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México cataloga a Jalisco como punto de partida para industria de reuniones
Domingo, Mayo 5, 2019 - 15:05

La dirección de turismo dedstaca que artesanías, montaña y patrimonios de la humanidad convergen en y a pocos kilómetros de la capital tapatía.

México.- Jalisco cuenta con el segundo recinto más grande de Latinoamérica para la realización de expos y convenciones: Expo Guadalajara, con una superficie de 119.000 metros cuadrados y capacidad hasta para 60.000 personas. Gracias a este recinto, que recién cumplió 32 años, se detonó el turismo de reuniones en el estado, que es el ramo más fuerte no sólo de la capital, sino de Jalisco, pero también impulsó otras industrias como calzado y vestido, muebles y joyería.

El año pasado en Jalisco se realizaron más de 56.000 reuniones; Guadalajara recibió 86% del total, mientras que Puerto Vallarta 12% y 2% restante en otros municipios, de acuerdo con datos de la Dirección de Promoción Turística de Jalisco.

Además de Expo Guadalajara, el estado cuenta con el Centro Internacional de Convenciones de Puerto Vallarta y sus 5.000 metros cuadrados para la realización de reuniones, expos, convenciones y congresos, con capacidad de hasta 5.500 personas. Del total de las reuniones que se llevan a cabo, 80% se sigue realizando en los centros de convenciones de los hoteles, por lo que el gobierno estatal, en conjunto con el municipal, está trabajando en mejorar aún más la infraestructura y proveeduría local para cubrir las necesidades que pide el turismo de reuniones.

El lugar que tiene Jalisco en la industria de reuniones además se fortalece por ofrecer pueblos mágicos, artesanías, música y, por supuesto, el tequila. “Otros estados no pueden competir con Jalisco ni por piso de exhibición, ni por oferta hotelera; además contamos con Guadalajara, que tiene mucha historia, y es la capital del tequila y el mariachi”, asegura Lupita Villaseñor, directora de operaciones de Procesa, agencia integradora de servicios y de producción de eventos corporativos, enfocada en la atención al segmento del mercado de reuniones y turismo de negocios.

Tarifas preferenciales, actividades de entretenimiento y pre o post tours a las convenciones son algunos otros incentivos que hacen del estado y la capital tapatía un lugar predilecto para reuniones de trabajo, convenciones y expos.

Orozco y charrería. El centro de Guadalajara está enmarcado por la catedral, el Palacio de Gobierno, el Teatro Degollado, la Plaza Fundadores y el Hospicio Cabañas.

El muralista jalisciense José Clemente Orozco realizó tres grandes murales en esta ciudad entre los años 1936 y 1939. En 1936, en la Universidad de Guadalajara decoró la cúpula y los muros de la plataforma del anfiteatro. Revistió el Palacio de Gobierno de Jalisco con dos grandes murales. Justo arriba de las escalinatas principales está un enorme Hidalgo, que es el centro de una especie de tríptico dedicado a la lucha por la liberación de México, pero la obra monumental está en el Hospicio Cabañas, un edificio de estilo neoclásico que fue declarado en 1997 Patrimonio de la Humanidad. Aquí, en un lapso de dos años, pintó 40 grandes frescos en la cúpula, bóvedas y paredes, a través de las cuales hace un compendio de su filosofía humanística, que parte del origen y desarrollo de América y del mundo. El hombre envuelto en llamas es la apoteosis del tema de Prometeo en su obra.

Guadalajara también destaca por otro patrimonio: la charrería. Declarada en el 2016 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, esta tradición ecuestre mexicana se centra en tres valores: el respeto a la mujer, los animales y los adultos. El lema de la Asociación Charros de Jalisco es “patria, mujer y caballo” y abre sus puertas a los visitantes los fines de semana para que convivan con los charros, conozcan su forma de vida y, al final, participen en una demostración.

Destino artesanal. Tlaquepaque significa lugar sobre lomas de tierra barrial y es reconocido por la calidad y la tradición en las artesanías de cerámica y barro. En sus orígenes concentraba las casas de verano de las familias ricas de Guadalajara, que estaban de un lado de la calle real, mientras que del otro vivían los nativos que siempre tuvieron vocación artesanal.

