En pleno auge de exportaciones, el "oro verde" de Chile agrava escasez de agua
La ciudad de Petorca, ubicada unas tres horas en auto al norte de Santiago, es el corazón de la floreciente industria del aguacate de Chile y puede verse rodeada por hileras de miles de árboles de palta, como se le llama al fruto en el país sudamericano.

Petorca.- A vanzando por un camino de tierra agrietada en la provincia chilena de Petorca, Catalina Espinoza apunta a una colina estéril llena de arbustos y cactus, junto a un canal que luce reseco.
La ciudad de Petorca, ubicada unas tres horas en auto al norte de Santiago, es el corazón de la floreciente industria del aguacate de Chile y puede verse rodeada por hileras de miles de árboles de palta, como se le llama al fruto en el país sudamericano.
Sus abundantes recursos ayudan a hacer de Chile el tercer mayor exportador mundial de aguacates, el ingrediente principal del famoso guacamole mexicano. Pero el precio de este auge, dicen los residentes, se ve reflejado en una severa escasez hídrica.
Alrededor del 70% del agua dulce utilizada cada año se destina a la agricultura, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Encontrar maneras de reducir el consumo para agricultura y al mismo tiempo producir alimentos para una población creciente será crucial para prevenir más hambrunas, especialmente en vista del cambio climático, advierten expertos.
En Petorca, situada en la región central de Valparaíso, pobladores locales y pequeños productores de aguacate dicen que la llegada de grandes compañías comerciales hace más de una década ha provocado un déficit de agua cada vez más grave.
Esto genera tensiones y hasta se han denunciado amenazas de muerte.
“La gente aquí no quiere que se exporten nuestros aguacates porque cuando exportan nuestra fruta están exportando nuestra agua”, dijo Espinoza, quien vive al borde de miles de hectáreas de huertos de palta regados con reservorios.
Con las fuentes locales de agua secándose como resultado de la intensificación de las sequías y el regado del aguacate, muchos vecinos sobreviven con el agua que entregan camiones cisterna dos veces por semana.
En las calles de Petorca hay graffitis que dicen “No robes el agua”.
“Hay gente aquí que riega sus plantas de palta todos los días mientras nosotros tenemos que beber agua de camiones que ni siquiera sabemos si es segura”, dijo Espinoza.
Gerardo Orrego, un pequeño productor de nueces y aceitunas, dijo que algunas familias de agricultores se han visto obligadas a abandonar el área debido a la escasez.
“Los pequeños agricultores no pueden sobrevivir aquí”, señaló. “No hay nada que hacer para la gente. Muchas familias se han ido”.
El aumento de la demanda mundial de aguacates en Europa, Estados Unidos y China ha provocado un aumento de las tensiones entre los residentes de Petorca y los grandes productores por los derechos de agua, incluida la forma en que se gestiona el recurso y se regula el acceso.
Ninguno de los grandes productores de aguacate de la región, aparte de un productor local, aceptó ser entrevistado por la Fundación Thomson Reuters sobre la situación en Petorca.
Pero a nivel mundial, las peleas por la escasez de agua están en aumento. El Pacific Institute, con sede en California, que rastrea problemas sobre seguridad del agua, ve un aumento de los conflictos relacionados con el recurso desde en torno a 16 en la década de 1990 a unos 73 en los últimos cinco años.
Leyes del agua.- Según el Código de Aguas de Chile de 1981, el recurso se puede poseer y comercializar como un producto básico. La ley permite que individuos y compañías privadas, incluidos los productores de aguacate, soliciten derechos de agua que luego son asignados por el Gobierno.
“Lo que se ha hecho es precisamente desalentar y prevenir la extracción ilegal (de agua) y, por supuesto, los pozos ilegales”, añadió.
El año pasado, el ministerio realizó 167 inspecciones, que hasta el momento han generado nueve multas contra empresas por uso ilegal de agua. Las empresas pueden apelar.
Pero Mundaca, de MODATIMA, dice que las multas hacen poco por resolver el problema, ya que las empresas consideran que pagarlas es un costo normal al hacer negocios.
“No estamos en contra de las paltas. Queremos que lleguen a los mercados de Europa y Estados Unidos”, dijo. “Pero las paltas no deberían ser resultado de una violación sistemática del derecho humano al agua”, comentó.