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Día del Urbanismo: oportunidad para pensar la ciudad
Jue, 14/11/2013 - 22:22

Ariel Rappaport

El desafío "verde" del sector inmobiliario
Ariel Rappaport

Ariel Rappaport es gerente inmobiliario de Ralei Grupo Inmobiliario.

Conmemoramos esta semana una nueva versión del Día Mundial del Urbanismo, fecha propicia para analizar en qué tipo de ciudad queremos vivir. La celebración de este día es obra del recordado profesor de urbanismo argentino Carlos María della Paolera para fomentar el reconocimiento y la promoción del rol jugado por la planificación urbana en la creación de comunidades sustentables.

En estos 64 años, la iniciativa de Paolera ha sido acogida por más de 30 países, incluyendo a Chile. Paolera, quien fundó la Organización Día Mundial del Urbanismo, llamó la atención sobre la ruptura del “equilibrio razonable entre la obra artificial y los elementos de vida que generosamente nos brinda la madre naturaleza” y postuló la necesidad de “reconquistar el aire, el sol y la vegetación para el ambiente de la ciudad moderna”.

El Día del Urbanismo nos desafía a trabajar como sociedad para vivir en ciudades menos inhóspitas, más conectadas con la naturaleza y soñar con recuperar nuestra calidad de vida. 

En el sector inmobiliario, podemos realizar numerosos aportes para alcanzar este cometido, como es la búsqueda de mecanismos que favorezcan el uso racional de los recursos energéticos, el bienestar acústico, la planificación de espacios inteligentes y el fomento del deporte y vida sana, además de incorporar modelos de negocio que permitan ofrecer un mejor bienestar al usuario y al planeta, incluyendo sistemas no convencionales de calentamiento de agua sanitaria, sistemas de ascensores con autogeneración de energía, proyectos de riego y paisajismo de bajo consumo de agua, entre otros.

Un factor no menos importante, es la planificación a nivel gubernamental. En Chile, y en especial la Región Metropolitana, ha experimentado una expansión urbana que ha llevado a utilizar terrenos que no necesariamente estaban dedicados para estos fines. Es el caso de comunas como Puente Alto y San Bernardo. Otras como Maipú y Quilicura, en diez años se han duplicado y triplicado respectivamente. 

El crecimiento económico y mejores ingresos de las familias indudablemente han potenciado la demanda habitacional, pero la carencia de infraestructura y planificación han implicado traumas urbanos. Las nuevas estructuras familiares monopersonales, en especial solteros, divorciados y estudiantes presentes en nuestra sociedad desde los años 90, han formado un segmento creciente de nueva demanda habitacional y que explican, en parte, este fenómeno.

Por otro lado, la oferta inmobiliaria está muy limitada. Según un estudio de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica, los terrenos disponibles para el desarrollo de conjuntos habitacionales en el Gran Santiago son 1.893 hectáreas. En 2007, la disponibilidad era de 2.850 hectáreas. El consumo de suelo en estos cinco años fue de 957 hectáreas, es decir, 191,4 hectáreas anuales. De mantenerse este nivel de consumo, en el año 2022 se agotaría el suelo disponible en Santiago.

Resulta evidente la necesidad de planificar el crecimiento urbano y dar mejores soluciones para la calidad de vida de los ciudadanos. Se ha conversado ampliamente respecto de la necesidad de aumentar la densificación, permitir la construcción en altura y otorgar mayores coeficientes de constructibilidad, principalmente para las zonas aledañas a Autopistas Urbanas y a los ejes del Metro, pero siempre asociado a medidas de mitigación asociadas a la conservación y cuidado del medioambiente. 

En resumen, el desarrollo de un modelo de negocio inmobiliario responsable con el medioambiente, invita a los consumidores de estos bienes a vivir más responsablemente con el cuidado del planeta. Se debe privilegiar el diseño de proyectos integrales, con conectividad y cercanía a áreas de esparcimiento, utilización de materiales amistosos con el medio ambiente para promover el uso racional y eficiente de los recursos naturales. Esto, sumado a políticas públicas adecuadas y acordes a las necesidades urbanas, permitirá ofrecer un producto diferenciado y contribuir a una mejor calidad de vida en una ciudad más armónica y con mayor conciencia medioambiental.

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