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El mito de la baja carga tributaria de Costa Rica
Mié, 05/01/2011 - 09:11

Juan Carlos Hidalgo

La Marina estadounidense en aguas costarricenses
Juan Carlos Hidalgo

Juan Carlos Hidalgo es analista de políticas públicas sobre América Latina en el Cato Institute. Escribe frecuentemente sobre temas de actualidad y sus artículos han sido publicados en los principales periódicos latinoamericanos como La Nación (Argentina), El Tiempo (Colombia), El Universal (México) y El Comercio (Perú). También ha sido entrevistado en medios internacionales como BBC News, Al Jazeera, CNN en Español, Univisión, Telemundo, Voice of America, Bloomberg TV, entre otros. Se graduó en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Costa Rica y sacó su maestría en Comercio y Política Pública Internacional en George Mason University.

Si por la víspera se saca el día, el gran tema de este año en Costa Rica será la aprobación o no del paquete de impuestos que impulsa la administración de la presidenta Laura Chinchilla.

Al igual que en ocasiones anteriores, los proponentes de más impuestos inundarán las páginas de opinión con el argumento de que Costa Rica cuenta con una carga tributaria muy baja, y que si el país desea prosperar, hay que pagar tributos como en los países ricos. Este argumento simplista se basa en un indicador espurio que se presta para el engaño. Veamos:

La carga tributaria se entiende como los ingresos fiscales del gobierno en comparación con el Producto Interno Bruto (PIB). En Costa Rica dicho indicador fue de 15,9% en 2008, de acuerdo a los datos del Ministerio de Hacienda y del Banco Central de Costa Rica.

Los proponentes de más impuestos corren a comparar este dato con el promedio de los países de la OECD (un club de naciones mayormente desarrolladas), el cual fue de 34,8% ese mismo año. Basándose en esta estadística, hace unas semanas el ministro de Educación de Costa Rica, Leonardo Garnier, me dijo en un intercambio que sostuve con él en Twitter que en el país “queremos educación de primera, salud de primera, carreteras de primera… con impuestos de tercera”. ¿Será cierto?

El indicador de la carga tributaria es espurio por múltiples razones. Primero, entre más altos sean los impuestos, más se desincentiva la actividad económica y se fomentan la evasión, el contrabando y la subfacturación. Esto implica menos ingresos para el Estado. Veámoslo con un ejemplo: un impuesto del 70% sobre una actividad económica se constituye en una prohibición de facto sobre la misma. Difícilmente un empresario entrará a dicho negocio si tiene que pagar un impuesto tan alto. Por lo tanto, los ingresos para el Estado producto de dicho tributo son nulos. ¿Se puede entonces afirmar que la carga tributaria es baja puesto que el impuesto no genera ingresos?

Segundo, el indicador de la carga tributaria tiene la falla de que el gasto público es un componente del PIB, por lo que un país puede ver su carga tributaria reducida si el gobierno aumenta significativamente el gasto público, y de esta manera infla el PIB.

Un vistazo a la historia tributaria de Costa Rica de los últimos 60 años nos demuestra qué tan absurdo es el indicador de la carga tributaria. Desde 1967 a la fecha se han aprobado dicho país 10 paquetes de impuestos, y sin embargo el comportamiento de la carga tributaria no guarda relación alguna con la aprobación de estos nuevos impuestos. Es más, en los años en que la carga tributaria experimentó su aumento más fuerte, fue precisamente cuando no se aprobaron nuevos impuestos (durante la administración  del presidente Abel Pacheco en el 2002-2006).

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Fuente: Elaborado a partir de datos del Ministerio de Hacienda y el Banco Central.

De hecho, si miramos dicho período, veremos que la carga tributaria creció más de lo que pretendía recaudar el fallido plan de impuestos que impulsó en ese momento el presidente Pacheco, sin que se aumentara un solo tributo:

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Fuente: Elaborado a partir de datos del Banco Central y la Comisión de Exministros de Hacienda.

Como vemos, la carga tributaria no parece responder a la aprobación o no de más impuestos, lo que nos lleva a cuestionarnos, ¿qué clase de indicador es este?

Y hay más bemoles en toda esta discusión: cuando comparan a Costa Rica con los países de la OECD, los amigos de más impuestos no mencionan que la cifra de la carga tributaria en esos países incluye las cargas a la seguridad social, mientras que el indicador para Costa Rica no. De tal forma, estamos comparando manzanas con peras. Si tomamos en cuenta las cargas sociales, la carga tributaria de Costa Rica en el 2008 fue del 24,2% del PIB (el promedio de la OECD fue del 34,8%). La diferencia ya no es tan abismal como nos la presentan. Por otra parte, si eliminamos las contribuciones a la seguridad social, el promedio de la carga tributaria en la OECD en el 2008 fue de 20,4% del PIB (en Costa Rica fue del 15,9% ).

Sin embargo, a pesar de que la diferencia entre las cargas tributarias de Costa Rica y los países desarrollados no es tan grande como nos la quieren presentar, insisto que el indicador en sí es espurio. En lo que debemos fijarnos es en las tasas impositivas y qué tan complicado es pagar los impuestos en el país. De acuerdo al Banco Mundial, actualmente Costa Rica se encuentra en la posición 155 entre 183 países en cuanto a facilidad en el pago de impuestos. El empresario promedio costarricense gasta 272 horas al año calculando y pagando sus impuestos. Esto quiere decir que, aún cuando la gente quiera cancelar los tributos que le corresponden, el pago de los mismos se vuelve toda una pesadilla. De tal forma, simplificar el sistema tributario contribuiría a aumentar la carga tributaria, sin necesidad de aumentar un solo impuesto.

Más aún, si vemos el mencionado índice del Banco Mundial, notaremos que el empresario costarricense paga más impuestos que sus pares de las naciones ricas. Actualmente el empresario nacional paga en impuestos (renta, laborales, etc.) 55% de sus ganancias, mientras que el empresario promedio en los países de la OECD paga 43%.

Parafraseando entonces al ministro Garnier, en Costa Rica pagamos impuestos de primera por servicios de tercera.

*Esta columna fue publicada con anterioridad en el blog Libremente del centro de estudios públicos ElCato.org.

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