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El escenario de Humala
Jue, 09/06/2011 - 15:04

Guillermo Holzmann

Escenarios post Kirchner
Guillermo Holzmann

Cientista Político, Académico de la Universidad de Valparaíso. Ex subdirector del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile (2005-2009). Su desarrollo profesional y académico se ha focalizado en las áreas de Estrategia, Seguridad, Inteligencia, Defensa y Riesgo Político. Es académico de variados magíster dentro de su país, así como investigador asociado y profesor de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos dependiente del Ministerio de Defensa Nacional. Miembro de International Association For Intelligence Education (Iafie), International Political Science Association (IPSA), Latin American Studies Association (LASA), Red de Seguridad y Defensa de América Latina (Resdal), entre otros. Analista político en diversos medios radiales, televisivos y escritos, tanto en Chile como en el extranjero. Socio-Director de Analytyka Consultores (www.analytyka.com).

Ya en calidad de presidente electo, Ollanta Humala ha despertado incertidumbres y desconfianzas que hoy día le plantean la necesidad de enfrentar y dar las primeras señales de tranquilidad a distintos actores económicos y políticos, tanto en Perú como en el extranjero. La configuración de escenarios se relaciona con las razones por las cuales logra su triunfo.

En términos de contexto es relevante considerar que la situación política peruana se caracteriza, en términos generales, por una crisis profunda del sistema de partidos políticos, donde los tradicionales han disminuido dramáticamente su influencia dejando paso a movimientos y partidos nuevos aglutinados alrededor de personalismos políticos, lo cual se traduce en la siguiente correlación de fuerzas en el Congreso peruano que es unicameral y de 130 miembros:

530

En Perú existen más de 20 partidos políticos, lo cual da cuenta de una fragmentación partidaria e ideológica además de una distancia importante entre las opciones que promocionan. Ello permite sostener varios aspectos de análisis que es importante considerar:

El triunfo de Ollanta Humala se fundamenta en el apoyo y respaldo que le brinda Alejandro Toledo a través de votos y el soporte anti-Fujimori, bajo la idea del mal menor, que se expresa en la pluma de Mario Vargas Llosa.

Lo anterior obliga a Ollanta a darles cargos de relevancia en su gabinete y considerar otras opciones de participación en su gobierno, en el entendido que son ellos quienes le brindan legitimidad y soporte político.

La concertación con Alejandro Toledo le entrega un importante caudal de votos en términos aritméticos que no necesariamente se traducirán en votos efectivos en el Congreso, toda vez que la cultura parlamentaria peruana ha resultado ser bastante díscola.

A su vez, el respaldo de Toledo resulta ser condicionado a las estrategias programáticas que plantee implementar Ollanta Humala. Esta cohabitación en el poder se traducirá en un impedimento natural para grandes cambios o reformas, máxime si se considera que para avanzar en temas estructurales requiere al menos 86 votos en el Congreso.

La forma en que se organice la oposición es aún un misterio y de ello dará cuenta las primeras votaciones que se produzcan ya en el mes de agosto, una vez asumido el nuevo gobierno

Si se plantean los dos factores centrales que dan el triunfo a Ollanta Humala, éstos se podrían resumir en credibilidad asociada a decisión y la instalación de la idea de cambio frente a una población que exigía modificaciones importantes en el estilo de gestión política visible en Perú. En definitiva, la percepción de fortalezas favoreció a Humala en electorado indeciso.

Como nota al margen, es prudente considerar que la elección de Alan García tuvo ribetes de similar polarización, obligando a un gobierno también de concertación y que entre otros efectos implicó casi la desaparición del APRA sumado a que no tuviese candidato presidencial en esta vuelta.

Las cualidades políticas de Humala que definen su fortaleza, es que aparte de ser teniente coronel del ejército en calidad de retiro, posee una capacidad de decisión, un pragmatismo político y una visión estratégica, demuestra capacidad de diálogo y de generar consensos sin renunciar a sus creencias más profundas, teniendo a Perú como objetivo central de su acción. Ello traducido en su propuesta de cambio y adaptabilidad significa dar certezas razonables respecto a mantener crecimiento económico, bajo el modelo que actualmente tiene Perú, pero sumar a éste el desarrollo social, que es justamente donde está la mayor demanda de la ciudadanía a la política peruana. Se agrega a ello la exigencia de que las empresas cumplan con las normativas laborales y medioambientales.

La elección peruana no ha pasado desapercibida en la región. Al efecto, ha sido evidente el apoyo de las fuerzas políticas brasileñas y un interés manifiesto del gobierno de Dilma Rousseff. Sin duda Brasil desea una proyección en la región que en el caso de Perú se expresa no solo en la posibilidad de salir al Pacifico, sino que también en el acceso a recursos naturales que fortalezcan el desarrollo de la Amazonía y donde hay importantes inversiones ya ejecutadas y otras en proceso. Se agrega el interés brasileño en fortalecer Unasur y consolidar una influencia estratégica en el Cono Sur.

En perspectiva de los énfasis que tendrá el gobierno de Humala, es necesario considerar que todos los gobiernos de izquierda o centroizquierda que han heredado un modelo macroeconómico de base neoliberal y han optado por ser proglobalización. Esto ha conllevado a que mantengan el modelo, incorporando medias de equidad y solidaridad mediante una diversidad de instrumentos estatales orientados justamente a equilibrar o, al menos, disminuir el efecto negativo en la población, lo que les ha permitido responder a sus demandas. Los casos de Chile y Brasil resultan ser emblemáticos en ello.

