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México tiene la menor tasa de cobertura sanitaria entre todas las naciones pertenecientes a la OCDE
Miércoles, Noviembre 8, 2023 - 15:45
Salud. Foto: Xinhua.

Cerca de 3 de cada 10 mexicanos están fuera del derecho a los servicios médicos y sólo el 57% de la población considera que su localidad tiene una disponibilidad adecuada de atención médica de calidad.

Uno de los derechos sociales que más se ha visto golpeado tras la pandemia Covid-19 es el de acceso a la salud. En México, además, las transformaciones institucionales y un modesto presupuesto han obstaculizado el avance en la cobertura sanitaria.

De acuerdo con el informe de la OCDE sobre el panorama de salud actualizado a 2022, cerca de 3 de cada 10 mexicanos están fuera del derecho a los servicios médicos de prevención y atención. 

En otras palabras, sólo el 72% de la población tiene una cobertura de salud básica, este nivel es el más bajo entre los 38 países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).

El acceso a servicios médicos en México es bajo incluso comparada con economías más pequeñas de América Latina, como Chile y Costa Rica que tienen al 77 y 86% de sus poblaciones con cobertura de salud. 

Las familias mexicanas, desde su percepción, también consideran que la disponibilidad de servicios de salud es baja. Sólo 57% de la población considera que hay suficientes servicios sanitarios de calidad en su localidad.

Otro de los indicadores a destacar es el de la cobertura de salud privada, en México, apenas el 11% de la población cuenta con seguro de gastos médicos adicional. Esta cobertura privada se empalma —casi en todos los casos— con la cobertura pública.

Esto refleja que casi el total de las personas que tienen seguros médicos privados, también son trabajadores, jubilados o asegurados con cobertura de salud pública y contratan sus pólizas con fines de optimizar tiempos o atenderse en otras unidades. 

Gastos de bolsillo casi igualan el gasto público en salud 

En México, el gasto total ejercido —por el gobierno y por las familias— es equivalente al 5,5% del PIB. En promedio, el gasto en salud per cápita es de US$ 1.181. Estos son también de los niveles más bajos entre los países miembros de la OCDE.

Resalta, además, que casi la mitad (47%) del gasto total en salud recae en las familias, con los desembolsos periódicos que realizan en consultas, medicamentos, dentista u hospitalización. El 53% restante viene de los recursos públicos.

Esto es importante porque la dificultad financiera, principalmente en los estratos socioeconómicos más bajos, reduce el acceso efectivo a la salud. Quienes no pueden pagarlo, quedan fuera.

Las cifras del informe de la OCDE muestran que el quintil I (que concentra a la población mas pobre de México) concentra casi el total de hogares que enfrentan gastos catastróficos en salud.

Los medicamentos y aparatos terapéuticos son el rubro en el que las familias mexicanas desembolsan más dinero; 61% del total de sus gastos en salud. Un 16% se destina a servicios de atención ambulatoria, otro 14% a servicios de hospitalización; 6% a servicios dentales y el 3% restante a otros servicios de prevención y cuidado a largo plazo.

Pese a obstáculos, algunos indicadores avanzan 

Aunque la cobertura no ha logrado universalizarse y el gasto público en salud se ha mantenido moderado, algunos indicadores de salud sí han mostrado avances significativos y superiores a la media OCDE.

Los riesgos para la salud son uno de los indicadores en los que México destacó positivamente. La prevalencia de fumadores fue de 8,6%, casi un punto porcentual menos que hace una década y mucho menor que otros países como Argentina, Grecia y Francia donde la prevalencia escala hasta 25%.

El consumo de alcohol y drogas también fue menor entre los mexicanos. La media de consumo de alcohol per cápita fue de 5,1 litros al año; y una prevalencia de consumo de cocaína menor al 2%.

Pese a estos avances, México todavía presenta niveles altos de mortalidad por enfermedades prevenibles o tratables, principalmente obesidad y diabetes. Además de vacíos en indicadores sobre salud mental.

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El Economista