El maestro alfarero Pablo Paredes ofrece un turismo diferenciador. Desde hace un par de años creó el recorrido Barrios de Barro, en el que lleva al turista por los cuatro barrios de Tlaquepaque para que conozca los sonidos, olores y colores de los artesanos que trabajan el vidrio soplado, tallan madera, además de escultores o alfareros. El recorrido que dura entre tres y cinco horas incluye la entrada a los talleres, familiarización con los materiales y muchas historias con los maestros artesanos.

Pablo Paredes es un apasionado de la alfarería, pero también un gran conocedor de Tlaquepaque, de sus raíces y comparte con gran estilo la tradición de sus artesanos.

En noviembre pasado, abrió sus puertas la fábrica Nuestros Dulces, en donde todo el visitante puede observar cómo son los procesos para la creación de chocolate, mazapán de cacahuate, dulce de macadamia, pinole, cajeta o dulce de leche y rompope. Los procesos son completamente artesanales y siguen las recetas de los creadores.

Entre las montañas. A 2.180 metros sobre el nivel del mar, entre grandes pinos y con temperaturas tempranas de 3 grados, se abren paso las casas y cabañas de Tapalpa. El segundo pueblo mágico de Jalisco que significa lugar de tierra de color.

Los turistas que visitan este lugar ya sea después de alguna convención o reunión de negocios querrán regresar para pasar unos días de tranquilidad, pero también con adrenalina.

Para conocer la cascada más grande del estado se puede recurrir a un recorrido en cuatrimoto, por el cual pasarás entre el centro del pueblo, la presa el Nogal, terrenos donde pastan las vacas y de fondo el volcán y el nevado de Colima. Después de unos 30 minutos al volante, a pie llegarás a lo alto de una cima y verás de frente el Salto del Nogal, con una altura de 107 metros. Desde ahí también se puede apreciar la Cueva de los Cristeros, que sirvió de escondite durante la Guerra Cristera.

En cualquier época del año, esta cascada cuenta con mucha agua, la cual tiene su caudal en San Gabriel, pueblo donde nació Juan Rulfo.

Hacia el norte, a 7 km de Tapalpa, está un lugar místico. El Valle de los Enigmas o Las Piedrotas es un lugar majestuoso (y verde en época de lluvias) con piedras a las que se les atribuyen poderes energéticos. Hay versiones que dicen que son meteoros que cayeron hace miles de años, otras que son piedras que estaban en el fondo del mar o que fue un centro ceremonial; lo cierto es que son formaciones caprichosas y algunas tienen inscripciones hechas por tribus prehispánicas e incluso se puede escalar para tener una visión más completa del lugar.

Camino real a Colima. Al sur de Jalisco está Sayula, fundado en 1522 que significa lugar de moscas, y debido a que estaba justo a la mitad del camino real a Colima, tuvo un gran desarrollo comercial. Para llegar a este pueblo se atraviesa la laguna seca de salitre rojo de la cual se extrajo sal por muchos años y que ahora sólo tiene agua en época de lluvias.

En el siglo XIX, tuvo auge la cerámica de Epigmenio Vargas, la que ahora es un arte perdido, pero hay lugares donde aún se puede apreciar. También se puede presumir que aquí nació Juan Rulfo, además de contar con una de las ocho basílicas que tiene México.

José Ojeda, un fabricante artesanal de cuchillos, ha dado fama a Sayula, ya que su trabajo ha sido reconocido en todo el mundo al ganar premios. Sus instrumentos son de los más codiciados tanto en México como en el extranjero, pues están hechos de los mejores aceros e incluso de materiales exóticos que rondan varios miles de pesos y se envían a otros países.

Don José Ojeda sigue una tradición que viene de su familia desde los tiempos de la conquista, siendo él la decimotercera generación de herreros en su familia y ha perfeccionado formas y decoración, al incorporar materiales naturales provenientes de otras partes del mundo como Alaska o África. Además de su taller y tienda, su historia y tradición se puede ver en el Museo de Metalistería Salvador Ojeda Silva.

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Autores

El Economista (México)