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México: CNTE que ladra, sí muerde
Dom, 10/11/2013 - 16:34

Vianey Esquinca

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Vianey Esquinca

Vianey Esquinca es consultora en comunicación e imagen, escribe la columna "La Inmaculada Percepción" en Excelsior (México).

Los mexicanos se han hecho expertos analistas basando su conocimiento en el famoso: “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Así pues, cuando el Secretario de Educación, Emilio Chuayffet, presumió la maravilla que es la reforma educativa en Francia ante el pleno de la 37 Conferencia General de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, más de uno alzó la ceja y se preguntó ¿de cuál comió?, porque del dicho al hecho hay un gran trecho, y la tan aclamada reforma no ha podido concretarse; para muestra basta una: la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

En el Distrito Federal se han presumido pláticas con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y acuerdos con los maestros para que abandonen la Plaza de la República. No obstante, los maestros siguen haciendo de las suyas. De acuerdo con la nota publicada este sábado por Arturo Páramo en Excélsior, en los seis meses que han estado en la ciudad se han registrado pérdidas para los comerciantes de la zona centro, la industria hotelera y el transporte del orden de los dos mil 400 millones de pesos. Además de otros daños colaterales como la disminución de la actividad turística, el cierre de museos del Centro, el despido de trabajadores de comercios del corredor Centro y de la Tabacalera y daños a la Plaza de la República que fue remozada en 2010.

No es verdad que los maestros sólo han dado molestia, la verdad es que han dejado innumerables enseñanzas a los mexicanos. La primera es que en este país “el que no marcha no avanza” y también que “la justicia es ciega” y que por eso no ve las tropelías que han cometido los maestros en su estancia en el Distrito Federal ni en las manifestaciones en varios estados.

También cambiaron toda la sabiduría popular, y ahora la gente sabe que: “A los amigos y a la CNTE, justicia y gracia; a los ciudadanos, la ley a secas”, “la presión mueve montañas (y gobiernos)”; “del dicho al desalojo hay mucho trecho”, “no hay peor gobierno que el que no quiere desalojar”, “CNTE que ladra si muerde”, “al maestro que madruga, Segob lo ayuda”, “la suerte de la CNTE, el SNTE la desea”, “gobierno que se duerme, le toman el Zócalo”, “cuando la CNTE es brava hasta al gobierno muerde”, “el que negocia con maestros, amanece trasquilado”, “el gobierno pone, el Congreso dispone, llega la CNTE y todo lo descompone”, “la CNTE sí le tira a las escopetas” y que “no tiene culpa la CNTE sino el que lo hace interlocutor”.

Además, los profesores ofrecieron una gran variedad de frases y consignas que pueden ser adaptadas por cualquier mexicano para cualquier ocasión: “El pueblo se cansa de tanta pinche marcha”, “solución, solución a nuestra petición”, “colonos/vecinos/comerciantes unidos jamás serán vencidos” o una variante “el pueblo unido, jamás será vencido, el pueblo callado jamás será escuchado”, “vecino/empresario aguanta, el pueblo se levanta”, “Zapata vive, la lucha sigue”, “no somos uno, no somos cien, pinche gobierno/escuela/lugar de trabajo cuéntenos bien”, “de norte a sur, de este a oeste, ganaremos esta lucha, cueste lo que cueste”, “ni la lluvia, ni el viento, detienen al movimiento”.

Los maestros dejaron claro que a las autoridades de todos los niveles les gusta la mala vida y que son del tipo “pégame, pero no me dejes”. Entonces, imitando a los profesores, el ciudadano común y corriente puede exigir una mesa de negociación cada vez que lo multen, por ejemplo. Si se trata de rechazar impuestos o medidas que se consideren “unilaterales” lo sean o no, puede amenazarse con tomar las calles a menos que venga, por lo menos, el papa Francisco a resolver el problema.

Mientras se escribe esta columna, la prensa nacional daba cuenta que el gobierno capitalino rechazaba dar un nuevo plazo a los integrantes de la CNTE y que este sábado por la noche tendrían que liberar el circuito vial alrededor del Monumento a la Revolución. Sin embargo, hasta no ver no creer, porque el “ciudadano no era arisco, las marchas lo hicieron”.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.

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