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Salud renovada en el Perú
Lun, 18/10/2010 - 10:57

Carlos Heeren

El próximo Mundial
Carlos Heeren

Carlos Heeren es socio de Apoyo Consultoría S.A.

En el Perú, históricamente, los indicadores ligados a la salud han mostrado un desempeño por debajo del de la propia actividad económica del país. El gasto per cápita en salud se parece más al de países como Paraguay o Ecuador, que a Chile o Colombia. El número de camas por cada 1.000 habitantes representa la mitad de lo que se observa en Brasil, y el número de médicos por cada 10.000 habitantes nos ubica en el tercio inferior del continente, lo que hace sentido con lo mencionado previamente. Inclusive, si uno observa lo ocurrido durante la última década, comprobará que el PBI global ha acumulado una tasa de crecimiento superior a la asociada a la propia salud privada. Esta es, sin duda, una oscura foto del sector. Lo interesante es que estaría por cambiar dramáticamente, impulsada por dos factores: el incremento de la riqueza de la población y la participación del Estado.

Contrariamente a lo que se dice, la salud no es un bien esencial o, al menos, no se le trata así (salvo, evidentemente, que un miembro de una familia se vaya a morir). Antes que gastar en salud está alimentarse, vestirse, mandar a los hijos al colegio o pagar la luz. La salud es, en terminología de los economistas, un bien superior. Mientras más rico es un individuo, más gasta proporcionalmente en su salud. Ejemplo de ello es que históricamente los argentinos han gastado en salud más del doble que sus vecinos. El gasto en salud está directamente asociado a la calidad de vida promedio de una población. Calidad de vida que viene mostrando un incremento significativo durante los últimos años en el país. Solo para graficarlo basta recordar que el PIB per cápita en el Perú, en el año 2000, era poco más de US$2.100, y en 2011 estaría cercano a los US$5.000 (siempre en términos nominales). Un consumidor con más recursos solo demandará más (y mejores) servicios de salud.

El otro factor es el Estado y dos decisiones que específicamente ha tomado durante los últimos meses. La primera está ligada al recientemente aprobado Aseguramiento Universal en Salud. Durante los próximos años veremos cómo todos los peruanos tienen un seguro de salud que cubre un número no menor de condiciones. Los seguros de salud -al ser obligatorios- se venderán con la misma agresividad que el SOAT. Este incremento en el aseguramiento potenciará la prestación y ello impulsará una tasa de crecimiento superior a la históricamente registrada.

Una buena referencia al impulso que una reforma como esta pueda producir es lo observado en Colombia, país en el que se ha desarrollado una “tecnología médica” que ha permitido generar las eficiencias necesarias para ofrecer programas de salud a precios que no se observan en nuestro mercado. Evidentemente, esto implicará cambios, siendo el principal “la pérdida de la libertad”. La reducción en los costos de la salud pasa por protocolos estrictos y mucho control del gasto. Todo el sistema deberá descansar en un uso extremadamente eficiente de los recursos, dejándole mucha menos discrecionalidad al médico y opciones al paciente.

La otra decisión está ligada a EsSalud y al importante impulso que ha tomado esta institución por incorporar la inversión privada a su ya agresivo programa de inversiones. A través de dos procesos de asociación pública-privada, ya entregó a operadores privados la construcción de dos hospitales en el Callao y Villa María del Triunfo, respectivamente, así como la puesta en operación de la Torre Trecca (ubicada en la avenida Arenales), la misma que tras las inversiones anunciadas podría convertirse en uno de los centros de atención ambulatoria más grandes del país. La suma de la capacidad de inversión de EsSalud, a la posibilidad de añadir aportes privados, convertirá a esta institución en un jugador cada vez más gravitante y atractivo para el consumidor en esta industria.

El cambio en la dinámica en este sector debería generar un nuevo equilibrio, en el cual aparecerán como ganadores aquellos que se dieron cuenta de que el mercado ya cambió. La forma de hacer el negocio no puede seguir siendo la misma, y haber sido reconocidos en el pasado no constituirá una garantía de éxito en el futuro. Será un mercado de consolidaciones, nuevos operadores (incluyendo extranjeros) y un EsSalud reloaded. Sin duda, la industria de la salud, una que nunca fue especialmente llamativa, se convertirá en una de las más dinámicas durante los próximos años.

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