Más allá de las variaciones iniciales que sufrió la bolsa de Perú una vez conocido el resultado electoral, los actores políticos y económicos peruano se encuentran sentando las bases de la negociación con el gobierno de Humala, lo cual exige el pronto nombramiento de su gabinete y especialmente del responsable económico de su gobierno. Al efecto, Perú no puede desconocer los tratados de libre comercio que tiene firmados, su participación en APEC, la importancia que tiene para el país el mercado asiático. La alianza de proyección económica que tiene con Chile hacia Asia, como la inversión chilena en Perú, entre otros. Esto da cuenta de un país plenamente inserto en la globalización, por lo tanto el modelo económico es muy difícil de modificar. Sin embargo, los inversionistas y el mercado en general están preocupados de las designaciones en los ministerios económicos, cuáles serán las garantías que se darán a las inversiones (independiente de la orientación social que adquiera el gobierno); es decir, tener claridad respecto de las reglas del juego.

El mayor temor de los inversionistas -teniendo en cuenta la falta de mayoría en el congreso, aún con la cooperación de Toledo- es que Humala pueda instalar una mayor carga impositiva o cambiar las reglas económicas que hasta ahora han imperado en el Perú, especialmente respecto de la extracción de recursos naturales, como puede ser el royalty minero, y de posibles nuevas regulaciones sobre capitales golondrina y requerimientos medioambientales.

En este sentido, es muy probable que Humala -aún cuando incorpore personas que representen a la izquierda- deba integrar en forma equitativa a los grupos que lo apoyaron en la segunda vuelta, como Toledo y personeros del APRA, conformando un gobierno de amplia base ideológica, de manera de darle cabida a las sensibilidades políticas que hay en Perú. Como señalamos, algo parecido a lo que hizo Alan García cuando asumió la presidencia y que también hemos visto en Brasil, en la primera elección de Lula Da Silva. Este pragmatismo para gobernar podría ser la base de inicio de la credibilidad y confianza de Humala.

El desafío de Humala. Perú, en forma consensuada, ya ha definido llegar al desarrollo al 2050. La formación militar de Humala le permite trabajar con objetivos de largo plazo, por lo que muy posiblemente orientación se encamine a avanzar en estos objetivos. Resultaría esperable que Humala primero consolide su gobierno en los dos primeros años para luego evaluar la posibilidad de hacer cambios más profundos si logra mayorías sustantivas en el congreso. Sin embargo, esta probabilidad se considera baja si mantiene el modelo económico, pues inevitablemente implica su consolidación. Con todo, cualquier cambio estructural no podrá ser repentino y quedaría para un eventual segundo gobierno de su partido.

Desde una perspectiva regional, las asociaciones que Humala genere se orientarán a fortalecer su posición en la región, para concretar estos objetivos de desarrollo. Por ello, sus relaciones serían buenas, especialmente con Brasil con el cual genere una alianza estratégica y de largo plazo. En esta misma línea, probablemente el electo presidente se aboque a fortalecer sus lazos y posición con Unasur y Mercosur, que regionalmente son muy importantes.

Si bien mantendrá una relación fluida con Chávez no se prevé que pueda ingresar al ALBA rápidamente en virtud de los intereses estratégicos contrapuestos que actualmente tiene Perú con ese conglomerado de países.

En cuanto a Ecuador, Ollanta mantendrá las relaciones existentes, dándole prioridad a los flujos económicos de frontera, que es una zona con gran potencial de desarrollo. Los casos de Venezuela y Bolivia, serán tratados de manera cordial, de acuerdo a los intereses peruanos.

En temas nacionales, Ollanta Humala deberá concentrase en la corrupción, narcotráfico y las renovadas facciones terroristas del país, con lo que su compromiso deberá ser interno, pero en permanente alianza y trabajo con los países de la región.

La relación con Estados Unidos se mantendrá en términos normales y la cooperación existente se reevaluará para el próximo año, con lo cual una visita de Humala a ese país no se descarta y se prevé el establecimiento de una relación realista y pragmática para ambos.

En el caso de Chile, una parte de la relación estará bajo las etapas ya definidas en la Corte Internacional de la Haya, donde la influencia de Humala es pertinente sólo respecto a la estrategia de su equipo jurídico, pues todo lo demás se encuentra definido, por lo que solamente queda esperar el fallo de la Corte para el 2012 ó 2013. Las relaciones políticas y económicas tendrán dos niveles distintos. Por una parte aquellas asociadas a los intereses compartidos en Asia como ya fuera señalado y las inversiones chilenas en el país. El comportamiento de los inversionistas nacionales será importante, pues cualquier error estratégico en su relación con el gobierno de Humala implicará dejar un espacio a las inversiones de Brasil y su sector privado, el que está en pleno proceso de instalación en Perú.

A modo de corolario, permítanos señalar que la relación Chile-Perú no pasa desapercibida en el extranjero, tanto por el éxito de ambos modelos aplicados como por el simple hecho de que las exportaciones de cobre (mil. Ton/año) de ambos significan 43% (2010) del total mundial. Con ello, las potencias se sienten en condiciones de exigir relaciones civilizadas y acordes a los patrones de comportamiento internacional. Escenario que no es ajeno en el pensamiento de Humala.

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