 13.325 enfermeras. Si, en promedio, cada uno de ellos tenía unos 16 años de educación, Perú perdió 4,8 millones de años invertidos en capital humano.

Esta preocupante pérdida se ha visto compensada recientemente por una creciente ola de peruanos que regresan del extranjero. Más significativo aún, muchos de los que vuelven son trabajadores técnicos, profesionales e intelectuales que se encuentran aún en los segmentos de edad más productivos. No están volviendo para jubilarse.

Perú ha vuelto a crecer, y hoy compite por atraer el talento expatriado. Y no son pocos los profesionales chilenos que llegan también atraídos por el boom agrícola, minero y comercial peruano.

Hace casi 40 años, un personaje de Mario Vargas Llosa se preguntaba “¿en qué momento se jodió el Perú?”. Hoy habría que preguntarse en qué momento comenzó a renacer.

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