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Venezuela atrapada en sus propios sueños imaginarios
Mié, 06/11/2013 - 11:10

Matías Bianchi

Expropiación de YPF: ¿apuesta estratégica o manotazo populista?
Matías Bianchi

Matías Bianchi es Director Fundador de Asuntos del Sur. Es politólogo con estudios en Universidad de Buenos Aires, Oxford, Northwestern y Sciences Po. Ha sido onvocado por el Council of the Americas como parte de las Nuevas Voces de América Latina y reconocido por la revista Foreign Policy como una de los latinoamericanistas más influyentes en redes. Ha trabajado en el Woodrow Wilson Center, United Nations Development Program (UNDP), la OECD, y el gobierno de Argentina. @matiasfbianchi

Venezuela se encuentra inmersa en varias crisis simultáneas, pero la principal, al entender de este cronista, es que la realidad del país se encuentra atrapada entre dos ficciones contrapuestas y con escaso sustento en la realidad, que parecieran ser irreconciliables.

La oposición, o mejor dicho los grupos opositores, pregona que la situación es catastrófica. Es cierto, la situación es objetivamente preocupante. La inflación, violencia, falta de insumos, de infraestructura y demás, golpean directamente a la calidad de vida de los venezolanos. La reacción de los opositores es con miedo a salir a la calle, se encuentran están enojados y hablan con un nivel de pesimismo extremo que a veces irrita al interlocutor foráneo. Constantemente, explícita o implícitamente comparan lo que suceda con un pasado próspero, democrático y seguro.

Yo me permito durar del sustento empírico de ese imaginario del pasado. Quizás sea referido al “puntofijismo” (1958-99) donde se estableció una democracia de partidos y Venezuela supo tener el ingreso per cápita más alto de la región. Sin embargo, ese período estuvo marcado por la consolidación del modelo extractivita basado en petróleo, y que ya desde mediados de los años 70 confirmó lo poco sustentable que era. Asimismo, el modelo político estaba basado en una “partidocracia” donde las elites de COPEI y Acción Democrática no quisieron/supieron penetrar en las capas populares y el modelo sufrió duramente la crisis de la deuda, la hiper inflación, golpe militar e inestabilidad crónica. No es casual que un outsider como Chávez haya sido bienvenido por el voto popular en las elecciones de 1998. Entonces ¿a qué período se refiere la oposición? ¿al siglo posterior a la independencia, caracterizada como una de las más violentas e inestables de la región? ¿a la dictadura de Vicente Gómez? ¿O a los vaivenes posteriores a su muerte?

Considero que ese pasado imaginario nunca existió como tal o se circunscribe a algo más de una década de estabilidad, democracia limitada y prosperidad en los años 60. Es decir, una década dentro de casi dos siglos de independencia. Todo lo demás es, al menos, discutible en los términos que se proponen. Nunca se construyó un estado eficiente, ni una democracia inclusiva, ni nunca se pudo escapar de la adicción al petróleo.

El chavismo, por el contrario, mira al futuro. La revolución bolivariana aggiorna a los padres fundadores para adaptarlos en una visión hacia adelante, una construcción de una Venezuela nueva y positiva. Esta visión es alegre, donde se apoya la cultura, se recupera el patrimonio histórico y hasta se hace música con temática revolucionaria en contraste directo con el pesimismo opositor.

Esta revolución mira a Latinoamérica y no a Estados Unidos y visibiliza y vuelve actores políticos a sectores excluidos por el “puntofijismo”. Durante este período, la pobreza disminuyó a la mitad y la extrema a un tercio de los que era en 1999. La mortalidad infantil es hoy 60% menor. El producto bruto interno se duplicó y se mejoró la distribución del ingreso.

Sin embargo, este relato también está marcado por ficciones. Venezuela es hoy tan adicta o más al petróleo que antes; el Estado es tanto o más inepto que antes donde prácticas y líderes adecos denostados a viva voz han sido incorporados al chavismo; y las mejoras sociales no están sobre la media de lo que sucedió en el mismo período en el resto de América Latina. Actualmente, la inflación no cede -estimada en 50%-, mientras los salarios siguen estancados donde un profesor titular en la principal universidad de Caracas gana 4.500bs, el equivalente a alquilar una habitación en un departamento compartido en una zona media de Caracas. El cambio oficial se encuentra a 6,60bs por dólar, mientras en la calle pagan casi 50bs por dólar. Faltan insumos básicos al punto que el papel higiénico pareciera ser un lujo, mientras que las misiones, la principal política social del chavismo, languidecen –todas las misiones Barrio Adentro 1 que visité personalmente se encontraban cerradas. Y junto con los precios, el otro sector que crece es el narcotráfico y la violencia en las calles, donde la tasa de homicidio se ha multiplicado por tres en últimos 14 años. Para el chavismo, la culpa de todo esto es del imperio, la oligarquía y los escuálidos. Es más, se ha creado una deificación del Líder Supremo que impide cualquier discusión concreta sobre políticas públicas. Pareciera ser que es una excusa para no hacerse responsable de haber desperdiciado una bonanza petrolera que le aportó más de US$600.000 millones a las arcas del Estado.

Es por ello que considero que ambos relatos son imaginarios y con escasa correlación con la realidad. Ni la realidad es tan cruda cuando se la confronta con el pasado real, ni la revolución pareciera ser tal cuando se la vuelve a la tierra.

Quizás sea momento de reencontrarse con la realidad para poder establecer las bases de diálogo concertado. Lo curioso es que allí, en el ámbito de lo concreto, hay una Venezuela sin mayores divisiones ni clivajes. Los venezolanos tienen una gran coincidencia en sus gustos culturales, en la comida, la música, el orgullo con el que muestran sus bellezas naturales y en la forma que quieren vivir.

Allí es donde existe un espacio para un liderazgo emergente. Uno que salga de los sueños imaginarios y los conecte con la realidad. De esa manera, ojalá, los venezolanos puedan genuinamente volver a soñar.

*Esta columna fue publicada originalmente en Asuntos del Sur.

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