Pasar al contenido principal

ES / EN

Europa: el año que vivimos peligrosamente
Mar, 30/11/2010 - 11:27

Héctor Casanueva

Europa y las migraciones: una paradoja
Héctor Casanueva

Héctor Casanueva es profesor e investigador en Historia y Prospectiva de la Universidad de Alcalá de Henares, director del Consejo Chileno de Prospectiva y Estrategia y ex embajador de Chile.

Hace un año, el 1 de diciembre de 2009, luego de complejas negociaciones para ser ratificado por los 27 miembros, entraba en vigor en la UE el Tratado de Lisboa, considerado una pieza fundamental para el paso a la llamada “integración de tercera generación”, fortaleciendo al Parlamento Europeo, unificando la representación exterior y creando instancias democráticas más sólidas. Pero este ha sido “el año que vivimos peligrosamente”, y el Tratado, que es un gran paso hacia una Europa más fuerte y cohesionada, no es suficiente todavía para enfrentar la complejidad de mercados globales y amenazas externas.

Como consecuencia del contagio de la crisis de las hipotecas, pero también de las propias debilidades de la Unión Económica y Monetaria -por ejemplo no haber conciliado la unión monetaria con la fiscal y no disponer de mecanismos efectivos para exigir el cumplimiento de los parámetros de convergencia- la Europa comunitaria, incluso el Reino Unido, que no pertenece a la zona Euro, sufre una crisis que se hace sistémica y descubre la incapacidad de los Estados y de las instituciones de la UE para conducir la política económica.

De ahí que en las últimas reuniones del Consejo de la Unión, se haya socializado la idea de ir a un ajuste del Tratado y la creación de instancias especiales, sobre todo para asegurar mecanismos de regulación, de control técnico y dar espacio a un sistema permanente de apoyo financiero ante las crisis. O sea, más integración, porque, primero el default de Grecia, luego de Irlanda, fuertes dudas respecto de Portugal y España, grandes ajustes presupuestarios en el Reino Unido, en Francia y Alemania, van conformando un cuadro que pone en dudas al proceso mismo. Caldo de cultivo para los euro escépticos de antes y de ahora, y festín para los especuladores, que cada día van apostando contra las medidas financieras y de política económica y fiscal adoptadas, para encarecer la deuda pública y aumentar sus márgenes de ganancias de corto plazo. A ello se está enfrentando ahora mismo España, erigida por los analistas como el país que tiene en sus manos salvar el Euro. Tal vez sea exagerado, pero lo que es indiscutible, es que le está plantando cara a la arremetida de unos mercados veleidosos y aprovechadores, y ello será una prueba de fuerza que, de ganarla, ayudará mucho al conjunto de la UE, y sobretodo al proceso de integración. Ese pulso entre el mercado y el estado es la medida de lo que el propio G20 detectó en Seúl y que decantó hacia mayor fortaleza de lo público.

Pero lo que se ve, no es todo lo que es. Las bolsas son sólo un termómetro, no un escáner. No nos equivoquemos, el escáner muestra que la Unión Europea sigue siendo una potencia económica, comercial y financiera -ahí están por ejemplo los 750.000 millones de Euros para fortalecer las finanzas de los estados miembros, que podrían ser aumentados, y el rescate a Grecia e Irlanda- y es un referente en muchos campos como la educación humanista, la ciencia y tecnología, las políticas de cohesión social y la cooperación al desarrollo. El Tratado de Lisboa apunta a que todo ello se solidifique y tengamos una Europa fuerte, tan necesaria para los equilibrios globales. Para América Latina es muy relevante, porque la UE es nuestro principal inversionista, primer donante de cooperación al desarrollo y segundo socio comercial. Pero sobretodo, es nuestro aliado natural en la construcción de un nuevo orden internacional.

Países