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El futuro brasileño
Jue, 02/08/2012 - 17:28

Susan Kaufman

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Susan Kaufman

Susan Kaufman es directora del Centro de Política Hemisférica de la Universidad de Miami.

La economía de Brasil no luce tan brillante como en el pasado reciente. El año pasado el crecimiento del PIB llegó sólo a 2,7%. Y el Banco Central de Brasil prevé que en 2012 el crecimiento alcanzará sólo a 1,9%, mientras que el Crédit Suisse proyecta apenas un 1,5%.

La más obvia causa de la pobre perspectiva de Brasil es el fin del boom de los commodities, que benefició considerablemente a este país, un gran exportador de energía, materias primas y alimentos. El boom había sido impulsado por las demandas de China, como resultado de una década de crecimiento anual del PIB de entre 9% y 11%, y Brasil se convirtió en gran exportador de este país. Desafortunadamente, la recesión de 2008 - 2009 en Estados Unidos redujo esta demanda, lo que llevó a esta economía a contraerse, y el colapso económico en la Unión Europea exacerbó los problemas en China. Como consecuencia, las exportaciones de Brasil a China se redujeron drásticamente durante el primer semestre de 2012.

Nuevos avances en tecnología energética también han comenzado a levantar dudas sobre la capacidad de Brasil para convertirse en una superestrella energética, a pesar del descubrimiento en el país de millones de barriles en reservas costa afuera de petróleo y gas “pre-salinos”. En el pasado era bien conocida la existencia de este recurso, sin embargo el costo de extraerlo era demasiado alto. Todo hasta el desarrollo de la perforación horizontal. Este descubrimiento permite ahora que el petróleo y gas sean recuperados desde estas capas de bitumen.

Como resultado de la perforación horizontal y del llamado proceso de “fracking” (fractura hidráulica), en el que grandes cantidades de agua y químicos son inyectados bajo presión dentro del bitumen, el costo de extraer petróleo y gas ha descendido. El costo estimado para producir un barril de petróleo bituminoso es de US$70. Este es actualmente menor que el costo de producir petróleo de las reservas pre-salinas de Brasil, el cual algunos analistas han situado sobre US$100 por barril.

Además, existe bitumen en abundancia. Los mayores depósitos están en Estados Unidos, cuya producción de petróleo crudo se ha incrementado en 15% desde 2008, convirtiéndose en el productor de petróleo y gas de más rápido crecimiento en el mundo. El Departamento de Energía estadounidense proyecta que la producción de petróleo del país alcance casi siete millones de barriles al día hacia el año 2020. Brasil produce actualmente 2,5 millones de barriles de petróleo al día.

La accesibilidad del petróleo bituminoso implica que habrá abundante petróleo en los años venideros. Esto también significa que los precios mundiales del petróleo continuarán bajando en los próximos años. Dada esta situación, Brasil necesita rápidamente comenzar a reducir el costo de producción de su petróleo pre-salino.

Desafortunadamente, Brasil va en la dirección equivocada, ya que el gobierno continúa insistiendo en su exigencia de tener altos porcentajes de contenido local en la producción de barcos, perforadoras y otros recursos necesarios para explotar las reservas pre-salinas.

El creciente proteccionismo del país también está transformando a los productos brasileños crecientemente menos competitivos a nivel global, aumentando las aflicciones económicas del país. Brasil recientemente renunció a un acuerdo automotor con México, forzando a este país a limitar el número de autos que exporta a Brasil, ya que la industria local no puede competir exitosamente con producidos con un mayor coste.

Además, Brasil se mantiene inmovilizado en el Mercosur, un mercado común disfuncional y crecientemente proteccionista, en el cual los criterios políticos se anteponen en las decisiones comerciales dentro del bloque.

Algunos de los problemas económicos de Brasil tienen causas externas. Sin embargo, el incremento del proteccionismo económico y su fracaso en adaptarse  a los cambios en el ambiente económico también pesan y deben ser solucionados. Un punto obvio para partir es revertir sus políticas y en su lugar implementar reformas laborales, impositivas y educacionales, en orden a reducir los costos de hacer negocios en Brasil e incrementar la competitividad internacional.

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