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Exportación del gas natural a 2030
Vie, 30/07/2010 - 12:00

Jaime Quijandría

Exportación del gas natural a 2030
Jaime Quijandría

Jaime Quijandría es socio de Laub & Quijandría Consultores y Abogados.

Conversaba con un periodista sobre la exportación de gas, próxima a iniciarse, y me preguntó: “¿En 2030 los peruanos no nos arrepentiremos de haber exportado?”. Le dije: “Existe otro escenario posible y es que a esa fecha tengamos otros 30 trillones de pies cúbicos (TFC) de reservas y nuestro reto principal sea conseguir mercados para ese gas, pues la demanda interna a pesar de la masificación del consumo no utilizará mucho gas”.

Nadie puede garantizar lo que sucederá, pero en un escenario probabilístico -que es como se evalúan las situaciones de riesgo- mi respuesta resulta la más creíble. Dejemos de lado las proyecciones tremendistas que dicen que hoy la demanda no está atendida, mencionando proyectos que no identifican, no se sabe quiénes son sus promotores, ni donde se ubican.

Más seria me parece la preocupación de quienes dicen: “¿Será suficiente proyectar un consumo para el mercado industrial y de generación eléctrica de 10 TFC? ¿Habrá suficiente gas para asegurar el desarrollo y financiación de proyectos de petroquímica? ¿Cómo se atenderá la demanda del Plan Integrado de Gas del Sur y la construcción del gaseoducto andino? Entiendo que en diversas reuniones públicas, semi públicas y a puerta cerrada entre el gobierno con las autoridades del sur y con promotores de los proyectos, se han dado las explicaciones y se ha mostrado la información que sustenta el esquema de desarrollo del gas elegido por el Perú.

No obstante, lo anterior se refiere a uno de los lados de la ecuación, es decir, el de la demanda. Por el lado de la oferta tenemos no solo la foto de la última evaluación independiente de reservas que en su mejor escenario plantea la existencia de 18 TCF de los cuales se exportará -en 18 años- 4,2 TCF.

No cabe pues imaginarse quedarnos súbitamente sin gas para abastecer el consumo interno salvo falta de previsión, ya que la ley faculta al gobierno suspender la exportación si esa situación extrema se llegara a presentar.

Hay otro argumento que refuerza mi confianza en la exportación y es que el gas natural continuará creciendo dentro de la matriz energética mundial y eso alentará los esfuerzos de exploración e inversión en dicho energético. Si eso no fuera cierto, cómo explicar que Exxon, la petrolera privada más grande, invierta US$42.000 millones para adquirir una empresa cuyo principal activo son reservas de gas natural.

En ese sentido, se equivocan quienes, por fortalecer la seguridad energética, proponen que no se exporte gas hasta llegar a tener 30 o 40 millones de TCF “certificados”, antes de autorizar la exportación. El resultado de dicha política sería la falta de incentivo para encontrar y desarrollar nuevas reservas. ¿Para qué sigo explorando si la demanda interna anual (hoy 0,2 TFC) no requiere de ese gas?

El otro factor que apunta en esa dirección se da en la demanda de gas natural no cubierta en diferentes países de la región. Se están diseñando o construyendo terminales de regasificación en Chile, Argentina, Uruguay y Brasil (dos). ¿Quiénes pueden abastecer a dichos terminales aprovechando su cercanía? Trinidad y Tobago en el Atlántico y Perú en el Pacífico.

Regresando a la visión de largo plazo con la que se deben evaluar estos emprendimientos, el inicio de la exportación de gas es el resultado de aprovechar una ventana de oportunidad que nos pone con un pie firme en un mercado que mantendrá su crecimiento, sobre todo cuando la recuperación de las economías de los países desarrollados resulte más evidente. Se trata, además, del energético con mayor probabilidad de crecer a nivel mundial, tanto por su adecuado nivel de reservas (200 años al ritmo de consumo actual), como por su efecto ambiental positivo frente a otras fuentes de energía.

El último número de The Economist trae un comentario sobre la paradoja de que en lugar de recibir con gran optimismo el inicio de operaciones de la planta de Pampa Melchorita, se escuchen críticas a esta inversión que es la mayor en la historia del Perú. Entre líneas, el mensaje es que a pesar del importante crecimiento del Perú de los últimos años, y de haberse creado condiciones que hoy permiten la ejecución de mega proyectos, las campañas comunicacionales que deberían acompañar a estos grandes proyectos no existen o sus resultados han sido pobres. Eso explica la desconfianza de la gente y por qué en lugar de celebrar terminamos amenazando con dispararnos al pié.

El tiempo dirá quién tuvo la razón y cuál de los escenarios se generó a partir y como consecuencia de la exportación.

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