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Venezuela: antecedentes y acotaciones para el nuevo año
Mar, 11/01/2011 - 10:21

Moisés Bittán

Al fin del día... un acuerdo entre Colombia y Venezuela
Moisés Bittán

Consultor internacional, Magíster en Ciencias Económicas, presidente de la Cámara de Comercio e Industria Venezolana Peruana (CAVEPERÚ), y presidente de la comisión de Cámaras Binacionales de Fedecámaras.

Con respeto para los diputados de la renovada Asamblea Nacional. Los diversos escenarios que afrontará Venezuela en este año que comienza son particularmente difíciles y retadores, ante una caída significativa de la producción nacional de bienes y servicios en la última década, con una inflación casi de 27%. 

Venezuela exhibe una de las mayores tasas de inflación del mundo, la cual se mantendrá durante 2011, de acuerdo con el Presupuesto Nacional, que prevé un crecimiento de los precios entre 23% y 25% para este año. 

Paralelamente a esto, las políticas llevadas adelante por el Ejecutivo, de intervenir y expropiar empresas, ha estado causando gran desconcierto entre los inversionistas locales y extranjeros y, a su vez, ha paralizado proyectos e inversiones que beneficiarían la producción y aumentaría las posibilidades de mayor empleo formal, estabilidad económica y expansión de la oferta agregada que es uno de los principales mitigantes de la inflación.

En adición, en los últimos años también se ha presentado una baja en los estándares de calidad y servicios en múltiples sectores, tanto en el sector público como en el privado, así como desequilibrios notorios en los mercados y brotes de especulativos.

La pobreza extrema puede ser que haya disminuido en determinados sectores hasta 2007, pero ha vuelto a retomar su ascenso y cada día tendremos más población que requerirá de auxilios socioeconómicos, lo cual nos genera una situación de especial vulnerabilidad.

El sector público ha crecido exponencialmente en la última década, lo cual reafirma aquel anatema que no es la burocracia lo que impide el desarrollo, sino que la falta de desarrollo es lo que crea la burocracia: con mayor eficiencia en el sector público y un sector privado capaz de brindarle oportunidades de trabajo a cientos de miles de empleados públicos tendríamos un país de mayores oportunidades, generador de riquezas para todos.

Visto lo anterior, debemos rectificar solícitamente, pero de continuar muchas de las políticas macroeconómicas vigentes tendremos este posible escenario para 2011:

*Sostenimiento en la debilidad de la producción de bienes y servicios.

*Devaluación de nuestra moneda. Ya es oficial la unificación cambiaria a Bs.F. 4,30 por dólar y se mantendrá el cambio flotante por el Sitme, muy posiblemente con ajustes al alza a finales del primer trimestre del año.

Esta situación, entre otras situaciones, le dará al sector público aún más bolívares para financiar un presupuesto manejado discrecionalmente, calculado a un barril de petrolero muy por debajo de las estimaciones de los centros internacionales especializados en la materia, y que a su vez hacen las veces de combustible para la inflación. 

*Persistencia de fuga de capitales con la venta de bonos de entes públicos, lo que incrementará a su vez la deuda soberana y de entes como Pdvsa.

*Agravamiento del poder adquisitivo del venezolano en niveles superiores a la tasa de inflación.

*Pérdida de mercados petroleros ya consolidados, como el de Estados Unidos, que están siendo tomados por otros países competidores, incluso miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, situación grave porque disminuirían los ingresos nacionales en divisas que representan alrededor de 95% del total de las divisas generadas.

*Potencial caída de los ingresos fiscales ante la contracción de la activad económica. 

*Debilitamiento mayor de los sectores de escasos recursos.

*Posible incremento de inseguridad personal con sus nefastas consecuencias.

*Manifestaciones de descontento a escala general.

*Afectación del acervo de las reservas internacionales.

*Aceleramiento de circunstancias que requiramos medidas difíciles similares a las recomendadas por los organismos multilaterales a países como Grecia e Irlanda.

Ante este difícil panorama, aún estamos a tiempo de hacer virajes significativos:

*Crear espacios de diálogo y conciliación de todos los sectores, para marcar un plan de crecimiento, cooperación y desarrollo de corto, mediano y largo alcance.

*Crear las condiciones necesarias para las inversiones de capital de todo tipo (local y extranjero).

*Disminuir las regulaciones y restricciones a la producción de bienes y servicios.

*Generar las condiciones de un gran acuerdo nacional que asista a los más desfavorecidos de nuestra sociedad.

*Aquellas empresas que no son estratégicas para el Estado venezolano deben ser reconducidas en su titularidad a los entes capaces de optimizar su gestión.

*Redistribuir los fondos públicos en mejorar la salud, la educación, la infraestructura y la seguridad ciudadana de manera mancomunada las gobernaciones y alcaldías.

*Reforzar los vínculos internacionales con aquellos bloques de países que históricamente le han reportado grandes beneficios al país.

*Reducir, paulatinamente, la deuda pública internacional, al igual que la deuda pública interna generadora de inflación.

*Poner en marcha una política cambiaria y monetaria sensata que elimine progresivamente el control de cambio, permita la flotación transparente de la moneda a una tasa de equilibrio cónsona con la competitividad y reservas internacionales, bajo control independiente del BCV, con una serie de medidas monetarias y macroeconómicas previas dirigidas al aumento de la confianza en la institucionalidad venezolana, y así frenar la salida de todas las divisas del país.

Con estas ideas más que un recetario pretendo enfatizar en el debate público algunos temas en materia económica, política y social que muchos dan por descontados, que no son posibles cambiar y que son necesarios para enrumbarnos en el progreso; no olvidemos aquel aforismo que reza: "Tanto da el agua en la piedra, hasta que la quiebra". Quebremos pues la intolerancia y la incapacidad de rectificar.

*Esta columna fue publicada originalmente en ElMundo.com.ve.

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