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Bogotá vive una campaña electoral en medio de escándalos de corrupción
Mar, 09/08/2011 - 11:51

Juan Pablo Milanese

Bogotá vive una campaña electoral en medio de escándalos de corrupción
Juan Pablo Milanese

Juan Pablo Milanese es politólogo y director de la Maestría en Gobierno de la Universidad de Icesi (Colombia). Posee estudios de maestría y doctorado en la Università di Bologna (Italia).

Buena parte de las batallas preelectorales de la política colombiana se materializan hoy día en torno a una serie de casos de corrupción que golpean a fuerzas de todo el espectro político.

Por un lado, Andrés Felipe Arias, “niño mimado” del ex presidente Álvaro Uribe Vélez, fue inhabilitado para el ejercicio de cargos públicos por 16 años, mientras que la Fiscalía solicitó una medida de aseguramiento contra él, como consecuencia del desvío de fondos públicos para financiar su campaña presidencial mediante el programa de subsidios Agro Ingreso Seguro.

Por el otro, Samuel Moreno Rojas, alcalde de Bogotá, electo por el Polo Democrático Alternativo (principal partido de izquierda en Colombia), seguramente no terminará su mandato como resultado de la extensión de su suspensión en el cargo, producto del caso conocido como el “carrusel de las contrataciones”.

Dentro de este marco, de acuerdo a los avances que periódicamente se producen en los procesos penales que lleva adelante la justicia, ambos casos de corrupción parecen alternarse en la agenda de los medios y de la opinión pública. La última semana fue el turno del segundo, donde el suspendido alcalde debió responder por presuntas irregularidades relacionadas con la contratación de la construcción de la fase III del Transmilenio (sistema de transporte masivo de la capital, Bogotá).

Tras los últimos acontecimientos, todo parece indicar que las cosas no mejorarán para Moreno Rojas, también suspendido por el Comité de Ética de su partido. Entretanto, se continúa con la investigación por la omisión del deber de asegurar los contratos de la malla vial y otros seis contratos a cargo del Instituto de Desarrollo Urbano, calificadas como faltas graves que favorecieron la acción de un conglomerado estructurado “para defraudar al Estado”, y que podrían llevarlo a pagar una condena de entre ocho y 22 años de prisión.

Desde allí, el más profundo caso de corrupción que recuerde Colombia, por lo menos en lo referido a los montos, comienza a transformarse en un pulpo, tocando a un significativo número de actores e instituciones públicas y privadas como el Instituto de Desarrollo Urbano, la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, las empresas contratistas del Estado (hacemos referencia, específicamente, al grupo Nule), numerosos congresistas (entre los que se destaca el senador Iván Moreno, hermano del suspendido alcalde), e incluso, al ex ministro del Interior de Álvaro Uribe Vélez, Sabas Pretelt de la Vega.

En este contexto, el Polo Alternativo Democrático, que aspiraba a convertirse en una opción de poder efectiva en las lecciones de 2010 (recordemos que obtuvo dos veces consecutivas -2003 y 2007- la alcaldía de la capital de la república y posicionó a Carlos Gaviria en el segundo lugar de las presidenciales de 2006), terminó desinflándose, potenciándose, además, las inocultables divergencias que siempre existieron entre sus principales líderes.

Mientras tanto, Juan Manuel Santos parece ser quien mejor aprovecha esta coyuntura en la que, absorbido por la Unidad Nacional (fuerza de apoyo del presidente), el uribismo da la impresión de desvanecerse irremediablemente, sin que el ex presidente pueda hacer mucho por contener a sus viejos aliados, mientras que a la izquierda no le quedan más alternativas que reorganizarse bajo nuevas estructuras y liderazgos.

Sin embargo, a pocos meses de las elecciones para renovar autoridades locales (se celebrarán en octubre de este año), pareciera que Santos no es capaz de transferir su imagen positiva a Enrique Peñaloza, su candidato a la alcaldía de Bogotá (quien lidera las encuestas, pero no logra despegarse de Gustavo Petro, su más inmediato perseguidor, apenas dos puntos porcentuales por debajo).

Incluso, su base de apoyo electoral aparece hoy dividida entre cuatro candidatos, midiendo Peñaloza alrededor del 23%, mientras que el resto de ellos (Carlos Fernando Galán, David Luna y Gina Parody) oscilan alrededor del 10% cada uno, sin mostrar ningún tipo de intención de bajarse de la contienda electoral.

Esto hace que no todo esté perdido para el centro-izquierda en Bogotá. De hecho, por fuera de la desgastada etiqueta del Polo, sobresale la figura del apenas mencionado Petro, quién, dando muestra de un gran timing, renunció a su membresía del partido, transformándose en uno de los principales detractores de la gestión de Moreno Rojas, situación que le permitió minimizar el daño que los escándalos de corrupción puedan ejercer sobre él. Además, se ve particularmente favorecido por un sistema electoral con un solo turno, mostrándose como el candidato diferente entre otros que dividen sus votos como consecuencia de su escasa distancia ideológica.

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