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El narcotráfico empieza a resentir la actividad turística de México
Miércoles, Diciembre 18, 2019 - 13:48

Veinte de las playas más turísticas a lo largo y ancho de México sufren el mismo lastre en los últimos años. En Cancún se multiplicaron por 15 los asesinatos en los últimos cuatro años y ya figura entre la cincuentena de ciudades más violentas del planeta.

Por la arena donde algún día pasearon Los Beatles, Marylin Monroe o Elvis Presley, hoy patrullan entre los bañistas varios militares fusil en mano, ataviados con las botas y chaleco antibalas reglamentario bajo un bochornoso sol. Acapulco hace años que pasó de ser un paraíso turístico a un infierno de la violencia.

El que fuese destino predilecto de celebridades se ha vuelto un oasis del narcotráfico. Esta ciudad del Pacífico sur se ha mantenido entre las cuatro urbes más peligrosas del mundo desde 2011: una tasa de 110,5 homicidios por cada 100 mil habitantes el pasado año, cuando se situó en el segundo lugar, solo por detrás de Tijuana.

Veinte de las playas más turísticas a lo largo y ancho de México sufren el mismo lastre en los últimos años. En Cancún se multiplicaron por 15 los asesinatos en los últimos cuatro años y ya figura entre la cincuentena de ciudades más violentas del planeta. Sigue sus pasos Playa del Carmen y en general toda la Riviera Maya, en el estado de Quintana Roo, donde el pasado año se duplicaron los homicidios.

Aumento del crimen en zonas turísticas. "Quintana Roo ocupa una situación geográfica estratégica, porque llegan lanchas rápidas que arrojan la droga al mar provenientes de Panamá y Honduras, y a su vez se ha ampliado el consumo”, indica a DW el periodista Héctor Valdez, que tuvo que abandonar su hogar en Tulum para desplazarse a la capital mexicana tras varios intentos de atentado por sus denuncias sobre la supuesta colusión de políticos y autoridades con el crimen organizado.

"Antes venía un turismo elitista, reducido, en cambio últimamente viene un turismo más masivo y más propenso al consumo de droga”, señala el reportero desplazado, poniendo como ejemplo a los spring breakers, jóvenes estadounidenses que celebran el final de la secundaria con un viaje a la costa mexicana.

Además, las zonas turísticas son especialmente atractivas para el crimen organizado "porque se trata de centros muy dinámicos, con flujos notables de divisas que ni siquiera obligan a lavar ese dinero”, indica a DW el profesor de la Unam Javier Oliva, quien añade que "como sucede en todo el territorio, la fragmentación de los grupos criminales tras el descabezamiento de algunos de sus líderes, como el Chapo Guzmán, produjo un recrudecimiento en la disputa de las plazas para el narcotráfico”. En Acapulco hasta 16 bandas se pelean ese control, lo que dispara los índices de violencia.

El turismo empieza a resentirse. Esta inseguridad ha comenzado a resentir a un sector turístico que representa un 8,9% del PIB del país y genera nueve millones de empleos formales. En Cancún la ocupación hotelera disminuyó un 3,1% en junio de este año respecto al anterior, según datos de la Asociación de Hoteles de Cancún, y las tarifas hoteleras bajaron entre un 15 y 25% este verano para evitar una caída mayor. La llegada de visitantes estadounidenses a México se redujo un 6,8% en abril de 2018 respecto al mismo mes del año anterior, según datos oficiales. La peor caída en siete años y una tendencia que se habría mantenido en los últimos meses a tenor del constante aumento de las cifras de violencia.

A este impacto en el número de turistas se suma la diversificación de los delitos. "La inercia misma de la actividad delictiva provoca que se empiece por el tráfico de drogas y luego la extorsión”, indica el experto en Seguridad. El llamado cobro de piso a pequeños comercios y restaurantes por parte del crimen organizado se ha vuelto recurrente en los destinos turísticos. Ese cobro de piso puede ir de los 20.000 a los 70.000 pesos mensuales (de unos US$1.000 a US$3.500), dice Valdez.

Falta de respuesta concreta del gobierno. El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, señaló en abril que "el que vivan bien los trabajadores del sector, que no haya colonias marginadas, que se invierta para que haya bienestar y que se tenga seguridad para conseguir la paz y la tranquilidad, es promoción turística”, ante la demanda de organizaciones hoteleras de invertir 125 millones de dólares anuales en el sector. Desde entonces el gobierno ha destinado 600 millones de pesos en algunas zonas marginales de polos turísticos, como Acapulco o Playa del Carmen.

Sin embargo, "no existe un plan de seguridad concreto para las zonas turísticas que no sea el despliegue de la Guardia Nacional como a nivel nacional”, afirma Oliva, quien subraya la necesidad de "mayor coordinación con los gobiernos estatales y municipales, que en su mayoría todavía no han mostrado una decidida voluntad política al respecto”.

Ese despliegue, asimismo, se produce de forma insuficiente y tardía, según indican coincidentemente varios analistas consultados. En Tulum, municipio costero de Quintana Roo de unos 30.000 habitantes, apenas se destinaron unos 60 efectivos llegados el último mes, cuando la violencia ha repuntado desde hace un año, según indica el periodista Valdez sobre su ciudad natal.

Ante esa frágil respuesta del gobierno, como ha sucedido en varios puntos de México, "en Tulum grupos de vecinos formaron cuadrillas de vigilancia armados con palos -explica Valdez-. La iniciativa apenas duró tres o cuatro meses, pero se cometieron muchos excesos, porque al final no se combate al narcotráfico, sino a los ladronzuelos contra los que se ensañan”.

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Deutsche Welle