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Sector ferroviario mexicano: ¿dónde está el justo medio?
Dom, 29/12/2013 - 15:47

Alicia Salgado

ACE 55: ¡no llores por mí, Argentina!
Alicia Salgado

Alicia Salgado es periodista mexicana, especializada en finanzas y columnista habitual de Excelsior.com.mx.

Toda vez que es la última entrega de esta columna para 2013, y deseando que tenga usted felices fiestas y un próspero y saludable 2014, no quiero irme sin comentar algo más del tema ferroviario.

Es cierto que fue una sorpresa para KCSM, que preside y dirige José Zozaya, y para Ferromex de Rogelio Vélez, la iniciativa para reformar la Ley Reglamentaria del Servicio Ferroviario, que supone una fuerte ofensiva legislativa para modificar once artículos que podrían generar un cambio en la prestación del servicio en México.

Hay quien piensa que fue Manlio Fabio Beltrones, coordinador del PRI en la Cámara de Diputados, quien puso la iniciativa sobre la mesa, pero deberían buscar en los análisis de productividad y logística que realizan sus grandes clientes el fondo de la iniciativa.

Las  tarifas han aumentado y que dependiendo del país con que las compare, podrían estar en rango. También es cierto que no se han construido muchas vías, pero la obligación de hacerlo es del Estado y, por último, es evidente que debe encontrarse alguna forma de asociación público-privada para que las vías se modernicen y que las concesiones sean sensibles al momento del cambio actual.

Pero que sean hermanas de la caridad, tampoco.

Si los ferrocarriles privados pagan anualmente más de US$700 millones anuales en impuestos o generan empleos, creo que son muestra clara de que son concesiones muy rentables.

En un año de bajo crecimiento económico como éste, la movilización de carga por ferrocarril, por ejemplo, en Ferromex, le genera ingresos superiores a cinco mil millones de pesos y el costo de las ventas ronda tres mil millones, y la utilidad neta superior a 13% por trimestre.

En el caso de KSCM, las cifras son ligeramente mejores, pues es la aportadora de ingresos mayoritaria de su matriz, el corporativo ferroviario más pequeño de la red en Estados Unidos, pero que al igual que México, concentra mayor carga por su localización pese a su menor longitud. De los US$118 millones que reporta en ganancia neta estime sin equivocarse que poco más de 50% proviene de su negocio en México, después de pago de impuestos.

No piensen los concesionarios que además, detrás de la propuesta de reforma hay la intención de quitar la exclusividad para que por “sus vías prestadas” circule el pasaje. Para los trenes de pasajeros se construirán nuevas vías.

La SCT, que encabeza Gerardo Ruiz Esparza, ha invitado a todos los operadores -usted lo sabe- y constructores de trenes de velocidad media y alta velocidad del mundo para que se familiaricen con la propuesta, pero para que tengan éxito, el tendido de vía no seguirá necesariamente los trazos carreteros y tendrán que comprar paso para darles características lineales, y sólo serán sinuosos ahí donde la orografía no permita obras de ingeniería adecuadas.

También hay conciencia de que los ferrocarriles deben cubrir traslados de carga que superen los 400 kilómetros y las rutas cortas los camiones de carga y nadie piensa unir Tuxpan con el DF por ferrocarril.

Se argumenta que en los últimos 16 años los concesionarios privados: Ferromex, KCSM, Ferrosur y Ferrocarril Coahuila-Durango  (Chepe) y los ferrocarriles estatales (Chiapas Mayab y Ferrocarril del Istmo), han invertido en el rescate de la infraestructura más de cinco mil 500 millones de dólares  terraplenes, durmientes, vías, puentes y el rescate de los derechos de vía invadidos en muchas ciudades, locomotoras, carros, y que en 15 años de concesión privada, la carga  de mercancías hecha por ferrocarril ha subido de 12% a 26%. Es su obligación, ¿no?

También se argumenta que la negra intención para detrás de la reforma es que pretenden bajar precios, puesto que se percibe que las tarifas han aumentado 400 y no consideran el aumento de 800% en el diesel que vende Pemex.

Mire: en el fondo, la tarifa es lo de menos y su política comercial lo de más. Si se revisan las penas por pago de carros vacíos o cancelación de los mismos, por día de demora en entrega, por carro no usado, por arrastre ordinario o extraordinario se sorprendería, porque muchas veces, el usuario no es el responsable sino el tren. En general la política es sancionatoria del cliente, pero cuando ocurre lo contrario, la empresa “apechuga” la entrega tardía o la mercancía dañada.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx.

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